_
_
_
_
_

Juan Pablo II inicia en Croacia su viaje número 100

El Papa expresa su confianza en que el país balcánico refuerce la UE

El Papa de los récords estableció ayer uno más en Croacia, donde inició su viaje número 100. Un número redondo que resume 25 años de pontificado de Karol Wojtyla, dominado por una pulsión populista que le ha llevado a dar la vuelta al mundo 29 veces, lo que equivale a recorrer tres veces la distancia entre la Tierra y la Luna. Juan Pablo II pisó tierra croata en el aeropuerto de Rijeka, en la costa adriática.

Las autoridades croatas y unos pocos cientos de personas esperaban a Juan Pablo II en el aeropuerto. El Papa les saludó con un discurso en el que hizo votos por que la pequeña república, de 4,6 millones de habitantes, entre en la gran familia de los pueblos de Europa" y contribuya así a reforzar la Unión, "como entidad territorial" y "realidad cultural y espiritual".

Es la tercera visita de Juan Pablo II a Croacia desde su independencia en 1990, un detalle que habla por sí solo de la "tutela" afectuosa del Vaticano sobre este territorio católico en un mar ortodoxo. Wojtyla estuvo en 1994 y regresó en 1998, entre otras cosas, para beatificar al arzobispo Alois Stepinac, controvertido héroe de la nación. El Pontífice le recordó ayer como "mártir" de la patria en su discurso ante el presidente croata, Stepan Mesic (último presidente de la república socialista yugoslava), que le había saludado con estas palabras: "Usted es una parte integrante de la historia y de la vida cotidiana de nuestra patria".

El Papa desembarcó del avión que le trajo de Roma en el habitual montacargas y alcanzó la tribuna de autoridades en la peana móvil. Aun así, su aspecto era relativamente bueno y su voz sonó firme cuando leyó el breve discurso de saludo a los croatas. Juan Pablo II no mencionó los graves problemas que afronta el Gobierno socialdemócrata de Ivic Racan, con un desempleo del 22%, una deuda exterior del 60% del PIB -y que no deja de crecer- y una economía al borde del colapso. Croacia presentó en febrero su solicitud de ingreso en la UE, y confía en completar el proceso en 2007. La visita del Papa será un espaldarazo para esta pretensión que muchos juzgan muy optimista.

Aunque mencionó de pasada las huellas de una "guerra cruel", Wojtyla prefirió echar mano del pasado comunista para justificar la actual situación de un país obligado a reparar los daños causados por un "sistema totalitario que durante demasiado tiempo ha intentado imponer una ideología contraria al hombre y a su dignidad". A su lado escuchaban atentos el presidente y el primer ministro, ambos altos cargos del antiguo partido comunista yugoslavo, reciclados por la joven democracia croata.

El Papa elogió al cristianismo, que "ha tenido el mérito de haber señalado y proclamado" los valores de la dignidad, de la honestidad moral e intelectual, de la libertad religiosa y la defensa de la familia. Valores a los que debe aferrarse Croacia para consolidar "una estabilidad social que promueva la asistencia pública, la educación abierta a toda la juventud, la erradicación de la pobreza y la desigualdad, en un clima de relaciones cordiales con los países vecinos". Croacia no lo ha hecho hasta ahora, y pesa aún la influencia del fallecido presidente Franjo Tudjman, un ultranacionalista que guió con mano de hierro el país desde su independencia hasta su muerte, hace tres años.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_