"¡Gánalo ya!"
El partido concluyó de una forma absolutamente previsible visto cómo se había desarrollado. Albert Costa no pareció excesivamente hundido cuando se dirigía a su silla para guardar sus raquetas y recoger sus cosas. Tuvo que esperar un rato en la red, a que Juan Carlos Ferrero concluyera la celebración de su victoria. El valenciano se dejó caer al suelo de rodillas, fijo su mirada hacia el cielo y, levantando sus brazos, dirigió sus dos dedos índices en aquella dirección como regalándole la victoria a su madre, Rosario, que falleció cuando él tenía 16 años. Entonces se produjo aquel momento protocolario, el abrazo entre los dos amigos antes de retirarse de la pista, que Albert Costa convirtió en especial.
"¡A ver si lo ganas ya!", le dijo. "Te deseo toda la suerte del mundo". Y los dos abandonaron la pista, reforzando así una amistad que había quedado patente a lo largo de todo el torneo y de todo el partido que les enfrentó, en el que fueron ellos y no el árbitro quienes decidieron las bolas dudosas. "Está jugando a un nivel altítimo", agregó luego el leridano en referencia al de Ontinyent. "Los intercambios de golpes han sido de una intensidad altísima. Y estoy convencido de que si juega con la misma actitud que hoy, brillante, relajado y creyendo en sí mismo, ganará la final".
Ése es el gran reto de Ferrero, que se prepara a conciencia para evitar cualquier tipo de presión y poder ofrecer su mejor rendimiento en la final de mañana (15.00, La 2) frente al holandés Martin Verkerk. "Mentalmente", indicó el valenciano, "me siento mucho mejor que el año pasado. En los momentos difíciles he estado ahí, buscando mis mejores golpes y los he encontrado".
Ferrero y Verkerk se enfrentaron una vez en el torneo de Kitzbühel. "Le gané", recuerda el de Ontinyent, "pero me costó. Me sorprendió la potencia de su saque, pero también que se movía bien en el fondo de la pista. Sin embargo, creo que puedo vencerle. Ayer, contra Coria, perdió el saque dos veces y concedió varias bolas más de break que el argentino no acertó a concretar. Creo que con mi juego podré aprovecharlas. Y con mi saque me siento muy seguro".
El sueño de Ferrero va tomando cuerpo. A los 12 años ya estuvo en Roland Garros viendo algunos partidos y ahora llega a la final en su mejor momento físico y psicológico. "Sí", afirmó, "ganar este torneo es uno de mis sueños. Pero no siento ansiedad. No me obsesiono. Si no gano este año, me quedan mchos más".
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