A la sombra de Andorra
La Seu d'Urgell, la ciudad más activa y poblada del Pirineo catalán (11.000 habitantes), dio el gran salto hacia la modernidad con la construcción del parque del Segre, escenario de las pruebas de piragüismo en aguas bravas en los Juegos Olímpicos. La ciudad entera experimentó cambios profundos y hoy es un ejemplo de urbanismo equilibrado y respetuoso con el entorno natural.
La Seu aspira a convertirse en este inicio de siglo en la capital de un amplio territorio habitado por 90.000 personas y visitado cada año por más de 12 millones de turistas atraídos por la vecina Andorra. En los últimos tiempos, su alcalde, el socialista Joan Ganyet, no ha querido dormirse en los laureles, sino que ha impulsado diversas iniciativas para que la ciudad sea el motor de las comarcas pirenaicas.
La Seu quiere volar alto y el primer salto al futuro lo dará con la mejora de las comunicaciones, en especial la C-1313 y la reapertura de su aeropuerto, cerrado en 1982 por razones técnicas y de baja rentabilidad. Ahora la situación es diferente porque Andorra, la principal interesada, ha conseguido un acuerdo con el Gobierno para hacer operativa la instalación en un plazo de tres años.
El alcalde, que lleva cinco legislaturas gobernando la ciudad, afronta la próxima con una lista renovada y 300 propuestas de futuro. La más novedosa es la construcción de 130 viviendas en las antiguas instalaciones militares de la Ciutadella para profesionales liberales de zonas urbanas. Sin duda, una experiencia pionera para avanzar en el campo de la arquitectura ecológica y superar el falso rusticismo de las urbanizaciones que sólo están ocupadas 15 días al año. La llegada de la banda ancha y las nuevas tecnologías darán a La Seu el nuevo papel que persigue.
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