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Reportaje:

Sobrevivir a la muerte del hijo

Padres de los escolares de Ripollet fallecidos hace tres años en el accidente de Soria crean una asociación de ayuda

Unos padres están preparados para ver crecer a sus hijos, para ir haciéndose viejos mientras ellos aprenden, se enamoran, se hacen adultos. Pero no están preparados para hacer un largo viaje lleno de incertidumbres, llegar a un estadio de cemento a las dos de la madrugada y que alguien les lea una lista de supervivientes en la que no figura su hijo de 15 años. Era la edad que tenía David, el hijo de Vicenta Rodrigo, cuando murió, el 6 de de julio hará tres años, en una carretera de Soria. Se dirigía, junto con sus compañeros de clase, a un campamento de verano cerca de Aranda del Duero. Pero un fatídico encuentro con un camión lo cambió todo. Hubo 28 víctimas, 22 de ellas jóvenes estudiantes de entre 14 y 16 años de los colegios Sant Esteve de Ripollet y Modolell de Viladecans.

"Agradecí que nadie me diera prisa para estar bien, porque esto duele mucho"
"Cuando muere un hijo no hay fórmulas mágicas. Cada uno coge el flotador que puede"

Vicenta recuerda que cuando se dio de bruces con la tragedia perdió la capacidad de oír. Su cabeza estalló y se negó a creerlo. No cesaba de repetirse "mi niño, no; mi niño, no". El tiempo se paró, "mi reloj siempre tenía la misma hora, todo el mundo avanzaba pero yo estaba ahí, quieta". Durante mucho tiempo se negó a creerlo. Pero Vicenta tiene otra hija y una pareja. Así que trabajó "mucho para superarlo, asumirlo, que no olvidarlo".

Tres años después de aquella tragedia, es una de las impulsoras de la asociación Un Nou Horitzó. Son padres que, como Vicenta, perdieron a sus hijos en aquel fatídico mediodía de un 6 de julio. Quieren ayudar a otros padres que pasen por lo mismo. Pero ¿cómo convencer a un corazón magullado para que siga funcionando? "Puedo darles la mano, escucharles, darles un abrazo, que me llamen cuando haga falta..", responde Vicenta. La imposible tarea del consuelo .

"No hay fórmulas mágicas; si no, me la hubiera aplicado a mí misma para que mi hijo regresara. Cada cual coge el flotador que puede". A Vicenta le ayudó llorar con otros padres, compartir experiencias, ver cómo cada uno intentaba superarlo, darse consejos. Empezaron a quedar de forma casi casual. Se encontraban en las visitas al psicólogo y se preguntaban unos a otros. Decidieron reunirse y formar un grupo de duelo. Al principio eran cuatro las familias, al final fueron ocho. Poco después del trágico siniestro, explica Vicenta, buscaban respuestas, "como las familias de los militares que murieron en el accidente de avión".

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"Yo también las busqué, quería saber cada detalle del accidente, cómo pasó, por qué pasó, pero las respuestas no me daban la solución porque la única solución era que me devolvieran a mi hijo". "De las reuniones, agradecí que nadie me diera prisa para estar bien, porque esto duele mucho, nadie lo puede entender si no ha perdido un hijo". Aquello de "ya verás como todo irá mejor" no sirve.

Albert Riba perdió a su hijo Oriol, de 14 años. "Entre padres es algo innato, no hacen falta palabras, es el silencio, el contacto". Albert explica: "Primero te desahogas, recuerdas, quieres saber cada detalle del accidente, después hablas de cómo resolver las situaciones cotidianas". Para Vicenta y Albert la vida ya no volverá a ser igual. "Cambian las prioridades. Ahora los problemas ya no son problemas porque tienen solución". Ellos creen que pueden aportar a otros padres "mucha experiencia, mucha sensibilidad". Y añaden: "Sabemos cómo se sienten los afectados, tenemos mucha información de todas nuestras sesiones que también puede ser útil para los profesionales".

Tres años después, analizan el dispositivo que se organizó en aquella catástrofe en la que perdieron la vida tantos adolescentes. Aquel 6 de julio, a las siete de la mañana, dejaron a sus hijos, encantados porque iban de campamento. Al mediodía recibieron una llamada y cogieron un autobús. Nadie sabía nada. No se facilitó la lista de supervivientes hasta llegar a Soria. "Si lo hubiese sabido, no habría aguantado el viaje", asegura Albert. Vicenta opina igual: "Lo aguanté porque tenía algo de esperanza". El autocar paró en Soria, en el estadio, y tres familias desaparecieron sin que nadie se diera cuenta. Eran los familiares de los supervivientes. El resto, dentro del estadio, escuchó la lista de los heridos. Ninguno de ellos era hijo o hermano suyo.

Ambos padres insisten en la importancia del apoyo que recibieron. "Nunca nos dejaron solos". Después vino el multitudinario funeral, los féretros en el fondo del campo de fútbol de Los Pajaritos, más de 5.000 personas, el sol que caía a plomo. Albert admite: "Me costó mucho poder aguantar la ceremonia, pero después lo he agradecido, es como un homenaje a mi hijo".

Montse Mas ha sido desde los inicios una de las principales impulsoras de Un Nou Horitzó. Es la responsable de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Ripollet, pero en la asociación está como madre. Perdió a su hijo de tres años en una operación. "A mí me tocó pasar esto sola y hubiera agradecido contar con el apoyo de un grupo", dice, y pide más recursos: "Es responsabilidad de la Administración, que es la que tiene que actuar, generar recursos, evitar sufrimientos innecesarios". Montse Mas considera que "es importante que se lidere la actuación, a menudo hay mucha desorganización y todo el mundo actúa por su cuenta. Alguien tiene que decidir qué se hará, quién dará la información, quién la recibirá y en qué lugar. Es importante dar la información porque el afectado tiene derecho a tenerla aunque en momentos tan duros no te esté escuchando".

Otro punto importante es que "las parejas puedan tener momentos de intimidad. En Soria la información se dio en un lugar frío, en un estadio de cemento, sin intimidad". También hay que prever el regreso, que los padres no tengan que ocuparse de nada, que no tengan que pasar por los trámites de las aseguradoras, por la burocracia, por los abogados. "Ir a pedir la acta de defunción o a la aseguradora para que me valoraran en dinero la pérdida de mi hijo es algo que nunca hubiera podido hacer", dice Albert. Todo esto es lo que piden estos padres. Y que la Generalitat les tenga en cuenta porque, afirman, pueden "ayudar mucho".

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