Las palabras del conocimiento
El conocimiento es una representación mental (necesariamente finita) de una complejidad (presuntamente infinita) capaz de atravesar la realidad para alcanzar otra mente. Por definición entonces, por esta definición, no hay conocimiento que no se pueda transmitir. Cuando una complejidad no puede saltar de una mente a otra, entonces quizá sea una idea, una intuición, una vivencia o una visión..., pero aún no es conocimiento. Conocimiento es la forma que adquiere una idea para sobrevivir al tránsito entre dos mentes. Crear conocimiento es tratar ideas para este viaje. Y, según sea el tratamiento recibido, el conocimiento será ciencia, arte o revelación. Pero todo conocimiento necesita, para cruzar la realidad, convertirse él mismo en un pedazo de realidad. Existen prestigiosas maneras de hacerlo: libros, partituras, conferencias, conciertos, museos, esculturas, pinturas, películas, programas de radio o televisión,... Cada una de estas vías tiene un elemento transportador de conocimiento que le es esencial, una unidad que, genéricamente, podemos llamar palabra de conocimiento.
Existe palabra hablada. Es prioritaria en la conversación, cursos, debates, conferencias,... En una conferencia, por ejemplo, uno se puede ayudar de la palabra escrita, pero sólo como accesorio. Se puede leer un párrafo, o dos, pero para dormir a una audiencia no hay nada más infalible que leer en lugar de hablar. La palabra escrita es prioritaria en libros, artículos,... Una fotografía es una palabra visual bienvenida en libros y conferencias, pero no desplaza nunca a la palabra hablada o escrita.... La imagen es prioritaria en el cine, la televisión, ... Se acepta cine mudo, pero no cine sin imagen. La música se hace con palabra musical: un tono con duración y timbre. La radio es sonido. En danza o teatro el sonido es muy importante pero no prioritario; antes está la palabra que le es propia: el gesto. La física usa la palabra científica, un concepto con rango científico (fuerza, entropía, tiempo,...) reducible a una letra o a un número. La expresión de una ley o de un teorema puede sazonarse con otras palabras, con gráficos, fotos o dibujos, pero las deducciones, fórmulas y ecuaciones se escriben con símbolos propios. Las palabras se combinan para construir frases, frases de textos, frases de diálogo, frases de música, frases de danza, frases de pintura, frases de ciencia, ..., frases listas para zambullirse en la realidad donde nadan otras mentes.
Un museo es un espacio para transmitir conocimiento. Museo, como mosaico o música, procede de musa. Es un espacio para la inspiración, idónea para la primera fase de todo proceso cognitivo: el estímulo. Sea por ejemplo, un museo de ciencia, ¿cuál es la palabra que le es propia? En tales centros encontramos hoy palabras habladas, escritas, bits electrónicos, imágenes, sonidos, maquetas, simulaciones, réplicas, escenografías, actores, guías, copias, moldes, reproducciones,... Vale. Valen como accesorios. Pero accesorios ¿de qué? ¿cuál es la palabra de museo sin la cuál ni siquiera hay museo?
La palabra de museo es, directamente, un fragmento de realidad capaz de representarse a sí misma. No existe cine sin imágenes, radio sin sonido, poema sin palabras, juego sin simulación, música sin notas, danza sin gestos o cálculo sin números,... ni museos sin objeto real o sin fenómeno real. Es la genuina pieza de museo. Es el experimento mediante el cuál la naturaleza responde al ciudadano sin intermediarios. Eso es un museo: realidad concentrada.
Jorge Wagensberg es director del museo de la ciencia Fundación La Caixa (Barcelona)
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