La desertización de Virgen de Luján

Las elevadas temperaturas que estos días sufrimos en Sevilla capital son una excelente ocasión para reflexionar sobre el último desaguisado urbanístico cometido en la calle Virgen de Luján, que con sus 30 metros de ancho, su situación relativamente céntrica y sus establecimientos comerciales es una de las más importantes avenidas de esta ciudad.

La construcción de un aparcamiento ha sido el pretexto para arrasar todos los árboles a lo largo de 400 metros de calle. Los árboles han sido sustituidos por unas diez macetas con unos inverosímiles árbolitos anoréxicos.

El terreno de esta calle era una huerta, unos viveros, cuando se empezó a construir en la década de 1950. La calle era un bulevar con palmeras y álamos. Esos tiempos de desarrollismo fueron funestos para Sevilla y en particular para el barrio de los Remedios. Sin embargo, lo sucedido posteriormente permite pensar en aquella época como idílica. Sucesivos munícipes suprimieron el bulevar, sustituyeron árboles grandes por ridículos naranjos. La última reforma es intolerable. La calle ha sido convertida en un desierto. Probablemente el munícipe de turno ha pensado en aceras despejadas para terrazas ¿terrazas en el Sahara?

Es lamentable que nuestros abuelos hayan sido capaces de sembrar los impresionantes árboles de sombra que jalonan las avenidas de Miraflores, de Manuel Siurot o de Afán de Ribera, mientras que sus nietos que conocemos las amenazas de de cambio climático nos dedicamos concienzudamente a la desertización urbana. Esto no es inevitable ni irremediable. Por favor, hagan algo, arreglen este crimen. Porque, si esto no es un delito ecológico ¿para que necesitamos esa figura en el Código Penal?