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Reportaje:

La vida en las 'agujas del Urquiola'

El Acuario de A Coruña rescata la fauna y la flora de las rocas que dificultan la entrada al puerto, antes de su voladura

Cuatro submarinistas del Acuario de Finisterre, llamado la Casa de los Peces, estuvieron la semana pasada recogiendo algas, estrellas de mar, gorgonias y otros invertebrados en uno de los picos submarinos situados en la entrada norte de la ría de A Coruña y conocidos como las agujas del Urquiola. Son unas formaciones rocosas tristemente famosas porque provocaron la ruptura del casco y posterior incendio del petrolero de ese nombre hace 27 años, con la consiguiente marea negra. Una de las agujas ya no existe, fue dinamitada el viernes pasado, y miles de kilos de rocas desmenuzadas yacen en el fondo, rocas que daban cobijo a ricas fauna y flora. Los submarinistas descendieron el día anterior para rescatar organismos condenados a morir en la voladura; a partir de ahora, esos animales y plantas podrán vivir -y ser admirados- en el acuario, como muestra de la vida en el fondo de la ría.

"Han traído varias especies de estrellas de mar, erizos, esponjas,gorgonias (parientes de los corales), nudibranquios, que son como pequeñas babosas, de tres o cuatro centímetros y de colores preciosos, algas laminarias de unos 70 centímetros de altura...", explica Ramón Núñez, principal responsable del acuario.

"Cómo biólogos es una satisfacción recuperar esos ejemplares, pues si no lo hacemos vuelan en la explosión", añade Antonio Pérez Cribeiro, jefe de biología marina del centro. "Bajamos el día 5, que coincidió con el cuarto aniversario de la Casa de los Peces. La visibilidad era escasa en la inmersión porque el agua de las rías es muy rica en fitoplancton y ello provoca como una niebla", continúa.

Las agujas del Urquiola son unas formaciones rocosas, como grandes estalagmitas submarinas, que se elevan entre cuatro y seis metros sobre el fondo, a unos 22 metros de profundidad. La voladura de estas trampas naturales, largamente esperada por el peligro que suponen para los barcos, facilitará la entrada al puerto. La operación de explosiones controladas de las agujas no ha concluido.

A partir de la semana que viene, Perez Criberio y sus colegas descenderán varias veces para continuar la labor de salvar la vida existente en esas rocas. En su primera inmersión encontraron numerosos invertebrados, plantas y, en general organismos que no habían podido escapar, porque las operaciones de preparación de la voladura, con martillos neumáticos para hacer los agujeros que alojan las cargas explosivas, habían espantado a todo bicho capaz de abandonar el lugar. Las agujas están en un lateral de una plataforma denominada banco de las Yacentes.

Los organismos rescatados, que ahora están en la zona de cuarentena (rutina de seguridad obligada para todo ejemplar que entra en el acuario), serán expuestos en un tanque específico de 2.000 litros de agua, en la sala principal, Maremagnum, con condiciones iguales a las de la ría de temperatura y salinidad, rocas y fondo arenoso.

"La idea es suscitar una reflexión sobre todos los organismos que viven en una roca y que van a desaparecer", comenta Núñez en conversación telefónica. "Somos antropocéntricos y nos dan lástima los mamíferos, las aves y un poco los peces, pero nos importan un rábano los invertebrados, porque no se parecen a nosotros, y sin embargo son tan importantes evolutiva y ecológicamente como cualquier vertebrado".

La sensibilización de la gente sobre las especies en riesgo es una de las preocupaciones constantes de la Casa de los Peces, más aún en situaciones de emergencia. Durante la crisis de la catástrofe del petrolero Prestige, el centro organizó una muestra denominada: Morituri te salutant (Los que van a morir te saludan), dedicada a las especies que en aquellos momentos, a unos pocos metros, al otro lado de las barreras de protección del acuario, eran víctimas de la marea negra más grave que ha asolado hasta el momento la costa gallega.

Las barreras, las cortinas de aire, las compuertas para aislar las piscinas y tanques, las válvulas de seguridad en los conductos de agua y el trabajo frenético de todo el personal, con la ayuda solidaria de decenas de personas e instituciones, impidieron que el chapapote hiciera estragos en este centro.

"No murió ningún animal, y vamos recobrando la normalidad", dice Núñez. "La experiencia ha servido al acuario para madurar, ahora somos más conscientes de nuestra vulnerabilidad. Por ello hemos iniciado la construcción de un nuevo sistema de captación de agua. Ya no me preocupa lo que está en el fondo, el Prestige, me preocupa mucho más el próximo vertido. Puede ser mañana mismo".

Como homenaje al mar y advertencia permanente sobre el daño que se le inflinge, el Aquarium Finisterrae está junto a las rocas en las que encalló en 1992 otro petrolero, el Mar Egeo.

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