Corretja no tiene el tenis en la cabeza

Para Àlex Corretja el tenis ha pasado a ser algo secundario. Está ahí, en la pista, se machaca, pero su cabeza está en otra parte. Probablemente es una cuestión de subconsciente. El barcelonés, de 29 años, se niega a aceptarlo y, aunque preocupado, dice que es algo pasajero. Pero tensar la cuerda que le una a su anterior trayectoria le cuesta más. Ayer, Corretja, 16º cabeza de serie, perdió en su partido inaugural en Roland Garros frente al también español Galo Blanco, 136º mundial, por 5-7, 6-3, 6-0, 7-5 en 3 horas y 8 minutos. Cerró de esta forma un lustro que le había llevado dos veces a la final (1998 y 2001), otras dos a los cuartos (1999 y 2000) y una a las semifinales (2002).

Hace ya algunos años que Corretja está luchando contra su propia desidia para intentar seguir adelante y levantar su carrera. "Lo que más me duele", confesó el año pasado, "es que perder un partido me da lo mismo". Con esta mentalidad pasó la mayor parte de la temporada en 2002, hasta que llegó a París, su feudo, y salvó su ránking llegando a las semifinales. Pero esta vez ha ido más lejos. En lo que va de año, ha ganado sólo ocho partidos, ha perdido seis veces en primera ronda y a lo más lejos que ha llegado fue a cuartos de final en Scottsdale.

Para él, era fundamental llegar al menos a la segunda semana en Roland Garros y evitar una caída espectacular en la clasificación mundial (puede bajar de los 35 primeros).

"Su tenis está ahí", comentó un entrenador español en la grada, "pero su mentalidad, no". Galo Blanco, que a sus 26 años estuvo seis meses sin jugar por problemas en su hombro derecho, entró en la pista consciente del vía crucis que atraviesa Corretja y buscó la victoria aún con más ardor. Perdió una primera manga que había dominado por 4-1, pero luego con 3-3 en la segunda encadenó 10 juegos consecutivos que le colocaron dos mangas a una arriba y 1-0 en la cuarta.

Àlex no se rindió. Tuvo incluso dos puntos para empatar a cinco juegos, antes de perder en la cuarta bola de partido. Después se cabreó consigo mismo. "Ahora no puedo tomar decisiones sobre la temporada", dijo. "La cabeza me estalla. Me voy a casa y ya pensaré que voy a hacer con mi vida. Pero no me planteo retirarme".