El Madrid paga sus miserias defensivas
Los blancos caen eliminados, Figo falla un penalti y los defectos de la zaga obligan a una reflexión profunda en el club
El Madrid envió en Turín una terminante declaración de los preocupantes síntomas que le aquejan en cuestiones básicas, especialmente en el terreno defensivo, descuidado por un equipo que concede ventajas sustanciales a sus rivales. Cuando se trata de la Juve, del que nunca se duda de su eficacia para sacar buenos rendimientos en el área, el problema adquiere proporciones alarmantes, tanto como la eliminación, por ejemplo. Las miserias defensivas vienen de lejos y se han acentuado en las últimas semanas, lo mismo que la sensación de agotamiento que produce el equipo y transmiten algunos futbolistas, caso de Figo, cuyo error en el penalti vino a señalarle especialmente en una noche que profundizó en los defectos generales.
JUVENTUS 3 - REAL MADRID 1
Juventus: Buffon; Thuram, Montero, Tudor, Birindelli (Pessotto, m. 60); Zambrotta, Tacchinardi, Davids (Conte, m. 89), Nedved; Del Piero y Trezeguet (Camoranesi, m. 73).
Real Madrid: Casillas; Salgado, Hierro, Helguera, Roberto Carlos; Flavio (Ronaldo, m. 53), Cambiasso (McManaman, m. 72); Figo, Guti, Zidane; y Raúl.
Goles: 1-0. M. 12. Nedved entra en el área por la derecha, centra desde la línea de fondo, Del Piero se adelanta a Salgado en el segundo palo, cabecea y Trezeguet, ante Cambiasso y Hierro, marca desde cerca.
2-0. M. 43. Del Piero recibe en la izquierda, amaga hacia un lado, hacia el otro, sienta a Hierro y dispara raso, a la derecha de Casillas. 3-0. M. 73. Envío largo de Zambrotta hacia Nedved, que supera a Hierro en carrera y marca de fuerte disparo.
3-1. M. 89. Zidabe recibe de Raúl en el vértice izquierdo del área grande, supera la entrada de Tudor y lanza raso con la izquierda desde el suelo.
Árbitro: Urs Meier (Suiza). Amonestó a Monte
ro, Tacchinardi, Nedved, Flavio, Salgado, Figo y Hierro.
Unos 70.000 espectadores en Delle Alpi. Buffon detuvo un penalti lanzado por Figo (m. 66). El Juventus jugará la final frente al Milan el día 28.
Los peores presagios del Madrid se concretaron en la primera parte, manejada con goles y contundencia por la Juve, que siempre jugó con el viento en las velas. Le ayudó el temprano gol de Trezeguet, monumento a la parálisis defensiva del Madrid, pero el tanto pareció consecuencia de la convicción, de una energía que no encontró respuesta en las filas rivales. Nada de lo que hizo la Juve fue asombroso. Jugó con vigor, orden y buen ojo para encontrar a sus delanteros, muy superiores a los defensas madridistas, cuya pasividad en los goles fue la extensión de la atonía general. Tampoco ayudó a la causa la escasa contribución de Flavio y Cambiasso, jugadores muy elementales para funciones demasiado serias. Flavio, que no tiene cualidad que le distinga, persiguió sombras durante toda la noche. Llegó tarde y mal a todas a las acciones defensivas, de las que se decía que era un experto. No lo ha demostrado nunca en el Madrid y no lo demostró frente a la Juve. En cuanto se necesitó a Ronaldo, y eso ocurrió demasiado pronto, Flavio se fue a la ducha.
Cambiasso fue la solución que eligió Del Bosque para mantener el dibujo sin Ronaldo. Guti continuó su peregrinaje y regresó a la punta del ataque junto a Raúl, evidentemente debilitado por el efecto de la operación. Por si acaso, Tacchinardi se encargó de recibirle con una patada en el vientre, la clase de mensaje que se podía esperar en un partido de esta trascendencia. La Juve nunca hizo ascos a las faltas para trabar el juego y sacar al Madrid del hilo del partido, cosa que ocurrió con frecuencia en el primer tiempo, caracterizado por el enérgico despliegue italiano y por la lánguida respuesta blanca. De juego anduvo mal, y de rigor defensivo, peor. Pero eso ya se sabe desde hace tiempo. Cambiasso no contribuyó a mejorar este aspecto, ni el de la elaboración. Pasó por el partido de puntillas, sin dejar otro detalle que el pase a Ronaldo en la jugada del penalti, momento decisivo de la noche por las pésimas consecuencias que tuvo para el Madrid.
Del primer tiempo no hubo otra noticia que el desfondamiento defensivo del Madrid cuando se le puso a prueba. Miraron los defensas en el tanto de Trezeguet -un centro desde la derecha de Nedved, la dejada de Del Piero en el segundo palo y el remate del delantero francés- y entraron en coma en el gol de Del Piero, que se perfiló con toda comodidad ante Hierro y Salgado. Después clavó el remate. Para algo es Del Piero. Está claro que el Madrid es un equipo de ataque, integrado por estrellas creativas que no se distinguen por su capacidad defensiva, y es precisamente esa carencia la que debe obligar al club a cuidar la parte más débil. Este partido confirmó abrumadoramente que no hay relación alguna entre las posibilidades del Madrid que ataca y la quiebra del Madrid que defiende. Y las perspectivas no van a mejorar: Hierro será un año mayor, Roberto Carlos y Salgado persistirán en lo que les define -la vocación ofensiva- y Makelele terminará exprimido como un limón.
Ésa fue la realidad del primer tiempo, y en buena medida la del segundo en cada contragolpe de la Juve. Podía esperarse que los creativos equilibraran los numerosos desperfectos defensivos, pero no ocurrió así. No hubo nadie capaz de acaudillar al equipo en una noche desesperada. Apenas Zidane ofreció datos estimables. Y aunque no faltó coraje en la mayoría de los jugadores, la contribución de gente como Figo resultó muy escasa. No desbordó nunca y se emperró en conducir la pelota, justo cuando el Madrid necesitaba toque y rapidez. Hay ocasiones en que una jugada añade el definitivo valor simbólico a la actuación de un futbolista. No estaba llamado Figo a remediar su deficiente partido con un gol crucial. Falló el penalti y en su atribulada figura se representó el drama de su declive. Ya estaba Ronaldo en el campo. Con él, el Madrid encerró a la Juve. También por una cuestión de pura necesidad, acentuada tras el gol de Nedved en un contragolpe que evidenció la lentitud de Hierro. De nuevo la defensa no hizo su trabajo y de nada sirvió el gol de Zidane. El Madrid estaba destinado a la derrota, a una eliminación que merece alguna reflexión en el club. En sus mejores días, y éste no lo fue, es perfectamente vulnerable por los graves defectos de la defensa.
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