La guerra de los oleoductos
China y Japón presionan a Rusia para que opte entre dos trazados para enviar su petróleo siberiano a los mercados exterioriores
Japón y China se emplean a fondo para influir sobre Rusia en una inminente decisión fundamental para el futuro energético del continente asiático: ¿deben los rusos construir un oleoducto al puerto de Najodka, en el Pacífico, o uno a la frontera china para exportar el petróleo de Siberia oriental? Los intereses políticos, en esta ocasión, son tan fuertes como los económicos.
Las posibilidades de que el Gobierno ruso elija la variante china, más corta y más realista, se encuentran cerca del ciento por ciento
La primera opción significa que el crudo iría después en tanques a Japón en primer lugar, y también a otros países como Corea del Sur e incluso EE UU. La segunda limita la exportación del petróleo de Siberia Oriental a China. En torno a estas opciones se ha desencadenado en Rusia una verdadera guerra. La primera es vital para Tokio, que acaba de tomar cartas en el asunto, y es favorecida por Lukoil, pero su rival es nada menos que Yukos, la petrolera que, gracias a su fusión con Sibneft, se acaba de convertir en una de las mayores compañías del mundo con unas reservas probadas de 18.400 millones de barriles de crudo.
Independientemente de la decisión que en definitiva tome el Gobierno ruso (y todo parece indicar que el triunfador será Yukos), el punto de partida del nuevo oleoducto está en Angarsk, ciudad con sólo medio siglo de vida y unos 250.000 habitantes. Nacida en torno a la Compañía Petroquímica, Angarsk es el punto más oriental al que llega la red de tuberías del petróleo ruso; aquí muere el oleoducto y desde aquí deben comenzar las nuevas tuberías que llevarán el crudo a Daqin, en China, o al Pacífico.
La guerra por las diferentes rutas va acompañada de otra a favor de los oleoductos privados, que en Rusia todavía no existen: todos pertenecen al Estado, personificado en la empresa Transneft. Contra este orden de cosas desde un tiempo a esta parte vienen luchando las petroleras. Pero, de momento, el Gobierno ruso se niega a abandonar su monopolio y permitir que las grandes compañías construyan sus propios oleoductos. Sin embargo, esta situación, según opinión casi unánime de los especialistas, no podrá mantenerse por mucho tiempo, ya que el Gobierno no dispone de dinero suficiente para construir los conductos de transporte del crudo que el país necesita.
Estratégicamente hablando, el tendido de un oleoducto que una Angarsk con Najodka es muchísimo más importante que la variante de Daqin. La petrolera Lukoil, que hasta el año pasado era la principal de Rusia, presiona junto con Japón para construir un oleducto hasta el Pacífico con capacidad de 50 millones de toneladas anuales, y Transneft, que encabeza Semión Vainshtok, un ex vicepresidente de Lukoil, también favorecía este proyecto. Los partidarios de la ruta a Najodka subrayan que el oleoducto, además de abrir un mercado más diversificado, serviría para cohesionar el extremo oriente ruso e integrarlo a la vida económica del país.
El gigante Yukos
Yukos, el gigante que se acaba de unir con Sibneft, favorece mientras tanto el oleoducto a China, y estaría dispuesto a construirlo con sus propios medios si el Estado renunciara a su actual monopolio. A pesar de no tener la importancia geopolítica del proyecto al Pacífico, posee una serie de puntos a sus favor. Ante todo, es mucho más corto que el que se tendría que construir hasta Najodka y Yukos por sí solo garantiza el petróleo que correrá por este oleoducto. Su capacidad máxima será de 30 millones de toneladas de crudo anuales y el tendido, hasta la frontera china, costará unos 2.000 millones de euros.
Para llegar hasta Najodka no sólo hay que hacer un tendido mucho más largo (4.000 kilómetros), sino que éste debe pasar por dificílisimas zonas montañosas, todo lo que dispara el coste del oleoducto: 5.000 o 6.000 millones de euros. Pero el principal problema es que, como lo ha tenido que reconocer el mismo Vainshtok, "no hay 50 millones de toneladas de crudo disponibles para llevar a Najodka", lo que significa que el proyecto no es rentable.
Esto no quiere decir, sin embargo, que la empresa estatal Transneft descarte la construcción de un oleoducto a Najodka, especialmente después de que los japoneses dijeran estar dispuestos a financiar parcialmente el proyecto. Yoshiro Kamata, presidente de la Corporación Nacional Japonesa de Petróleo (JNOC) viajó a Vladivostok a mediados de abril, donde anunció que su país podría invertir más de 1.000 millones de euros en el oleoducto Angarsk-Najodka. Además, Vainshtok ha dicho que no excluye que el Gobierno podría decidirse por el oleoducto hasta Najodka, a pesar de que no será rentable, por razones exclusivamente geopolíticas.
Claro que las posiciones de Mijaíl Jodorkovski, presidente de Yukos, se han reforzado muchísimo después de su reciente unión con Sibneft, compañía esta última que según la mayoría de los politólogos rusos tiene gran influencia en el Kremlin. Y ahora las posibilidades de que el Gobierno elija la variante china, más corta y más realista, son cercanas al ciento por ciento. Ya el primer ministro, Mijaíl Kasiánov, ha hecho declaraciones al respecto. Pero aún queda la incógnita del líder ruso, Vladímir Putin, que es quien en última instancia tomará la decisión definitiva.
A orillas del Baikal
Por de pronto, se ha descartado ya la variante que iría por el norte del Baikal y se ha favorecido el tendido del oleoducto por el sur del famoso lago. Ésta permite, al menos teóricamente, construir tanto el oleoducto a China como a Najodka, que se separarían en Chitá.
Mientras tanto, el proyecto del tendido hasta la frontera está prácticamente terminado y lo ha realizado la Compañía Petroquímica de Angarsk (CPA), que hace dos años fue adquirida por Yukos. Su director, Vladímir Anísimov, no oculta que hay todavía algunos problemas por resolver, el principal de los cuales es ecológico: la cercanía de las tuberías al Baikal y su riesgo de contaminación. El tendido total hasta Daquin tendrá 2.247 kilómetros, pero los rusos deberán construir sólo 1.452, hasta la frontera con China, país que se encarga de hacer el resto. Anísimov confía en que la construcción comience este año y entre en explotación en 2005; su capacidad hasta el 2009 será de 20 millones de toneladas anuales y a partir del 2010 aumentará a 30. Yukos extrae anualmente 15 millones de toneladas de sus yacimientos en la provincia de Tomsk y piensa llegar a 13 millones en los de Krasnoyarsk-Evenkia y más adelante puede producir 18 millones en los de Yakutia.
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