Los vecinos hacen política
Media decena de ciudades tienen ya presupuestos participativos y otras los preparan para 2004
Los vecinos de Puente Genil (Córdoba) han propuesto que en 2004 se arreglen 50 calles del pueblo. Además han votado unos criterios que ordenan cuáles se harán antes. Y el próximo 10 de junio los representantes de las 17 asambleas de la localidad se reunirán de nuevo en el Consejo de Ciudad, que recibirá todas las propuestas de inversiones para el año que viene. El documento final irá al pleno del Ayuntamiento, el único con potestad para aprobarlo. Lo que hacen los ciudadanos de Puente Genil recibe el nombre de Presupuestos Participativos y permite que los vecinos hagan política, aunque no sepan de política.
Éste es el segundo año en que están en marcha en este municipio. Pero otras ciudades, como Córdoba, Osuna y Cabezas de San Juan (Sevilla) y Rubí (Barcelona), llevan más tiempo decidiendo así el capítulo de inversiones de sus presupuestos. También en Albacete y Sabadell (Barcelona) hay modelos similares, pero el vecino no participa directamente en la decisión, sino a través de colectivos ciudadanos.
"Más allá de darle uso al dinero es una excusa para la transformación de la sociedad"
Otras localidades, como Barcelona, Getafe, Fuenlabrada y Coslada (Madrid) o Totana (Murcia), por citar algunas, ya tienen proyectos en marcha para comenzar con los presupuestos de 2004, aunque dependen del resultado de las próximas elecciones. Todos ellos se han fijado en la experiencia que hizo famosa la ciudad brasileña de Porto Alegre, donde desde 1988 los vecinos pueden decidir qué quieren para su ciudad.
"Córdoba ha sido siempre una ciudad muy participativa y la presencia del ciudadano impregnaba desde hace tiempo la actividad municipal. Pero teníamos que dar un paso más y eso significaba que se participará también en la decisión sobre el gasto", explica Paco Tejada, teniente alcalde de Hacienda de la ciudad andaluza, gobernada por IU. Precisamente este partido es el único de alcance nacional que ha llevado a todos sus programas municipales de las próximas elecciones el compromiso de implantar Presupuestos Participativos y, de hecho, la mayoría de las ciudades que ya los tienen están gobernadas por esta formación.
En líneas generales un modelo de presupuestos debe establecer un programa de "educación social", en el que se anime a participar y en el que los ciudadanos, desde los 16 años, deciden en asambleas -por barrios u otro tipo de división- cómo se va a llevar a cabo la toma de decisiones, desde un punto de vista técnico y definiendo las prioridades. Además, el ayuntamiento debe hacer un proceso de información de cuál es la situación económica de la ciudad. Y no se acaba cuando se aprueba en el pleno, porque hay que hacer un seguimiento posterior para ver lo que ha funcionado. Se trata de echarle horas, hacer muchos encuentros con los vecinos y, sobre todo, creérselo.
"Es un proceso más lento en los primeros años. Se aplica la teoría de la prueba y el error, porque cada modelo depende de la idiosincrasia de cada lugar, de cómo participa la población", precisa Tejada.
Su teoría de que los modelos no son exportables, pero sí su filosofía, la comparte Domingo Hernández, alcalde de Cabezas de San Juan, también de IU. "Los modelos son más bien de referencia. Porque cada sitio debe adaptarse a su gente y a su situación. Nosotros tampoco hicimos una copia exacta de Porto Alegre, porque Brasil no es Andalucía. Tampoco pensamos que, después de cuatro años, el proceso esté consolidado. Debe ir a más, sobre todo en la implicación de los vecinos", añade.
"La participación ciudadana está todavía en pañales en España y esos municipios están ejerciendo de vanguardia", sostiene Jesús Martín, de la Fundación de Iniciativas Locales, institución dedicada al estudio de nuevas fórmulas políticas. "Se habla de un paso de la democracia representativa a otra más participativa, pero la pregunta es si estamos realmente en ese ciclo". Por eso, distingue los modelos donde se hace vivo el lema de Una persona, un voto, de aquellos donde la aportación se queda en mera consulta. "Si no hay decisión, no sirve, porque es lo mismo que se hacía hasta ahora, consultar la voluntad del ciudadano a través de colectivos". Su principal objeción es que haya municipios donde se quede en un mero "marketing electoral".
Pero lo cierto es que allí donde está en marcha se ve como un paso más en la democracia: "El ciudadano se siente protagonista porque participa y eso le ayuda a comprender la toma de decisiones", señala la alcaldesa de Rubí, Nuria Buenaventura, de Iniciativa per Catalunya-Els Verts. "Además sienten más suyas las instalaciones y, en la práctica, eso mejora el civismo".
O como señala Hernández: "Más allá de darle uso al dinero es una excusa para meternos en algo más importante, como es contribuir a la transformación de la sociedad, pero de una forma muy elemental que es la tarea diaria".
"¿Es que es bueno para la democracia que se vote sólo una vez cada cuatro años y valga para todo lo que se haga en ese tiempo?" , se pregunta Francesc Orsan, director de Participación Ciudadana de Barcelona, ciudad que acoge al Observatorio Internacional de Participación Ciudadana, una red de 122 ciudades que apuesta por una mayor implicación del vecino. "Hay que crear mecanismos que permitan una consulta más o menos periódica o de evaluación de lo que hace el político", añade.
"Estamos en un proceso histórico. Hace 10 años hablábamos de la necesidad de comprometer más a los ciudadanos, porque los partidos habían tocado techo", asegura Ginés Fernández, responsable de programas de IU. "Los presupuestos participativos están demostrando que se puede, porque se está haciendo". Y el modelo lo están poniendo los propios ciudadanos.
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