La muerte de Asad añade riesgos al proceso de paz en Oriente Próximo
Siria se prepara para que el hijo del líder desaparecido sea nombrado presidente
La muerte repentina del presidente sirio, Hafez el Asad, ayer, ha causado gran impresión en Oriente Próximo y ha creado una profunda incertidumbre al dejar sin líder a una de las naciones militares más poderosas del mundo árabe. Mientras un presentador de la televisión siria rompía en llanto al dar la noticia de que había muerto el presidente, de 69 años, los dirigentes árabes e israelíes intentaban desesperadamente averiguar si el hijo de Asad, Bachar -que iba a convertirse en delfín en el congreso del partido Baaz, el próximo sábado- será quien tome las riendas del país, tal como indican los primeros pasos adoptados por el Parlamento. El presidente Asad pertenecía a la minoría alauí de Siria, y los enemigos del país llevan años prediciendo un desenlace sangriento en el caso de que Asad muriese repentinamente. Asad aplastó de forma despiadada una insurrección musulmana en la ciudad siria de Hama en 1982, con el resultado de 20.000 muertos
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