Carrera investigadora
La situación de la investigación y la ciencia en España ha llegado a un grado de deterioro que no habíamos conocido. La creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología se interpretó como una acción para impulsar la investigación de este país con los mecanismos de gestión específicos que requiere una cuestión de Estado, que es el reflejo del desarrollo de un país. Sin embargo, el nivel de descontento entre los investigadores está en uno de sus puntos más altos.
¿Cuál puede ser la capacidad de gestión de un ministerio que va a conocer a tres ministros en una sola legislatura? Tal vez esta inestabilidad esté relacionada con la falta de acción política. La inversión destinada a Investigación y Desarrollo es ridícula (0,9% del PIB, frente al 1,9% de media en Europa). Un sector tan dinámico como la ciencia no puede permitirse quedar rezagado del ritmo de la comunidad internacional.
Una de las carencias más evidentes del sistema de investigación español es la ausencia de una carrera investigadora que lo estructure y vigorice. Entre los 23 años que tienen los investigadores cuando ingresan en el sistema de investigación y los 35 años de edad media a la que se consigue el primer contrato laboral hay más de diez años de actividad investigadora que transcurren sin ningún derecho socio-laboral. Sólo un sistema de becas sostiene a los jóvenes investigadores durante esta larga travesía.
Esta situación expresa alto y claro el desinterés del Gobierno por el desarrollo del conocimiento. Sin una carrera investigadora cuyas etapas se cubran con contratos laborales dignos no se pueden crear los incentivos mínimos para que los estudiantes decidan emprender esta profesión. La falta de horizonte y de perspectivas no es un aliciente. Los números hablan por sí mismos. Tenemos una de las tasas de investigadores por cada mil habitantes más bajas de Europa. Si no se establecen mecanismos para promover la dedicación a la investigación, no podrá contarse con el intangible más valioso que tiene un sistema de investigación: sus personas, sus científicos.
El reconocimiento de la profesionalidad de los jóvenes investigadores es el primer paso para dignificar esta labor vital en la llamada "sociedad del conocimiento". Es el primer paso para incentivar la competitividad y la movilidad de los nuevos investigadores. Es el primer paso para internacionalizar nuestro sistema de investigación.
Es hora de que el Gobierno central y las Administraciones autonómicas ofrezcan algo más que excusas y promesas. La protesta está en la calle; la responsabilidad, en su tejado.
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