Una alcaldía de muchos jornales
Juan Manuel Sánchez Gordillo aspira a cumplir sus bodas de plata como regidor de Marinaleda, uno de los feudos de IU
Llegó a la alcaldía con 26 años. Casi tantos como los que lleva en ella. Juan Manuel Sánchez Gordillo (Marinaleda, Sevilla, 1953) encabeza de nuevo la candidatura de Izquierda Unida, donde milita como integrante del Colectivo de la Unidad de los Trabajdores, que aspira a seguir gobernando en uno de los feudos del movimiento jornalero andaluz.
Jamás ha perdido la mayoría absoluta, aunque en las últimas elecciones se ensanchó el arco ideológico de la corporación con la entrada de un concejal del Partido Popular, aparte de los 8 de IU y dos del PSOE. Ignora si repetirá como cartel en su pueblo dentro de cuatro años porque asegura que se trata de una decisión colectiva, pero tiene claro que seguirá en política porque "la política es la vida".
Sánchez Gordillo es un personaje excéntrico que ya anticipa su discurso alternativo con la apariencia: barba desarreglada, camisas desabotonadas casi hasta la cintura, vaqueros, zapatillas deportivas, llaveros con la efigie del Che. Así viste cuando visita la finca de El Humoso, expropiada y cedida al municipio, y así acudía a los debates en el Parlamento andaluz mientras fue diputado.
Recuerda su paso por la cámara autonómica como una "experiencia bastante versallesca". Poco práctica, añade antes de exponer como ejemplo que las medidas para mejorar los condiciones de vida de los presos, aprobadas a petición suya después de un periplo por las cárceles andaluzas, sigan sólo sobre el papel. "Yo quiero ser cercano a la gente", aduce.
En Marinaleda viven alrededor de 3.000 personas. Más que en el 99. "Hemos pasado de ser un pueblo de pleno paro a un pueblo de pleno empleo", asegura antes de vanagloriarse de que ahora necesitan mano de obra de los municipios cercanos para atender la actividad de las ocho cooperativas creadas alrededor de El Humoso, que ocupa 1.200 hectáreas agrícolas.
Esto forma parte de lo que denomina "democracia económica", igual que llama "autoconstructores" a los vecinos que edifican su propia casa con materiales y suelo de titularidad municipal a cambio de pagar 15 euros al mes o que presume de que lleva haciendo "presupuestos participados" 15 años, antes de que se convirtiera en una de las señas de identidad de los movimientos que luchan por una globalización alternativa tras la experiencia de Porto Alegre (Brasil).
La estructura política urdida en Marinaleda se asemeja poco a la cualquier otro municipio. Nadie cobra del ayuntamiento (el alcalde es profesor de Historia en el instituto). Se celebran plenos, pero además asambleas generales abiertas al vecindario, hay un "senado" para debatir y "grupos de acción". ¿Y los concejales de la oposición? "Van cuando quieren", replica el alcalde, que también pertenece al comité ejecutivo del Sindicato de Obreros del Campo (SOC), fundado en la localidad en 1977.
La oposición se siente excluida. Al menos ésa es la queja del primer concejal que logró el PP en su historia, el administrativo José Antonio Borrego Domínguez, que en 1999 iba al frente de una lista formada por vecinos de otras localidades sevillanas: "No nos facilita un despacho, no nos da información, va a su aire como si el ayuntamiento fuese el cortijo del Humoso".
Borrego, que repite como cartel del PP, es un antiguo alumno de Sánchez Gordillo, al que en 1999 aún juzgaba con generosidad: "Me parecía buen profesor, un poco metido ya en política. Aprobaba a todo el mundo y nosotros nos poníamos la nota".
Cuatro años después duda de las ventajas de su método pedagógico pero tiene muy clara la definición de la política local en su municipio: "Es una dictadura con todas sus palabras". Cuando se le recuerda a Sánchez Gordillo que tuvo al edil del PP en su aula responde con sarcasmo: "Parece que no ha aprendido muchas lecciones".
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