Del "montaje mafioso" a la "esquizofrenia política"
El falso espionaje a Juan Manuel López Benjumea suscitó una encendida batalla política a finales de 2001. El PSOE y el Gobierno andaluz salieron en tromba para subrayar que el caso era "un montaje mafioso"; el PA e IU optaron por la prudencia, mientras que el PP y Pedro Pacheco (ya en el PSA) dieron credibilidad al asunto.
El 29 de noviembre, el día de la publicación del falso seguimiento, la presidenta regional del PP, Teófila Martínez, preguntó a Manuel Chaves en el Parlamento andaluz si la "segunda modernización" consistía "en generalizar las prácticas de espionaje al adversario político". Chaves replicó que, pese a su experiencia política de 30 años, le había "sorprendido hasta dónde puede llegar el juego sucio". El secretario de Organización del PSOE, Luis Pizarro, añadió que era "un montaje que sobrepasa límites inimaginables de decencia y ética".
Días después, López Benjumea dijo: "Estoy avergonzado de que mi partido haya podido llegar a este tipo de actuaciones deshonrosas y a esta falta de ética". En esa línea se pronunció Pedro Pacheco: "Las pruebas son bastante objetivas".
A los pocos días el caso se desinfló y Chaves destacó que se estaba demostrando que "esto es un gran montaje basado en una burda y gran mentira", a lo que Martínez rebatió: "Aquí se ha demostrado que hay unos señores que han vigilado a un señor que en este momento es el presidente de una caja". Además, aseguró que "Chaves está en un momento muy delicado porque está preso de una esquizofrenia política".
Y el secretario general del PP, Javier Arenas, remachó: "Chaves debe mirarse algún día al espejo y darse cuenta de que es el responsable político de la situación de Andalucía" y que debía "dejar de hacerle daño" a la comunidad.
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