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LA POSGUERRA DE IRAK

El Gobierno estudia desplegar tropas en la zona de Irak bajo mando polaco

Aznar reúne al Gabinete de Crisis para debatir la aportación española

El Gobierno no termina de encontrar una solución satisfactoria para el despliegue de los 1.500 efectivos militares que ha comprometido en el mantenimiento de la paz y la reconstrucción de Irak. Tras aspirar a controlar, primero, una zona del sur y proponer, después, el despliegue en la zona meridional bajo control británico, ahora, según dijo ayer la ministra de Exteriores, Ana Palacio, considera la posibilidad de integrar sus fuerzas con el contingente al mando de Polonia, que tiene encomendada la zona entre Bagdad y Basora.

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Palacio dijo durante la rueda de prensa que pronunció con ocasión de la reunión celebrada en Madrid por los ministros de Exteriores de la OTAN, que "el Gobierno está estudiando muy cuidadosamente cuál es nuestra mejor forma de participar en Irak, y una de las posibilidades es la de participar junto a Polonia, en el marco del apoyo que le va a prestar la OTAN".

Los ministros de la Alianza aprobaron por el llamado "procedimiento de silencio", es decir, al no haber oposición de ninguno de los presentes, la petición de ayuda que le había cursado Polonia para suplir la falta de medios que impide a ese país desarrollar las tareas, especialmente de comunicaciones, transporte y otros medios de coordinación, a que se ha comprometido al asumir el control de una parte importante del territorio iraquí.

La declaración de Palacio se enmarca en ese contexto y choca con la posición que ha venido manteniendo el ministro de Defensa, Federico Trillo, de que las tropas se desplegarían en la zona británica.

Fuentes diplomáticas insisten, sin embargo, en que no hay ninguna línea marcada sobre este tema y que la ministra podía referirse a una posibilidad, ya contemplada por Trillo, de que España coopere con Polonia a nivel de Estado Mayor dentro del plan de apoyo patrocinado por la OTAN, sin que ello impida que el grueso del contingente español se despliegue en la zona británica. En una reunión celebrada a finales de mayo en Varsovia para diseñar la fuerza multinacional que mandaría Polonia, los representantes del Ministerio de Defensa español ofrecieron entre 25 y 30 oficiales y suboficiales para el Estado Mayor.

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Como solución final, en medios diplomáticos competentes se ha insistido en que el único interés prevalente del Gobierno español es mantenerse en Um Qsar, porque allí se encuentra el buque con el contingente de 900 hombres embarcados desde el fin de la guerra en la misión humanitaria. Si para lograr esa posición fuera preciso que los 600 efectivos adicionales dedicados al mantenimiento de la paz y la reconstrucción que se van a enviar, incluidos 120 guardias civiles, queden fraccionados entre la zona de control polaco y la británica, que son contiguas, es probable que eso ocurra.

Se puede dudar, sin embargo, de que la fórmula sea satisfactoria, y esto explica la tardanza en resolver el tema. Ayer mismo, el secretario de Estado de Defensa y responsable máximo del tema de Irak, Fernando Díez Moreno, reconocía que la zona de despliegue "todavía no está determinada".

Polonia anunció ayer, entre tanto, que el viernes dará a conocer la composición del contingente multinacional de unos 7.000 hombres -2.000 de ellos polacos- que va desplegar. Italia ha fijado ya en unos 3.000 los efectivos con los que asumirá la situación a partir de Naseriya, una zona que también era apetecida por España.

La modestia del contingente español de 1.500 explica, entre otras cosas, que las aspiraciones españolas estén siendo relegadas y el consiguiente retraso en la definición de su despliegue. Esa tardanza está llegando a ser incómoda y, por eso, el presidente del Gobierno, José María Aznar, convocó ayer un Gabinete de Crisis, integrado por representantes de Exteriores, Defensa, Economía, por el vicepresidente Mariano Rajoy y altos cargos de La Moncloa, para intentar dar un impuso definitivo al tema.

Trillo, con el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Moreno Barberá (izquierda), y el teniente general Marcos Miralles, director del Ceseden.
Trillo, con el jefe del Estado Mayor de la Defensa, Moreno Barberá (izquierda), y el teniente general Marcos Miralles, director del Ceseden.GORKA LEJARCEGI

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