Adiós a las agujas del 'Urquiola'
El puerto de A Coruña comienza a demoler las rocas donde encalló el petrolero en 1976 con 101.000 toneladas de crudo
El 12 de mayo de 1976, el petrolero Urquiola embarrancaba en unas agujas rocosas en la entrada al puerto de A Coruña que no figuraban en las cartas marinas. El siniestro produjo el vertido de 101.000 toneladas de crudo en la ría, y también el cierre para el tráfico de grandes buques o con mercancías peligrosas de uno de los dos canales de acceso al puerto, el norte o de Seixo Branco. Ayer, 27 años después de la tragedia del Urquiola -cuya marea negra impidió la actividad de pesca de bajura durante tres meses-, comenzó la voladura de las piedras en las que chocó el primer petrolero siniestrado en la ría coruñesa, y determinaron en parte posteriores tropiezos.
En la voladura de ayer, externamente imperceptible -ni se enteraron del momento exacto los periodistas desplazados en barco hasta la zona acotada-, se utilizaron unos 30 barrenos, colocados en huecos excavados manualmente durante dos semanas.
César Torrado, uno de los submarinistas expertos en demoliciones que inspeccionaron después las agujas, y que volvió a la superficie con alguna muestra de la roca volada, estimó que "a la espera determinar con la sonda los efectos, podría haberse reducido la altura en un tercio. Vamos poco a poco". Torrado añadió que la "magnitud máxima de las rocas puede alcanzar los 100 kilos".
Los explosivos se colocaron en la más alta de las cinco agujas, precisamente la que perforó el casco del Urquiola. La operación, cuyos trabajos los lleva a cabo la empresa UTE Bardera Obras Civiles y Marítimas, SL y Arenas del Miño, SA, costará 518.000 euros y durará alrededor de tres meses. Mediante dos toneladas de goma 2, rebajará cuatro metros la formación rocosa, unos mil metros cúbicos de escombros que habrá que retirar del fondo.
El calado del acceso aumentará hasta los 17 metros, pero sobre todo reabrirá la doble vía de entrada al puerto, hasta ahora reducida al más complicado de los dos, el Oeste, que implica una maniobra muy precisa.
En ese canal fue en el que embarrancó en 1992 el petrolero griego Mar Egeo (80.000 toneladas vertidas), y su dificultad fue uno de los argumentos esgrimidos para desechar la entrada a puerto del Prestige, en noviembre del pasado año pasado.
Las agujas (la más alta, a 13 metros de la superficie del mar) no aparecían en las cartas marinas realizadas en 1918, las de uso habitual el siglo pasado, aunque los pesqueros sí las conocían y reclamaban su inclusión. En 1967 las detectó un buzo de una empresa privada; en 1969 tocaron en ellas los petroleros Santiago e Ildefonso Fierro, y en 1974 el buque Magdalena del Mar aportó pruebas de su existencia a la Comandancia de Marina. Sin embargo, no fue hasta un año después del siniestro del Urquiola cuando el barco oceanográfico Malaspina realizó un estudio del fondo y pasaron a figurar en los mapas.
Tuvieron que pasar casi otros 20 años, hasta 1995, para que la Autoridad Portuaria de A Coruña encargase un estudio sobre la zona, que fijó con exactitud la conformación de las rocas y descubrió que tenía cinco agujas. El proceso que desembocó en la voladura realizada ayer por la mañana ha tardado otros siete años en iniciarse.
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