Estreno en el panorama culinario de Madrid
DE LECEA, bocetos gastronómicos del joven 'chef' donostiarra Aitor Agorreta
De la noche a la mañana no se pueden abrir tantos restaurantes con grandes pretensiones. Hacerse un hueco en el segmento de la alta hostelería requiere tiempo, experiencia y un equipo capacitado para acometer el trabajo de manera seria. Los ilusionados promotores deberían tener presente que no basta con contratar a un cocinero talentoso y decorar el establecimiento de forma atractiva. Hace falta capacidad de gestión, conocimiento del sector y habilidad para conectar con los clientes. De Lecea, uno de los últimos en llegar al panorama gastronómico madrileño, arranca con una indefinición manifiesta. En medio de un escenario minimalista con detalles barrocos y una iluminación estratégica, el cocinero donostiarra Aitor Agorreta intenta seducir con recetas contemporáneas engrandecidas por la apariencia. Platos de un clasicismo actualizado, en los que el sabor es un argumento prioritario y para los que se vale (el mayor mérito, dados los tiempos que corren) de valiosas materias primas.
DE LECEA
López de Hoyos, 11. Madrid. Teléfono: 914 11 16 56. Cerrado sábados mediodía y domingos. Precio: entre 50 y 65 euros. Sopa fría de pasta ahumada, 11,70. Rape asado con tallarines de chipirón, 20,80. Carrillera de cerdo ibérico con macarronada, 16,70. Torrijas de pan de 'brioche', 5,60 euros.
Pan ... 6
Café ... 4
Bodega ... 4
Ambiente ... 8
Servicio ... 6
Aseos ... 9
Como los precios no son amables, el nivel de exigencia ha de estar en consonancia con las facturas. Lo mejor son los entrantes: sabrosa la lasaña fría de boquerones; acertadas las verduras con virutas de ibérico, que presentan puntos de cocción irreprochables; convincentes los ravioles de hongos, a pesar de que la reducción de marisco que los cubre esté excesivamente concentrada, y correcta la crema ahumada de patata, aunque estorbe una vieira solitaria. Hay que esperar a los segundos para que los reparos cobren consistencia. En el jugoso taco de bacalao al pil-pil con piperrada hay un derroche de salsa. Tampoco se entiende que el soberbio lomo de merluza se acompañe con caramelo de bogavante. ¿A cuento de qué un pescado dulce? Ni que las deliciosas carrilleras de cerdo ibérico se presenten con unos dulzones macarrones al parmesano, que desfiguran de forma notable el sabor de la carne guisada. Lo peor, no obstante, es el risotto de chipirón, un engrudo emplastado, arrasado por la mantequilla y el queso.
Es una lástima que, lo mismo que tantos otros cocineros en España, un buen profesional como Agorreta se aventure en frivolidades de resultados dudosos. ¿Clasicismo mal actualizado? ¿Mediterraneidad alterada? Su clientela tendrá la última palabra.
![Yolanda Martínez (centro) y Aitor Agorreta (a la izquierda), junto al resto del equipo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/F537TB5JWYW6QWL4OUMLCMJ3BY.jpg?auth=a1fb62fce8851f81b05e75e103eca250c7796de51350259f5a5f078798498176&width=414)
LOS POSTRES, LO MEJOR DE LA CASA
LA PROPIETARIA del restaurante, Yolanda Martínez de Lecea, supervisa todos los detalles, vigila el servicio, cuida los movimientos del personal -todavía necesitado de mayor rodaje- y atiende a sus clientes. Aitor Agorreta, cocinero metódico y de larga experiencia, cuenta con un lucido historial en el que figuran estancias
en restaurantes de relumbre. Durante cinco años trabajó junto al laureado Martín Berasategui, primero como jefe de pastelería en su restaurante de Lasarte (Guipúzcoa) y luego como jefe de cocina en el Bodegón de Alejandro, en San Sebastián. Otro punto de recalada fue el restaurante Ama Lur ibicenco, donde ofició junto a Xabier Garmendia. Tan señorial aprendizaje queda de manifiesto en los postres,
lo mejor de la casa. En sus dulces, muy modernos, intervienen las frutas, se reiteran los contrastes fríos y calientes, y se aprecia un gran dominio en el chocolate y el punto de los suflés.
Son deliciosas las torrijas de pan
de brioche con crema fría de avellana, y magnífico el café semicuajado con crema fría de chocolate blanco. Tampoco desmerece el suflé de avellana con helado de leche. Pero
se equivoca al presentar el suflé
de chocolate con un helado de violeta. Falla la bodega -escueta, vulgar
y sin ningún sentido- y debe mejorar
la elaboración del café.
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