A su manera

He aquí un claro ejemplo, ni mejor ni peor que otros, de un texto escrito a la medida de las posibilidades escénicas de su protagonista, un Juan Luis Galiardo en el cénit de su segunda carrera como actor que gana en madurez lo que pierde en prestancia física. Más allá de la trivialidad del argumento (una persona ya no joven hace una especie de repaso de su vida en el curso de una espera inesperada, donde la habilidad para colocar las frases se conjuga con una tendencia a una especie de comedia dramática suave y nostálgica), lo que brilla en el escenario es el trabajo de un incontenible Juan Luis Galiardo, que lleva a buen puerto su repertorio casi completo de gestualidad amplia y poder efusivo. En realidad, es un seductor, y lo sabe de tal modo que a menudo, en los momentos claves de una obra sin grandes sorpresas en la situación de partida, salvo en su resolución, sabe muy bien cómo retardar el momento de la emoción para acrecentarla y cómo solventar con un desparpajo muy meditado algunas soluciones escénicas. Fuera de la notable presencia de este buen actor, destaca la solidez siempre muy trabajada de Chema Muñoz, que se las ha visto ante proyectos mayores, y una dirección que sirve todo el tiempo al texto y, sobre todo, a su principal protagonista. Encantará al público de media tarde.