Senador Esteban González
Tenía uno puestas sus esperanzas en Esteban González Pons, portavoz del Grupo Parlamentario del PP en el Senado. No eran las mías esperanzas partidistas, sino puramente personales. Me interesó hace ya años la proyección pública de este joven político valenciano, porque, a qué engañarnos, no es la nuestra la tierra de los Mirabeau. Como lo mismo puede decirse del resto de España, he ahí razón de más para desear que el gran estadista en cocción fuera como quien dice el vecino; que uno quiere reconciliarse, a golpe de razón, con sus resentimientos patrios. Por fortuna, no es un grave conflicto interior que uno arrastre con la ayuda de tranquilizantes y somníferos. Sólo una decepción entre tantas, de las de leve a mediano calado.
Durante el pasado periodo electoral hemos podido leer diariamente en estas páginas una sección ad hoc, Impresiones de campaña, con dos artículos: uno a cargo de Segundo Bru, senador también valenciano, el otro de don Esteban. Y he de decirlo, Dios mío, he de decirlo; pues aunque era profetizable -como no podía ser menos- que el señor González Pons arrimaría el ascua a su sardina, no se imaginaba uno que la antigua curiosidad intelectual y las inquietudes políticas del senador hubieran sufrido un colapso, tal vez -me digo- sepultadas por el ejercicio del cargo. No sería el primer caso de adocenamiento producido por esta actividad, pues la política enmascara y no infrecuentemente uno termina no ya por parecer su máscara, sino por serlo. Verdad es que a veces ocurre lo contrario: a Sancho Panza, movido por la imperiosa necesidad de no decepcionar a don Quijote, se le caen todas las máscaras de rústico ignorante y servil y resulta ser un muy prudente y muy sabio gobernador. Don Esteban estuvo contra el ingreso en la OTAN -nos dice- y luego contra el GAL. La OTAN era y es una fatalidad necesaria y en cuanto al GAL era de todas partes y cada día lo es más a cara descubierta y sin necesidad para ello de Margaret Thatcher. "Cuando descubrí el horror del GAL me hice del PP". Conversión paulina al canto. ¿Es necesario autoengañarse tanto? ¿O son sofismas sinceros? Pues pasarse a y quedarse en un partido afín a Bush y a Thatcher, me parece muy respetable... si se llega ahí mediante un cambio paulatino de la percepción del mundo y de la sociedad y del sitio del individuo en ella. No por una rabieta provocada por éste u otro cambio inducido por la necesidad histórica y que no afecta a la esencia del ideario socioeconómico. ¿Uno se cae del caballo camino de Damasco o se despierta un día en su cama y repentinamente descubre que "engañado he vivido hasta aquí"? Lo que descubrió San Pablo no fue su engaño, sino su autoengaño. No descubrió quién debería ser, sino quién era en realidad sin haberlo sabido.
"Dicen los del PSPV que tienen otra forma de ser y yo, que siempre he pensado que la democracia consiste en que todos tenemos la misma forma de ser y que merecemos el mismo trato y los mismos derechos, me pregunto en qué lo notarán". Y yo me pregunto, totalmente desconcertado, qué diablos quiere decir este párrafo. Tal vez el senador, acogotado por el espacio -nos pasa a todos- no ha dado con la síntesis adecuada de un pensamiento profundo. Por desdicha -y eso también nos pasa a todos- juzgamos y seremos juzgados por lo que escrito queda o de lo contrario estamos atrapados en el mea culpa crónico y recurrente; quiero decir, con fases agudas, como cuando un político lanza una tiradilla xenófoba (por ejemplo) y luego se desdice y pide perdón y con eso queda saldado el asunto.
¿Todos tenemos el mismo modo de ser? ¿La misma forma, para que no quepan dudas? Homogeneizados estamos por el mercado y su publicidad, pero no tanto. Aún existen muchas formas de pensar y de sentir, muchas formas de actuar, costumbres y lenguas distintas... sin salirnos para nada del molde democrático. (Ni el más rabioso liberalismo económico atomizador quiso clonarnos. Ni Thomas Hobbes, vamos). En realidad, la misma democracia ha sido plural desde su nacimiento. No la concibieron del mismo modo ni Solón, ni Clístenes ni Pericles. Dentro de la comunidad democrática existen actitudes distintas frente a la autonomía, la tradición, la jerarquía, el grado de descentralización, el poder local, la función de la familia, el intervencionismo en la amplia gama de cuestiones sociales, en la regulación del mercado y un larguísimo etcétera. Todo ello, naturalmente, compatible con "el mismo trato y los mismos derechos" que reclama González Pons. "Los demócratas nos suponemos todos hechos de igual forma de ser, la humana. Los que se jactan de ser de otra casta, ¿cómo se lo reconocen? ¿Por el Rh de la sangre...?". Qué mescolanzas, Señor. Tuviera algún valor el Rh, no por eso los portadores de ese tipo de sangre dejarían de pertenecer a nuestra especie. "Grupo elegido", "casta" y qué más. Todo eso es el PSPV, o así lo cree, según el senador González Pons. Y todo porque han dicho que tienen "otra forma de ser", que no es democrática por el hecho de no ser como la de todos; no siendo siquiera humana, interprétese como se quiera el concepto de humanidad. ¿Serán Pla, y por supuesto Zapatero, marcianos infiltrados? Salvo que eso sólo lo sabe don Esteban.
Lo que el común de las gentes sabe es que los socialistas de hoy se contentan con darle otro enfoque a las cosas; o al menos, eso es lo que dicen. Así por ejemplo, si claman que debería haber más suelo para viviendas de protección oficial (y lo hubo con diferencia cuando mandaban, senador, y se lo digo con fría ecuanimidad, sin partidismos) eso no les convierte en alienígenas, ni en ningún cuerpo extraño incompatible con la democracia. Por "otra forma de ser" se entiende, sencillamente, otro modo de entender y gestionar la sociedad. ¿Más eficaz? ¿Más humano? Ellos contestarán que ambas cosas y lo mismo contestan ustedes. ¿No está harto de hacerlo su Gobierno directa o indirectamente, señor González Pons? Termino: Si hemos entendido mal, explíquenoslo mejor, senador. No nos deje con la decepción a cuestas.
Manuel Lloris es doctor en Filosofía y Letras.
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