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DON DE GENTES
Columna
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Me lavo las manos

Elvira Lindo

A MÍ ME PASA un poco como a Franco. Francomoribundo pensaba que él no había sido cruel con nadie, que la culpa la habían tenido las circunstancias. Lo suscribo, yo me lavo las manos por mis fechorías, igual que hacía el Enano Sangriento. En realidad, es lo que dice Cebrián que pensaba Franco cuando estaba a punto de caramelo. Y yo se lo oí al actor José Luis Gómez, que hizo de Francomoribundo en la presentación del libro cebrianesco. Él le aportó su grandeza de actor. Sin desmerecerlo, diré que mi padre tiene un coleguita de los que se reúnen en el Azul y Oro de Moratalaz (ese templo de la cultura alternativa), que cuando va por el cuarto vino se arranca a imitar a Franco en la Plaza de Oriente y también a una niña pequeña que juega en el Retiro. Esto sucede invariablemente todos los días en dicho bar a las dos PM, que es cuando nuestros amigos entran en un estado de cocimiento importante. La entrada es gratis; el aforo, limitado. Cuando el imitador va por el sexto tintorro se le hace la picha un lío y ya no se distingue la imitación de Franco de la de la niña y acaba siendo una niña monstruosa que echa discursos fascistas en la Plaza de Oriente. Se lo recomiendo, a nivel vanguardia no tiene parangón. Se te ponen los erizos de punta. Hablando de erizos: me he depilado. Igual como que les importa un huevo, pero me gusta compartir con ustedes los detalles más íntimos. La cosa es que fui a mi Paqui (mi depiladora) porque, sinceramente, entre lo musculosas que se me están poniendo las piernas con el gimnasio y el vello, cuando estaba en bragas le daba un aire a Roberto Carlos. No al cantante brasileño (que sólo tiene una pierna), sino al futbolista, que es chaparrete, como la que suscribe. Cuando mi Paqui me vio con semejantes melenas me dijo que estaba poniendo en peligro mi matrimonio abandonándome de esa manera, y yo le dije a mi Paqui que mi santo está actualmente tan imbuido en los libros sobre homínidos del paleontólogo Arsuaga (está con Arsuaga que no mea) que el otro día mientras leía me acariciaba la pierna y yo notaba que jugueteaba con mi vello superfluo como si hubiera asumido que ya que venimos del mono, qué coño importa que tu mujer se haya quedado un poco rezagada en la escala evolutiva. Y les digo una cosa: fui a mi Paqui, más que por estética, porque me dio miedo que en esta obsesión que le ha dado a mi santo por los primates me proponga determinadas prácticas zoófilas aberrantes. En total, mi amiga Paqui me peló cual coneja, porque ella se pone y se emociona, y la tuve que frenar: para, Paqui, que esto ya roza el porno. Una amiga mía multiculturalista de la muerte dice que las feministas de Occidente, tanto metermos con la ablación y luego también cedemos ante costumbres opresoras como la depilación. Nena, le digo, de la depilación a la ablación hay un trecho. Y a mí el clítoris ¡que no me lo toque nadie! (tampoco hay que tomarse esta última frase al pie de la letra).

Fíjense si soy Mariperra en el fondo, que esa misma noche, después de que mi Paqui me dejara el tren inferior (las piernas) y el superior (sobaquillos) como el culito de su bebé, fui a que me hiciera una entrevista Shangay Lily, la drag queen del mundo cultural en Onda Seis. Y como viera Shangay que soy una mujer abierta, en un momento dado de la interviú me pidió que me desnudara, y digo que soy perra porque en vez de decirle: "Oyes, tía, tú de qué vas, que yo soy una escritora seria", lo primerito que pensé fue: "¡Menos mal que me he depilado esta mañana!". Me preocupa que en el fondo de mí haya una perra de tal calibre. Ya lo dice mi santo: "Si no llego yo a entrar en tu vida y a meterte en vereda, hubieras acabado siendo carne de Hotel Glam". No digo yo que no. Quién sabe, igual la vida me empuja al Hotel Glam. Al paso que llevo. Los del PP me tienen por inmoral que te cagas; los del PSOE se superenfadaron porque defendí la existencia del libro ese de Todas putas. Como al pollito Calimero: nadie me quiere. La última vez que oí eso de todas putas fue en la presentación de La vida golfa, de Rioyo. Lo dijo Sabina: "Todas putas, menos mi madre y mi hermana", y al decir hermana se refería a su amigota Almudena Grandes. Y las señoras presentes rieron porque entendieron que era una gracia made in Sabina. Lo que más me jode de todo esto es la publicidad gratuita que se le está haciendo a un libro que según Rodríguez Rivero (por su cultural columna / famoso en el mundo entero) es bastante mediocrillo. Dice la Botella: "Ni lo pienso comprar ni lo pienso leer". Yo a la Botella le recomiendo Rintintín. Ahí sí que vas sobre seguro. Mientras hay circulando por Internet un manifiesto de artistas defendiendo la libertad de expresión, va Miriam Tey y en vez de renunciar al cargo renuncia al libro. Desde aquí te lo digo, Tey: nos dejas con el culillo al aire.

Pero yo ya me estoy reformando, ahora cuando escriba un artículo voy a poner al final: "Esta escritora no se responsabiliza ni de las opiniones de sus personajes ni de las suyas propias". Es que luego me vienen los famosetes y me dicen: "Yo no te dije eso", y le tengo que decir: "Pues claro que no, gilipossasss, me lo inventé para que tuvieras un poquito más de gracia de la que tienes". En cuanto a mis opiniones, no me hago responsable. Y tengo justificante del psiquiatra.

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Sobre la firma

Elvira Lindo
Es escritora y guionista. Trabajó en RNE toda la década de los 80. Ganó el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por 'Los Trapos Sucios' y el Biblioteca Breve por 'Una palabra tuya'. Otras novelas suyas son: 'Lo que me queda por vivir' y 'A corazón abierto'. Su último libro es 'En la boca del lobo'. Colabora en EL PAÍS y la Cadena SER.

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