La junta birmana resiste la presión para liberar a la opositora Suu Kyi
La Nobel y símbolo de la democracia, detenida en un lugar secreto
Pese a la tremenda presión internacional y la amenaza de nuevas sanciones contra uno de los regímenes más cerrados del mundo, la junta birmana se resiste a dejar en libertad a Aung San Suu Kyi. Símbolo de la lucha por los derechos humanos de su pueblo y líder de la Liga Nacional por la Democracia (LND), Suu Kyi fue detenida hace 13 días y trasladada a un lugar secreto, tras los violentos enfrentamientos entre sus seguidores y los del Gobierno.
El enviado especial de la ONU para Myanmar (nombre que la junta dio a Birmania), Razali Ismail, que fue autorizado el martes a entrevistarse con la líder de la LND, se mostró confiado en su pronta liberación. Suu Kyi "se encuentra bien, no está herida y su moral se mantiene alta", dijo Razali tras su vuelta a Kuala Lumpur, después de haber negociado durante cinco días con los integrantes de la junta, la necesidad de devolver la libertad a la dirigente y de democratizar el país.
Los analistas consideran que dada la larga tradición de la junta, que ocupa el poder desde 1962, de hacer oídos sordos a las demandas internacionales, Aung San puede permanecer en paradero desconocido un par de semanas más y después ser trasladada a su casa de Rangún, en la que ha permanecido varios años encerrada bajo arresto domiciliario.
Numerosos simpatizantes de la premio Nobel de la Paz (1991) aguardan junto a las puertas de su casa la llegada de este símbolo viviente de la resistencia a los militares. Aung San Suu Kyi fue detenida junto a otros 24 dirigentes de la LND el pasado día 30 después de que un grupo de alborotadores, que "habían planeado perfectamente el ataque", irrumpieran en un mitin que la LND realizaba en el norte del país y armados con bastones de bambú desataran un enfrentamiento que terminó con la muerte de cuatro personas.
En las elecciones libres celebradas en 1990, la LND se hizo con el 80% de los escaños del Parlamento, pero los militares se negaron a aceptar el resultado de los comicios y Suu Kyi, hija del general Aung San, héroe de la independencia birmana, fue puesta bajo arresto domiciliario. Liberada en 1995, en 2000 volvió a ser confinada durante 20 meses, hasta el 6 de mayo de 2002. EE UU, la UE, Japón, Australia y otros muchos países exigen su liberación.
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