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Los checos aprueban por gran mayoría el ingreso de su país en la UE

El voto de adhesión "pone fin a la II Guerra Mundial", según el primer ministro

Los checos han hecho desvanecerse su fama de euroescépticos al ratificar ayer en las urnas, con una abultada mayoría, el ingreso de su país en la Unión Europea (UE), tras una consulta vinculante celebrada el viernes y el sábado en la que el 77,3% de los ciudadanos otorgó su apoyo a la integración, según cifras oficiales provisionales.

"Desde mi punto de vista personal, hoy [por ayer, sábado] ha finalizado la II Guerra Mundial con todas sus consecuencias para la República Checa", dijo visiblemente emocionado el primer ministro, el socialdemócrata Vladimir Spidla, al conocer el resultado del referéndum, de carácter vinculante. "Hemos vuelto a aquellos tiempos en los que éramos fuertes y nuestras oportunidades grandes. Este paso reforzará a la República Checa en todas las áreas: política, científica, democrática, cultural y económicamente", añadió Spidla.

La joven república centroeuropea, surgida de la escisión de Checoslovaquia en 1993, se convierte así, tras Polonia, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia, Lituania y Malta, en el séptimo país candidato al ingreso en la UE que refrenda el proceso de ampliación, que espera ver culminado el próximo 1 de mayo, durante la presidencia irlandesa del Consejo de Ministros.

De los casi 8,5 millones de ciudadanos con derecho a voto y escrutado el 99,9% de los sufragios, un 77,3% de los ciudadanos apoyó la integración y el 22,7% mostró su rechazo. La tasa de participación, del 55,2%, fue ligeramente inferior a lo previsto, pero similar a la registrada en los comicios legislativos de junio pasado.

El jefe del Ejecutivo espera ahora, con el acceso a la UE, una sustancial mejora en las relaciones con los vecinos, especialmente con Alemania y Austria, países con los que existen roces por la cuestión histórica de los Sudetes y la expulsión de los germanos de esa región tras la última guerra.

El resultado de la votación supone también un balón de oxígeno para el actual Gobierno de coalición, integrado por socialdemócratas, democristianos y liberales, que disponen de una exigua mayoría de tan sólo un voto en el Parlamento. La impopular reforma fiscal y la disparidad de intereses dentro de la coalición, evidenciada en las pasadas elecciones presidenciales de febrero, en las que se impuso el opositor Vaclav Klaus, se había saldado con un retroceso de la coalición en las encuestas.

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