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Izpizua reflexiona sobre la memoria en una novela que recrea la situación del País Vasco

El escritor reaparece con 'Sacca della Misericordia', una obra de exilios y transformaciones

Luis Daniel Izpizua (Zumaia, 1948), catedrático de Lengua y Literatura españolas en el Instituto Usandizaga-Peñaflorida de San Sebastián y colaborador de este periódico, nunca ha ocultado que la situación del País Vasco forma parte de sus obsesiones más íntimas, ni en sus columnas en prensa, ni en sus libros. Unas veces apunta directamente al corazón del problema político y de convivencia, otras aborda el asunto de forma lateral. En su última novela, Sacca della Misericordia, publicada por Hiria, recrea la realidad de Euskadi para reflexionar sobre la memoria.

"Curiosamente, no me interesaba hablar de la situación del País Vasco en esta novela. Me interesaba narrar el encuentro de dos personajes con vivencias distintas que, de alguna forma, recurren a su memoria recíproca para reconstruirla, de tal manera que les sirva para vivir", asegura el escritor. Pero el llamado conflicto vasco ha acabado por asomar en esta obra de ficción y por condicionar incluso la forma de Izpizua de hablar del calendario de su proceso creativo. "Comencé a escribirla con el final de la tregua", se le escapa.

La trama principal de Sacca della Misericordia, que a momentos funde realidad y ficción, transcurre cronológicamente antes de ese momento, en 1997, cuando ETA está a punto de asesinar al concejal del PP de Ermua, Miguel Ángel Blanco. En esas fechas un donostiarra bregado en política que sufre persecución decide ir a pasar unos días a Venecia. Allí se reencuentra con un conocido, un escritor que vivía la situación del País Vasco con extrañeza y optó irse a vivir a Italia. "Es el encuentro de dos personajes que se conocen poco, no son amigos íntimos y tienen historias distintas, dos formas diferentes de ver el país. Pero reconstruyen su memoria a través del otro", explica Izpizua.

Sacca della Misericordia, una novela psicológica de exilios y transformaciones personales, habla también de la capacidad creativa de la memoria. "El escritor acaba por vivir el país a través de una memoria ajena que hace suya", apunta Izpizua. "La memoria nos la inventamos, seleccionamos lo vivido y de pronto, como le ocurre al personaje, comienzas a reconstruir otro relato vital por el contacto con otra persona".

El lector va conociendo poco a poco esta transformación a través de las inquietudes del protagonista. Porque el escritor escribe a un tiempo una novela -sobre cosas que han acontecido cuatro años antes- y un diario, de forma que confluyen presente y pasado; reflexiones sobre si enfrentarse a la realidad en su aspecto más cruento o darle la espalda y huir.

En la novela hay mucho de Izpizua. "En todo caso son temas que creo que no sólo me interesan a mí", aclara. ¿Por qué habla del País Vasco en la realidad y también en la ficción? "Pienso que cualquiera de mi generación que escribe tiene la tentación, -no me atrevo a decir si la obligación impuesta- de abordar un tema que condiciona nuestra vida de una forma absoluta". ¿El compromiso del intelectual? "En estos momentos incluso cuestiono lo que es el intelectual. En todo caso, la realidad de aquí es tan omnipresente que no comprometerse es como decir: yo no me comprometo con la vida". La elección de Venecia como escenario de la novela no es gratuíta. Izpizua, que salpica la obra con palabras italianas, quiso escoger una ciudad tranquila, donde aparentemente no pasa nada, pero donde al final se resuelve toda la trama. De ahí el título del libro, tomado de una zona de Venecia.

Izpizua, autor de la novela Rosamunda y los libros de relatos Con mis amigos e Izuztarri -reeditada ahora también por Hiria-, no publicaba un libro desde 1991. La dirección del instituto donde hoy imparte clases, entre 1990 y 1997, le robó gran parte del tiempo que dedicaba a la literatura.

Sacca della Misericordia no es el único título que presenta ahora Hiria. La editorial saca también a la calle Brocheta de Carne, la primera novela negra de una trilogía del abogado Javier Otaola (Bilbao, 1956), síndico de Vitoria. El autor escoge a una inspectora de la Ertzaintza como protagonista para recrear la investigación sobre unos crímenes sexuales cometidos en Bilbao, en los que se ven involucrados una conocida tertulia bilbaína, un pastor luterano, un teniente de alcalde, una familia china arraigada y un club lésbico.

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