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Reportaje:

Vuelven los atascos en la Gran Via

Los ayuntamientos de Barcelona y L'Hospitalet creen que la solución pasa por la construcción del metro

La plaza de Cerdà vuelve a estar en el punto de mira del tráfico. Durante los últimos meses había superado los diversos embates del tráfico sin excesivos problemas, después de su enésima reforma pendiente de rematar, porque aún falta lo que haya que colocar en el centro de la rotonda. Pero en las últimas semanas la plaza de Cerdà se ha vuelto a mostrar como un nudo complicado. Hace unos días, la celebración del salón Construmat colapsó este punto neurálgico como entrada y salida de Barcelona. Las colas fueron quilométricas, tanto por el lado de plaza de Espanya como por el de L'Hospitalet, donde se hallan ya a pleno funcionamiento dos centros comerciales de potente atracción: el centro comercial Gran Via 2 y el gran almacén de Ikea.

Cada día entran o salen de Barcelona una media de 92.000 coches por ese acceso

Los responsables del tráfico de las dos ciudades tienen opiniones coincidentes: el problema no es la plaza de Cerdà, sino la falta de transporte público en la zona. Ha entrado en funcionamiento el segundo recinto ferial, pero el metro sigue sin llegar. Esta opinión no es compartida por el Departamento de Política Territorial, responsable último de la construcción de los ferrocarriles metropolitanos, cuyo portavoz entiende que los proyectos ya están hechos y que la acusación es injusta porque algún día habrá metro en esa zona.

Los profesores de movilidad enseñan que hay una norma que, en materia de tráfico, se cumple siempre: el coche ocupa todo el espacio que se le ofrezca. Ocurrió en Barcelona cuando se abrieron las rondas: el continuo formado por la Meridiana y la calle de Aragó, hasta ese momento al límite de la saturación, pasó a tener un tráfico fluido. Una situación que, tal como se preveía, resultó provisional. Los coches han terminado por llenar las rondas, la Meridiana y Aragó. Lo mismo ha ocurrido en la zona sur de la ciudad. La nueva solución buscada para la plaza de Cerdà se ha mostrado muy operativa hasta que se ha llenado.

Cada día laborable utilizan la Gran Via de Barcelona, entre las plazas de Cerdà y Espanya, 46.000 coches en cada sentido de la circulación. Esto supone 92.000 automóviles de media que, por suerte para sus conductores, no coinciden en la misma franja horaria. Los vehículos que entran a Barcelona tienden a concentrarse en un amplio abanico que se abre a las 11.00 horas y se mantiene con la máxima tensión hasta las 18.00 horas. En cambio, los que salen se concentran en distintos periodos. El primero se abre a las 8.00 horas y se mantiene hasta poco después de las diez. Por la tarde vuelve el tráfico denso sobre las 17.00 horas y no decae hasta tres horas después.

A su paso por L'Hospitalet, la Gran Via ha sido parcialmente reformada, de modo que pudiera absorber el aumento de tráfico que, previsiblemente, comportarían los dos grandes núcleos comerciales abiertos. Al mismo tiempo, se ha mejorado la situación de las calles situadas entre la autovía y el mar que dan acceso al polígono y se han construido algunas rotondas que ordenan los movimientos de los vehículos.

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Xavier Almirall, responsable del tránsito del Ayuntamiento de L'Hospitalet, explica que no se producen atascos ni siquiera en fin de semana, que es cuando acuden más vehículos a los núcleos comerciales. "Puede ser que en algún momento se forme una pequeña cola que, en general, tiene que ver con que un aparcamiento esté lleno o con el hecho de que un conductor se haya parado donde no debe", explica. No obstante, Almirall asegura que son atascos controlados que duran un máximo de 20 minutos.

Los embotellamientos producidos durante la celebración de Construmat fueron diferentes. Tanto Almirall como Pere Navarro, responsable de Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona, creen que es imposible regular estas cosas sin metro. Porque el autobús sirve de poco en una situación congestionada, explica Navarro. Y eso que aquella zona dispone de carril segregado en buena parte del trayecto.

El Ayuntamiento de Barcelona organizó un dispositivo especial de 50 guardias urbanos con la función casi exclusiva de agilizar el tráfico, pero ni así. "Confíamos en la línea 9", afirma Navarro. Pero el tramo que cubre esa zona ni siquiera ha sido licitado por la Generalitat.

Cabría definir rutas alternativas, pero eso es algo en lo que los responsables del tráfico de Barcelona prefieren no pensar. Un posible camino alternativo como la montaña de Monjuïc presenta dos problemas: no evita el escollo de la plaza de Cerdà y las vías de la montaña no están pensadas para soportar altas densidades de tránsito, ni en el interior de Montjuïc ni en sus sistemas de acceso y salida. Habrá, pues, que esperar la llegada del metro. Sólo serán unos cuantos años.

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