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Evelyn Hellenschmidt muestra su afán por trascender la razón con su obra escultórica

La artista presenta en la galería donostiarra Arte-ko sus creaciones de los últimos años

Maribel Marín Yarza

Evelyn Hellenschmidt (Eltville, Alemania, 1962), afincada en España desde 1986, es una artista con ambiciones que van más allá de lo puramente estético. "Trato de ir a esa frontera que separa el uso de las palabras de la razón. Quiero ir más allá de la razón", dice cuando se le pide que explique su obra escultórica. "Puede ser muy pretencioso, pero es lo que busco". Esa es la intención que mueve su trabajo, el propósito oculto tras las piezas de latón, bronce e hilo metálico que ha creado en los últimos años y que ahora presenta en la galería donostiarra Arte-ko.

La exposición, que permanecerá abierta al público hasta el 28 de junio (Secundino Esnaola, 3), descubre a través de una serie de dibujos sobre papel y 16 esculturas de pequeño, mediano y gran formato, la obsesión de la artista por la naturaleza. Le cuesta reconocerlo, pero en todas sus obras plasma la insignificancia del ser humano en la inmensidad del universo. "Eso sería una metáfora y a mí no me gustan", advierte la artista. "Lo único que puedo decir es que la naturaleza es una parte muy importante de mi vida. Siempre he vivido rodeada de ella", explica "y eso puede dar una idea de por dónde transita mi obra". Pero a renglón seguido, a Hellenschmidt se le escapa una frase que ilustra su forma de pensar y ofrece claves para interpretar su trabajo. "Hay muchas filosofías que ponen el ser humano en el centro del universo y para mí no lo es. Sólo es una parte", sentencia.

Y así lo plasma en sus esculturas. En el centro, el hombre, preso o perdido entre la maraña de alambres que emulan inmensas ramas de árboles enredadas. A veces la luz se cuela, otras, se siente que la figura no tiene ninguna escapatoria. Son piezas livianas, sutiles, llenas de detalles, que llevan irremediablemente a pensar que tras ellas está la mano de una mujer. "Hay veces, cuando te detienes a observar una obra, que no sabes si ha sido pensada por un hombre o una mujer", apunta. "Pero en mi obra creo que está muy claro. Aunque no quiero decir que los hombres no son delicados ni frágiles".

La escultura no fue el punto de partida de Hellenschmidt en el arte. Empezó pintando, pasó por el realismo, el expresionismo, el impresionismo, hasta que sintió que esta disciplina no le permitía avanzar y descubrió que sus lienzos se llenaban de volúmenes. "Empecé con el barro, continué con la escayola y comprendí que debía dar continuidad a mi trabajo en tres dimensiones", explica. Desde hace diez años trabaja con bronce y latón patinados, y con cobre. Ha intentado crear arte con otros materiales, pero no han acabado de convencerle. "No me siento en mi mundo ni con la piedra ni con la madera. El trabajo es muy ruidoso y me molesta, no acabo de sentirme a gusto", confiesa.

La exposición de Hellenschmidt, Hintergrund, Hinter-grund es la segunda de la artista en esta galería donostiarra y completa la trilogía de 3 mujeres escultoras organizada por Arte-ko, que ha descubierto además en los últimos meses el trabajo de las autoras navarras Maria José Recalde y Dora Salazar. Pero no se disolverá el 28 de junio. La muestra, que difunde la obra de una artista con una trayectoria consolidada y jalonada de premios, pudo verse en la Galería Ponce de Madrid y en la Martíne Namy-Caulier de París, y después de San Sebastián se trasladará al Centro Portugués de Serigrafía y a la Galería Isabel Ignacio de Sevilla.

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