José Luis Garci y Manuel Summers
'El Crack' y 'Del rosa al amarillo', en la colección de cine español en DVD de EL PAÍS del próximo fin de semana
Germán Areta es un detective privado que antes había sido inspector de policía. Un importante financiero le encarga la búsqueda de su hija, de 16 años de edad, desparecida tiempo atrás. Sus pesquisas para resolver el caso le llevan hasta Nueva York. Todo encaja dentro de la más ortodoxa narración del cine policíaco. Que el detective privado lo interprete Alfredo Landa, y el guión y dirección del filme sean de José Luis Garci permiten, naturalmente, enclavar el filme en el cine español.
El crack, realizado en 1980, es la película en DVD que el lector de EL PAÍS podrá adquirir por 5,95 euros el próximo sábado. Su aceotación popular el año de su estreno alentó al realizador a filmar en 1983 El crack II, con el mismo equipo que la primera. Completaron el reparto María Casanova, Manuel Tejada, Miguel Ángel Rollán y José Bódalo.
José Luis Garci es un nuevo ejemplo de cinéfilo que alcanza la cima de la profesionalidad de forma autodidacta: comienza como colaborador y crítico cinematográfico en diversas publicaciones. El paso siguiente será el de escribir guiones para Giménez Rico, León Klimovsky, Pedro Olea o Eloy de la Iglesia. Tras su colaboración con Antonio Mercero en La cabina, se convierte en el guionista más representativo de lo que se vino en llamar "la Tercera Vía", una opción que asumía el papel de alternativa al denostado "cine comercial" y al críptico "cine de autor". Rueda después algunos cortometrajes y realiza Asignatura pendiente (1977) y Solos en la madrugada (1978). El crack es su cuarto largometraje. Con Volver a empezar (1981) consigue el Oscar a la mejor película en lengua no inglesa.
El primer largometraje de Manuel Summers, guionista, productor, director, actor y dibujante de humor, Del rosa al amarillo (1963), que el lector de EL PAÍS podrá adquirir por 1,95 euros el próximo domingo al comprar el diario, fue recibido con entusiasmo por la crítica de la época. Con él comenzaba a consolidarse el llamado Nuevo Cine Español, un movimiento generacional con muy distintas miradas sobre el relato cinematográfico y el denominador común de romper con lo establecido. En el filme de Summers se narran dos historias de amor que se corresponden con el título de la película: un primer amor de pubertad, protagonizado por Pedro Díaz del Corral y Cristina Galbó situado en una burguesía media, y una historia de amor entre dos ancianos (José Cerrudo y Lina Onesti) que viven en un asilo. Dos episodios autónomos en los que abundan los chistes.
El componente humorístico es casi consustancial con el quehacer cinematográfico de quien colaboró con asiduidad en La Codorniz -semanario que llegó a dirigir en su última etapa- y Hermano Lobo, y en diversos diarios de información general, prácticamente durante toda su vida.
Manuel Summers realizó con frecuencias películas en las que la crónica o el testimonio primaban sobre lo ficticio. Películas como Juguetes rotos (1966), o la trilogía To er mundo e güeno (1982), To er mundo e !mejó! y To er mundo e !demasiao! (1983), en las que una o varias cámaras ocultas filmaban situaciones jocosas inmersas en la vida cotidiana, y que en realidad se correspondían más a un concepto más próximo a un programa de televisión que a un largometraje, corresponden a ese amplio sector de su filmografía en el que la división entre realidad y ficción perdía su significación.
Con mayor o menor fortuna, con mayor o menor aceptación popular, lo cierto es que Manuel Summers supo crear un estilo propio en el que el humor era esencial. Su carrera como actor fue mucho más prolija que la simple aparición en algún filme de amigos. Trabajó a las órdenes de realizadores como Vicente Escrivá, Pedro Lazaga, Antonio Drove, Angelino Fons, Julio Diamante o Fernando Fernán-Gómez, entre otros. Sus últimas realizaciones las hizo con la colaboración del grupo musical Hombres G., del que su hijo David, era el cantante y compositor principal.
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