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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El abismo checheno

La pretendida normalización de Chechenia, que Moscú recita como un mantra, ha sido sacudida por un nuevo atentado, semanas después del fantasmal referéndum constitucional para anclar la región musulmana a Rusia. Una vez más, un camión cargado de explosivos ha hecho saltar por los aires un complejo gubernamental, segando la vida de al menos 40 personas. La historia reciente de la república independentista norcaucásica va jalonándose a golpe de atentados. En diciembre pasado, un ataque suicida similar voló la sede del Gobierno prorruso en Grozni, la capital, con 80 víctimas. El Kremlin había zanjado en octubre el asalto checheno a un teatro moscovita con la ejecución de los 41 terroristas y la muerte por gaseamiento de más de un centenar de rehenes.

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En 1999 una misteriosa serie de explosiones en Moscú -atribuidas por el Gobierno a los chechenos y desde otros ámbitos a los propios servicios secretos rusos- mató a 300 personas, impulsó la guerra y catapultó al poder a Vladímir Putin. Desde entonces, el líder ruso ha dado por zanjado el conflicto en muchas más ocasiones de las que habría deseado, sólo para verse desmentido por un nuevo golpe de mano independentista. Del atentado de ayer, el Kremlin ha acusado inmediatamente al jefe rebelde Aslan Masjádov, que ha desmentido su intervención.

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El presidente Putin carece de credibilidad en Chechenia, donde han muerto miles de inocentes en los últimos cuatro años. En marzo pasado organizó un simulacro de referéndum -96% de síes, ausencia absoluta de observadores, manipulación del censo-, que debería ser seguido por una elección presidencial en diciembre, con la pretensión de restaurar una apariencia de orden en una región sin ley, asolada por dos guerras desde el desplome de la URSS.

Los hechos muestran que la situación está fuera de control en Chechenia, donde permanecen 80.000 soldados rusos cometiendo toda suerte de tropelías y diversas facciones secesionistas se libran al bandidaje. En esta república ensangrentada nadie fiscaliza la situación de los derechos humanos más elementales y el sistema judicial hace moneda corriente de la tortura y las condiciones carcelarias insoportables. El ambiente de terror que se respira llevó el mes pasado al Consejo de Europa a solicitar un tribunal de la ONU similar al de la antigua Yugoslavia para enjuiciar por crímenes de guerra a los dirigentes responsables.

La matanza de ayer en Známenskoye resitúa el caso checheno en sus trágicas coordenadas: una guerra sin reglas que las desmoralizadas y corruptas tropas rusas son incapaces de ganar y que sigue aguardando por parte de Putin una auténtica iniciativa política de pacificación, limpia y creíble, lejos del amañado referéndum de marzo. Pero de sus intenciones reales da idea el que se reserve el derecho de destituir en cualquier momento al líder checheno que resulte elegido en las previstas presidenciales de diciembre.

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