"Españoles todos"
De repente, en el atrio del Macba, sonó el himno nacional y sonó de una manera ominosa. Se hizo el silencio y apareció Franco redivivo.
-¿Cómo se encuentra, excelencia?, preguntó Albert Boadella a Franco / Ramon Fontseré.
-Mi salud poco importa. Lo fundamental es la salud de la patria y la patria va bien.
-¿Gracias al Rey?
-No, gracias al nieto de mi buen amigo Manuel Aznar.
Franco habló con la voz temblorosa, de viejo cansado, a ratos inaudible. Le temblaba de manera incontrolable la mano derecha. Fontseré, protagonista de la primera película que dirige Albert Boadella, Buen viaje, excelencia, bordó ayer su papel.
Tan bien lo hicieron el director y el actor que, acabada la representación, Juan Luis Cebrián, entre risas, reprochó a Boadella: "Has conseguido que aplaudamos a Franco. He visto a Narcís Serra vacilar...".
"Francomoribundia' no es un retrato político ni histórico de la transición, es un retrato moral y literario y eso le da la universalidad"
Fue muy divertido, como cuando Franco dijo que su yerno, el marqués de Villaverde, le contaba los chistes que sobre él circulaban por Madrid. Como aquel que va Franco y dice "queda inaugurado este pantano". "Excelencia, no es un pantano, son unas inundaciones". Muchas risas también cuando Franco / Fontseré se puso acantar aquello de "Soy el novio de la muerte...".
Sí, fue muy divertido, pero a más de uno y más de dos se nos encogió el corazón. El pasado se presentó de repente en el Macba. Fontseré recitaba discursos de Franco, algunos sacados de la novela de Cebrián Francomuribundia (Alfaguara), todos reales. Sólo se permitió alguna broma, como cuando Boadella pidió que pronunciara su último discurso de la plaza de Oriente y Franco / Fontseré dijo: "No lo aconsejo, no se me va a entender". El mago Boadella devolvió al dictador a la tumba: "Preferimos que esté en la gloria, excelencia. Así que buen viaje".
Sí, nos reímos mucho ayer, pero en el Macba, en la presentación de Francomuribundia, se dijeron cosas muy serias, cosas en las que todos aquellos que estamos interesados en nuestra propia historia queremos oír y debatir. Porque de eso va la novela, la segunda de la trilogía El miedo y la fuerza. Se desarrolla en un periodo que va de la larga agonía de Franco hasta el golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Y que se inicia precisamente, como recordó Juan Cruz, con un impresionante Franco explicando con su propia voz esa larga agonía, un "Franco tristísimo aferrado a sus convicciones de militarucho africanista, que inspira menos desprecio que compasión", como dijo Javier Cercas, que también intervino en la original velada literaria.
Cercas destacó la ambición de Francomoribundia y la comparó con Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa, por su "vocación totalizadora o totalizante". "Se han publicado muchas novelas sobre la transición, pero ésta es la primera que yo leo sobre la transición. Cebrián aporta muchísimos hechos reales, como el asesinato de Puig Antich o la Revolución de los Claveles, que tanto se siguió en España, pero lo que a él le interesa es cómo afectan todos estos hechos a los personajes que ha inventado. No es un retrato político de la transición ni una visión histórica, es un retrato moral y literario. Y esa verdad literaria, esa moralidad, es lo que le da universalidad".
"Desde luego no es una novela sobre Franco", coincidió Cebrián, "sino sobre la transición. Franco se muere tan poco a poco que a lo mejor no se ha muerto del todo. Tuvo una manera de comprender a España que impuso a sangre y fuego, tuvo un comportamiento que cierta derecha española aún mantiene.
El periodista, escritor y académico aportó su visión del dictador. "Era un individuo mediocre, vulgar, apocado, con complejo de Edipo, que mantuvo una extraña relación con su familia. Un individuo que hizo la guerra como un militar africanista: llegando a los pueblos y arrasándolos, machacándolos. Con Franco hubo más desaparecidos y fusilados que en todas las dictaduras latinoamericanas. Es impresionante la capacidad de olvido que tiene este país. Hay que ahondar en la fosa de la memoria para saber cuánta sangre y cuánta muerte ha habido en este país".
La transición, explicó Cercas, se ve desde dos polos: la visión triunfalista y la catastrofista. Los unos la consideran impecable, los otros aseguran que fue un enjuague ignominioso de ese pasado reciente y doloroso. "No tienen razón. Fue un proceso complejo del que nadie salió indemne, del que nadie salió ganándolo todo pero en el que todos ganamos mucho". Cebrián precisó que hubo varias visiones catastrofistas, una desde la izquierda, no del PC de Carrillo, y "otra de la derecha ultramontana, que incluso la ha propuesto en un libro, porque la primera no valía
[España, la segunda transición, de José María Aznar]. Yo me quedo con la de Cercas".
Albert Boadella destacó de Francomoribundia que en ella asistimos por primera vez al retrato de "personajes de principios de la transición sin nostalgias ni resentimientos". "En este sentido", añadió, "es una novela proustiana. Está higiénicamente distanciado de todo aquello que sucedió".
Se dijero muchas otras cosas interesantes y a nadie hubiera importado que Cercas, Cebrián, Boadella y Franco / Fontseré hubieran continuado un buen rato más.
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