Sónar celebra su décimo aniversario con una revisión del arte multimedia
El festival recuerda a Bill Vorn, Masaki Fujihata, John Maeda, Carsten Nicolai y Ed Burton
El festival Sónar, que se celebra en Barcelona desde hoy hasta el sábado, cumple 10 años. Pese a ser un festival de música, la relación de la música electrónica con el arte digital es tan estrecha que el festival le dedica una retrospectiva.
"A lo largo de estos 10 años, Sónar ha sido testigo de la consolidación de la cultura electrónica, acompañándola en su desarrollo y formando parte de ella. Por tanto, 10 Años de Sónar es una exposición que muestra el proceso evolutivo de esta cultura" explica el comisario de Sonarmática, Óscar Abril Ascaso, que ha seleccionado las obras con el objetivo de destacar las principales tendencias desarrolladas por la investigación artística en este campo.
1994: Bill Vorn
Sonarmática es una ocasión excelente para ver obras que no están expuestas habitualmente al público, como Espace Vectoriel, una instalación robótica de Bill Vorn de 1994, cuyos tubos articulados responden a la presencia del visitante emitiendo luz y sonidos, y organizándose como si se tratara de un organismo vivo.
La mítica Telematic Dreaming de 1996 representa los primeros pasos de Paul Sermon en el ámbito de la creación vinculada a la telepresencia, que posteriormente desarrolló con obras que se han convertido en piedras angulares del desarrollo de este medio.
La aparición de una voluntad lírica y poética que otorga una nueva dimensión a la interactividad puramente tecnológica se hace patente en Beyond Pages (1997), una hermosa instalación de Masaki Fujihata. "La introducción del compositor y de la escena musical electrónica en el ámbito sacralizado del museo es uno de los fenómenos museísticos más destacables de la década", afirma Ascaso, que resume esta tendencia con Bausatz Noto, una obra realizada en 1999 por Carsten Nicolai en colaboración con el músico Víctor Nubla.
El aumento del protagonismo de Internet en la creación contemporánea y la problemática que implica adaptar un proyecto concebido para la red a un entorno expositivo, se explicitan en Sodaconstructor (2001), un juguete electrónico capaz de enganchar tanto a un niño como a un informático. Esta aplicación on line del colectivo Soda encabezado por Ed Burton permite a los visitantes crear y animar modelos bidimensionales, hechos de un entramado de líneas móviles.
El CD fugaz
La fugaz explosión del CD como soporte de la creación multimedia está representada por una amplia selección de los más de 100 interactivos presentados en estos 10 años: desde Scape&Antistatic firmado en 1995 por Hex, un nombre que reúne a los videoartistas Hardwire y el legendario dúo de pinchadiscos y productores británicos Coldcut, pasando por The reactive square, una obra maestra de 2000 de John Maeda, que propone 10 módulos, cada uno de los cuales reacciona de forma diferente a la introducción de un sonido vía micrófono; hasta Skroll de Servovalve, un software que convierte el ordenador en un instrumento autónomo de creación, que se presentó en 2002.
Después de 10 años de investigaciones, los artistas ya han superado ampliamente la fascinación por el mero hecho tecnológico, aunque siguen impulsados por el deseo de ensanchar y difuminar las fronteras creativas y técnicas de los nuevos medios. "El arte digital y los medios tecnológicos han tenido un desarrollo tan rápido e inesperado que muchas obras emblemáticas ya se han perdido para siempre, porque se consideraban efímeras y nadie pensó en su momento que era importante conservarlas. Por ello es vital poder ofrecer una mirada retrospectiva sobre este fenómeno", concluye Ascaso.
La orquesta de robots de Roland Olbeter
Sonarama, el espacio reservado a las expresiones más radicales y experimentales del arte digital, reúne instalaciones multimedia, presentaciones de software y demostraciones de equipos audiovisuales aplicados a la creación.
"Sonarama no tiene carácter retrospectivo, sino que se propone como un espacio estrechamente vinculado al presente y al futuro" afirma Ascaso.
Hay dos obras que se exponen por primera vez en esta edición del festival. La primera es Sonusphere, una enorme esfera del artista americano Mark Bain, que mediante unos sensores sísmicos modificados recoge las vibraciones inaudibles del Museo de Arte Contemporáneo y las vuelve a expulsar en forma de sonidos.
La segunda, Soundclusters, de Roland Olbeter, es una orquesta formada por cinco robots que interpretan las composiciones creadas expresamente para la ocasión por varios músicos españoles. Dichos robots fueron construidos por este abanderado del low-tech en diferentes años y para diferentes proyectos de la Fura dels Baus y Marcel.lí Antúnez.
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