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ANÁLISIS | ELECCIONES 25M | Comicios municipales en Cataluña
Columna
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Aburrimiento

Josep Ramoneda

Antes de que el debate televisivo de los candidatos al Ayuntamiento de Barcelona me dejara profundamente dormido, tuve tiempo de darme cuenta de dos cosas: que en este país los debates políticos se han degradado mucho, y que es muy difícil dirigirse a todo el mundo.

La confrontación televisiva puede ser un factor muy positivo de revitalización democrática. Para ello se necesitan políticos con ideas y con coraje, dispuestos a correr los riesgos de enfrentarse con el adversario. En nuestra democracia predominan los políticos que sólo aceptan debatir con formatos rígidos, que apenas dejan espacio para las réplicas, con preguntas establecidas de antemano, que garantizan dosis ingentes de retórica vacía, y con ridículos anuncios publicitarios como intervención final. Este ejercicio de teleaburrimiento habla mucho de nuestros déficit democráticos. Los políticos deberían asumir como parte de su sueldo la discusión abierta con sus adversarios.

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En un formato tan cerrado, las intervenciones son de dos tipos: las que quieren dirigirse al público en general y las que hablan para un sector concreto. El alcalde saliente, con todos los pronósticos a su favor, habla para todo el mundo. Sin nadie que le achuche, acaba hablando para nadie. Probablemente es lo que sus asesores buscan. No correr ningún riesgo. Los que tienen expectativas limitadas van directamente a su particular granero de votos: Fernández Díaz busca el voto del miedo, repite los eslóganes y no hace acuse de recibo cuando le llaman xenófobo. Imma Mayol explota el territorio verde donde sabe que reina sin oposición, y además lo defiende bien. Portabella, como todos los de Esquerra, está empezando a creerse que su partido va camino de ascender al nivel de los grandes. Esto es bueno porque sin ambición no se va a ninguna parte, pero tiene el efecto negativo de que en algunas fases se le va la mano en la retórica y las frases hechas. A Trias no le han explicado que no se pueden ganar unas elecciones sin hacer el pleno del voto de los tuyos y hace una campaña de izquierda social más que de centro derecha nacionalista. No se pueden quemar etapas. Que aprenda de Aznar. Cuando éste se ve en apuros se lanza sobre la derecha derecha, la de la patria unida y el odio al separatismo. Y remonta. Sólo se gana cuando todos los de casa están contigo. El mítico centro cae después, por su propio peso.

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