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El exceso de alcohol provoca cuatro de cada 10 accidentes mortales de tráfico

La consejera de Justicia propone castigar con penas de prisión las infracciones reiteradas

Lluís Pellicer

555 personas perdieron la vida en 2002 en las carreteras catalanas, en 460 accidentes de tráfico. El 40,9% de ellos fueron causados por el consumo de alcohol. Las campañas de publicidad pueden convencer de que no se debe conducir de forma temeraria, pero sólo con medidas legales se logra cambiar las conductas. Ésta es la premisa de la que parte el Servicio Catalán de Tráfico (SCT) para intentar reducir en un 15% los accidentes mortales. La consejera de Justicia, Núria de Gispert, anunció que propondrá endurecer el Código Penal para aplicar penas de prisión a quienes reincidan en las infracciones.

Un neumático, cristales rotos y un móvil destripado componen la imagen de un accidente. En la pantalla del móvil, un mensaje incompleto: "Pau, vamos en el coche de Meri. Todas tajas, je je. Tardamos cinco minutos". El mensaje nunca llegó a su destinatario. Se trata de un anuncio elaborado por alumnos de Publicidad de la Universidad Autónoma de Barcelona. Teniendo en cuenta los datos aportados por el SCT, los hechos podrían ser reales. Durante el año pasado, el 5% de las 350.000 pruebas de alcoholemia efectuados por los Mossos d'Esquadra dieron positivo.

El Instituto de Tráfico y Seguridad Vial señala que la somnolencia es la segunda causa de mortalidad en las carreteras y es la responsable del 16% de los siniestros; le siguen la fatiga (7%) y el consumo de drogas (6%). Francisco Toledo, investigador de este organismo, se mostró ayer preocupado por la apnea del sueño, una enfermedad sólo diagnosticada en el 18% de los casos y que se sospecha que puede ser la causa de muchos de estos accidentes provocados por el sueño.

En cualquier caso, los datos dejan claro que el 90% de estos siniestros en carretera se producen por un error humano. El SCT se ha propuesto reducir en un 15% los accidentes tratando de incidir sobre las actitudes y los comportamientos de los usuarios de la carretera.

Para alcanzar este objetivo, el SCT volverá a recurrir a las campañas de sensibilización a través de los medios de comunicación. Pero no será suficiente. Una de las conclusiones del I Congreso de Publicidad y Seguridad Vial celebrado ayer en Barcelona fue que la publicidad no es eficaz si no se acompaña de medidas legales y de control. El Gobierno catalán ha anunciado que propondrá castigar con penas que pueden llegar a la prisión a los que cometan reiteradas infracciones de tráfico. En el segundo semestre de 2002, se observó que 55 personas quebrantaron las normas de circulación de forma grave en más de cinco ocasiones. "La conducción bajo los efectos del alcohol y los excesos de velocidad deben ser objeto de persecución. Cuando las conductas son temerarias, creemos que se debe superar la vía administrativa y aplicar castigos penales", afirmó De Gispert.

El argumento de acompañar las campañas publicitarias con acciones de control se vio reforzado con el dato que aportó el francés Tahar Khlifi, doctor en Psicología Social y autor del texto El automóvil y el accidente de circulación. Khlifi señaló que la decisión del presidente francés, Jacques Chirac, de luchar contra los accidentes mortales mediante una mayor presencia policial en las carreteras se ha traducido en una reducción de la mortalidad en unas 1.000 personas en un año.En España se produjo un caso similar al francés en el año 1992 con la entrada en vigor de la Ley de Seguridad Viaria, que endurecía las sanciones contra los comportamientos temerarios al volante. La norma, además, fue acompañada de una campaña publicitaria muy dura de gran impacto emocional.

Los buenos resultados cosechados por estos anuncios hicieron que la Dirección General de Tráfico (DGT) optara por continuar en esta línea de comunicación. Pero como reconoció la responsable del Servicio de Divulgación de la DGT, Teresa Bernacer, "la violencia de los mensajes no puede ir aumentando indefinidamente", de ahí que se introdujera una línea igualmente cruda pero más positiva.

No obstante, la publicidad de impacto no es efectiva si no se acompaña de contenidos educativos. Así lo cree el catedrático de Psicología y Seguridad Viaria de la Universidad de Valencia, Luis Montoro, quien opinó que los espacios emocionales logran mentalizar sobre la gravedad de las situaciones, pero no forman sobre los factores de riesgo que las provocan. Algo que está en la base de los anuncios del Reino Unido, donde el Ministerio de Transportes y empresas privadas invertirán 19 millones de euros en la campaña para los dos próximos años. "Se orientan a públicos muy determinados y, en el caso de la televisión, se emiten en horarios de máxima audiencia, cuando los niños aún no se han ido a la cama, porque también ellos deben ser prudentes como peatones", afirmó el director del departamento de Educación de Políticas de Tráfico, Ray Lane.

Conducción y teléfono

Todos los ponentes coincidieron en que la seguridad vial es un asunto de preocupación social con repercusiones mediáticas inmediatas. Por ello, destacaron la necesidad de transmitir contenidos que incluyan los comportamientos de riesgo que los usuarios aún desconocen. "No sólo se debe hacer hincapié en los aspectos que son ilegales; por ejemplo, conducir hablando por teléfono con el manos libres no lo es y es muy peligroso", recordó Montoro.

Las tareas de sensibilización deben reforzarse en otros ámbitos que cuentan con un seguimiento aún bastante minoritario, como el uso de los cinturones de seguridad de los asientos traseros, la colocación del salvacuellos y la compra de cascos integrales homologados.

Estas campañas, sin embargo, se encuentran con dos obstáculos. El primero lo constituyen los ámbitos irregulares de la seguridad viaria, que provocan decenas de muertes cada año. "No entiendo por qué el sector profesional de los transportes no está obligados a usar el cinturón de seguridad cuando el 37% de los accidentes mortales que sufre es debido al vuelco del vehículo", afirmó Montoro. El segundo enemigo es la publicidad comercial de las empresas automovilísticas empeñadas en vender velocidad.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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