Camps asume el proyecto de Zaplana sin apenas desgaste

El popular Francisco Camps jurará, probablemente a finales del próximo mes de junio, el cargo de presidente de la Generalitat Valenciana con el compromiso de dedicar sus primeros esfuerzos a revalidar la victoria del PP en las próximas elecciones generales. Tras ocho años de gobierno al frente de la Comunidad Valenciana, el PP de Eduardo Zaplana ha demostrado que, incluso con una coyuntura desfavorable, el desgaste sufrido ha sido mínimo. Los populares han logrado en estos comicios autonómicos 1.144.110 votos -60.000 más que hace cuatro años, procedentes probablemente de los restos que todavía tenía Unió Valenciana-, aunque pierden siete décimas en porcentaje y un escaño en favor del PSPV-PSOE. En cualquier caso, los 48 escaños con que contará Francisco Camps (45 son la mayoría absoluta), cuyo partido dispone también de renovadas mayorías absolutas en las tres capitales y en las diputaciones provinciales, le permitirán formar gobierno sin ningún tipo de complicación.

El presidente regional del PP y ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, reconoció en la madrugada del lunes que la apuesta realizada -al dimitir como presidente de la Generalitat para incorporarse al Ejecutivo de Aznar dejando de presidente interino a José Luis Olivas y nombrando candidato a Camps- no estaba exenta de riesgo pero funcionó como se había diseñado. A partir de ahora, será Francisco Camps, que tras las generales podría asumir la presidencia del PP valenciano, el encargado de dar un nuevo impulso al proyecto popular, en el que previsiblemente cobrarán mayor protagonismo las políticas territoriales, de infraestructuras y sociales.

Por su parte, la oposición al PP en las Cortes Valencianas queda prácticamente como estaba hace cuatro años. El PSPV-PSOE, que lidera Joan Ignasi Pla, incrementa sus votos en un 2%, (870.589 votos en total) lo que le permite sumar a los 35 escaños que tenía uno nuevo que arrebata al PP. Un resultado que ha causado desolación en las filas socialistas ya que, silenciado el ruido de las divisiones internas que alejaron entre 1995 y 1999 a una parte de su electorado, no han sido capaces de capitalizar el desgaste del Gobierno y el descontento por la invasión de Irak.

Esquerra Unida (EU), que incrementa el respaldo popular en tres décimas (6,3% y 153.000 votos), se mantiene en los cinco escaños que ya tenía, aunque tendrá que analizar por qué no ha crecido como Izquierda Unida en otras autonomías y su proyecto político da signos de agotamiento.

Los nacionalistas del Bloc con 114.000 votos (4,67%) se quedan sin representación al no alcanzar el 5% de los sufragios.