La veteranía en el cine es un grado
El Festival de Peñíscola homenajea a los emblemáticos María Galiana y Sancho Gracia, relanzados por jóvenes directores
La veteranía es un grado, según reza el dicho popular, y el Festival de Peñíscola se rindió ayer a la veteranía de dos "monstruos del cine español", como los definió el director Alex de la Iglesia, al entregar sendos premios a la trayectoria a los actores María Galiana y Sancho Gracia, en la gala de inauguración del certamen el Premio Pepe Isbert y el Calabuch de Honor respectivamente. Ambos forman parte de la misma generación. Galiana cumplía ayer 68 años y Gracia hará 67 en septiembre, pero sus carreras han discurrido de manera muy diversa. Galiana se encontró con la fama y el reconocimiento en 1999, cuando se topó "con un guión extraordinario y dos grandes talentos, Benito Zambrano y Antonio Pérez, que me dieron la oportunidad de hacer una película maravillosa como fue Solas", explicó la actriz sevillana, que ironizó que gracias a ella es "la envidia del Imserso", porque remató: "Después de jubilarme como profesora, ser famosa, ganar un Goya y firmar autógrafos ha sido una suerte". Hasta esa emblemática película, Galiana trabajó durante años como profesora de Historia del Arte. "No quiero pensar que mis alumnos han tenido como profesora a una actriz frustrada, porque yo he puesto tanto entusiasmo cuando enseñaba como ahora lo pongo como actriz", explicó la veterana intérprete al recordar una época en la que compaginaba la docencia con "pequeños papeles de tata, dueña de burdel o asistenta, porque es la pinta que tenía y es lo que me pedían".
La carrera de Galiana está en las antípodas de la de Sancho Gracia, un todoterreno del cine español al que Alex de la Iglesia, con quien en actor madrileño ha trabajado en dos películas, definió como "ese tipo de actor de cine de aventuras que desgraciadamente no existe en el cine español". Gracia, con 40 años de trabajo en el cine, el teatro y la televisión, y un buen número de películas "de género" sobre sus espaldas, recordó su etapa de protagonista de spaguetti-western como "estupenda, porque sirvió, entre otras cosas, para "revitalizar actores que no querían en Hollywood, como Clint Eastwood, descubrir directores como Corbucci o Leone, y fomentar una industria". Gracia, que en los últimos años se ha visto relanzado con Cachito, de Enrique Urbizu, o 800 balas, de De la Iglesia, concluyó: "Es una maravilla que este país continúe dando talentos".
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