El coste de la 'jugada maestra' de Aznar
La estrategia del presidente para ganar la alcaldía de Madrid con Gallardón deja al PP sin el Gobierno de la comunidad autónoma
Un ejercicio de política ficción: ¿Qué habría ocurrido si Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón hubieran intercambiado el domingo sus papeles? Si ella, de pronto, hubiera sido la candidata a alcalde de la capital y él hubiera intentado revalidar su puesto en la Comunidad de Madrid.
Lo que muestran los números es que Aguirre, con los votos logrados el domingo en el municipio de Madrid, sería hoy alcaldesa por mayoría absoluta. Es verdad que con una mayoría absoluta de sólo 28 concejales, justo como la de José María Álvarez del Manzano, y no de 30 ediles, como Ruiz-Gallardón, pero mayoría absoluta al fin.
Y que el próximo alcalde, sumando los escrutinios que obtuvo en la capital con una proyección rebajada de los que logró hace cuatro años en el resto de los municipios de la provincia, habría hoy revalidado su puesto como presidente autónomo también por mayoría absoluta. Es decir, el PP mantendría hoy el poder tanto en el ayuntamiento como en la comunidad autónoma. Además, en la ciudad de Madrid, Gallardón logró 43.000 votos más que Aguirre. Sólo ese puñado de papeletas habría sobrado para que el PP mantuviera la mayoría absoluta en la región.
La Comunidad gestiona 12.534 millones de euros de presupuesto, cinco veces más que el Ayuntamiento
Los votos de Aguirre en la capital habrían mantenido para el PP el Ayuntamiento con mayoría absoluta
El coste de la designación de Ruiz-Gallardón para la alcaldía, una apuesta personal de José María Aznar cuando temió perder el ayuntamiento, ha sido dejar al PP sin la Comunidad de Madrid. Pero, para Aznar, lo "esencial" era no perder la alcaldía, aunque fuera al precio de ceder el gobierno regional, que gestiona un presupuesto muy superior y tiene un poder económico también mucho mayor que la alcaldía.
En cifras, la comunidad autónoma gobierna sobre 5,5 millones de habitantes y el ayuntamiento sobre los 3,1 que viven en la capital. El presupuesto de la Comunidad es de 12.534 millones de euros y el de la alcaldía de 2.414 millones de euros (cinco veces menos). De ese presupuesto, las inversiones de la Comunidad ascienden a 904 millones de euros. Esa inversión en el ayuntamiento es de 343 millones de euros (la tercera parte). La Comunidad gestiona además el Canal de Isabel II, una de las empresas de aguas mayores de Europa, Telemadrid, y tutela CajaMadrid, la segunda caja y la quinta mayor institución financiera de España.
Pero ser alcalde de Madrid, políticamente, es para el PP "mucho más relevante". En el PP mantienen que también lo es para el PSOE, pues mientras la candidata a la alcaldía era una "apuesta personal de José Luis Rodríguez Zapatero, el candidato a la Comunidad, Rafael Simancas, era un descarte". Ese "descarte" será el próximo presidente madrileño.
La apuesta socialista fue el principal motivo de la designación de Gallardón decidida por Aznar. El líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, había anunciado que Trinidad Jiménez, una mujer joven, atractiva y preparada, sería la candidata socialista para el ayuntamiento. Y el presidente debió ver ese envite socialista como "un buen golpe de efecto", que se unía a "cierto agotamiento" después de tres mandatos consecutivos de Álvarez del Manzano. No quiso ni perder la alcaldía ni poner en bandeja a Zapatero ese potencial de éxito. Había que buscar "un revulsivo", y Aznar decidió que Gallardón era el mejor.
Ahora, la victoria de Gallardón sobre Jiménez le ha permitido al presidente proclamar ante el Comité Ejecutivo Nacional del PP: "Zapatero ha fracasado en su estrategia y en su elección de las personas". "Su estrategia" colocaba Madrid como trampolín socialista para La Moncloa y la "persona" elegida por el líder del PSOE para dar esa imagen de preámbulo de victoria en las elecciones de 2004 era Trinidad Jiménez, una de las personas que más le apoyó en su elección como líder del PSOE en julio de 2000.
Gallardón fue así la jugada maestra del presidente para disolver como un azucarillo en agua la apuesta personal de Zapatero en sus primarias de Madrid. El propio Gallardón reforzó la jugada de Aznar al ofrecer a la esposa del presidente, Ana Botella, acompañarle como número tres en su lista a la alcaldía. Eso le ha salido bien. El precio ha sido que Rafael Simancas será el presidente madrileño. Pero ese coste, al menos en política ficción, podría haberse evitado. Es ficción, pero así la muestran los números:
Aguirre suma en el municipio de Madrid un 49,1% de los votos, es decir, habría tenido garantizada la misma mayoría absoluta de Álvarez del Manzano. El próximo alcalde ha conseguido un 51,3% de los sufragios, una mayoría más holgada. Y esos votos que optaron por Gallardón, unidos a los logrados por Aguirre en el resto de los municipios de Madrid también habrían garantizado, de sobra, al PP la mayoría absoluta en la autonomía.
No ha sido así. El hecho cierto es que la decisión de colocar a Gallardón al frente de la candidatura del ayuntamiento la tomó Aznar ante el temor de perder ambas plazas que reflejaban las encuestas. Claro que las encuestas, incluidas todas las que se realizaron a pie de urna el pasado domingo, o la última del CIS conocida ayer, pronosticaron un fuerte retroceso para el PP y un considerable avance para el PSOE. Las urnas se encargaron de rebajar esas proyecciones a la realidad el pasado 25-M.
Domingo, 7 de julio de 2002. Aznar convocó a Ruiz-Gallardón al Palacio de La Moncloa y le propuso ser el candidato del PP al ayuntamiento de Madrid. Acababa de producirse el primer maremoto contra el Gobierno de este último año: la huelga general del 20 de junio en protesta por un decreto-ley de reforma laboral que el Ejecutivo modificó después del verano. Y las previsiones que daban las encuestas al PP eran ya entonces tan poco optimistas que esta semana distintos dirigentes populares han enfatizado que "habrían firmado sin dudarlo" hace un año por los resultados logrados el domingo. Después se hundió el petrolero Prestige frente a las costas gallegas y luego Aznar decidió respaldar una guerra a la que se oponía el 90% de los ciudadanos. Todo eso podría haber pesado en contra del voto al PP. Sólo lo ha hecho claramente en las encuestas.
A Aznar no le faltaban motivos para apostar por Gallardón como caballo ganador. En 1999, sólo en la capital, obtuvo el 54,4% de los votos, es decir, cinco puntos más que el entonces candidato a alcalde. Ese porcentaje de apoyo popular, además, supera en tres puntos el respaldo logrado por el propio Gallardón el domingo (un 51,3%). Es decir, sí hay desgaste en el voto del PP, aunque no ha afectado a la mayoría absoluta del próximo alcalde.
La apuesta por Gallardón a la alcaldía ofrece una lectura política adicional. Si hubiera competido por el Gobierno regional y ganado por mayoría absoluta sólo sería hoy un presidente autónomo más que revalida el respaldo ciudadano. La alcaldía es más fácil para el PP que la Comunidad, pues sociológicamente tiene un voto más conservador. Sin embargo, su victoria le ha convertido en uno de los claros vencedores de las elecciones. Siempre, como él se encarga de reiterar, un paso detrás del "exito" de Aznar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.