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VISTO / OÍDO
Columna
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Cosa de anarquistas

Dijo el delegado del Gobierno en Valencia que la explosioncilla de un sobre con pólvora en Valencia debía ser "cosa de anarquistas". Hay asociaciones de anarquistas, y un sindicato que va teniendo cierta fuerza (CNT); podrían denunciarle por atribuirles un delito perseguible de oficio. No está en su configuración la denuncia; por su vieja condición de denunciados, entre otras personas de armas, por los gobernadores civiles (delegados del Gobierno, ahora: ¿qué más da? Uno de ellos les mataba; Martínez Anido, en Barcelona, inventó la "ley de fugas"). Pero estos gobernadores no se resisten a resistirse al culpable colectivo: si este petardo no es de ETA, si no se debe hablar de comunistas o rojos, hay que rebuscar, y los anarquistas siempre han servido. Los humoristas les dibujaban sobre unas bombas redondas, con barba rusa y gorro de mujik: por la lucha contra el zar. Como Netchaev, autor de un catecismo del revolucionario donde en realidad se anhelaba una vida de confraternidad y paz. El Estado es el terrorista, decían. Un libertario que aún vive decía que el terror y la violencia sólo se entienden como obra de quien se siente forzado a ello, "sin ilusión y sin énfasis", "haciéndose violencia a sí mismo y aterrorizándose de su condición ése es si no un revolucionario, al menos un ciudadano lúcido" (Savater, Para la anarquía, serie Los libertarios, Tusquets). Ni en eso creo. Por conciencia: y por razón material, la de que el terror del Estado es más fuerte y siempre gana; puede más Bush que Sadam.

La palabra "anarquistas" es adecuada para colocar en un contexto de "rojos satánicos" al que mandó el sobre cargado. Hay una variante, que ha empleado un próximo al delegado del Gobierno: "radicales". Aquí los radicales fueron de derecha: el partido de Lerroux, demagogo absurdo, unido a Gil Robles, demócrata cristiano, que pretendió crear un fascismo republicano en 1934. Es en el inglés americano en el que se dice "radicales" para los rojos satánicos. Ya mataron ellos a algunos, como a Sacco y Vanzetti, pobres inocentes electrocutados en 1927. Bien: cualquier imbécil revuelto puede haber hecho la bombita de Valencia, anarquista, radical o lo que sea: pero un poco de respeto para las ideas fraternales como la anarquía.

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