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Reportaje:

El espíritu de Don Quijote y Lord Jim

Una novela recuerda las aventuras del gaditano Luis Gálvez, que creó un Estado en la selva amazónica

Hace poco más de un siglo un gaditano de San Fernando creó un Estado independiente en la selva amazónica. Luis Gálvez, que así se llamaba este aventurero, estuvo acompañado por otro gaditano, Guillermo Uhthoff, en su empresa. El nuevo país, Acre, era un territorio fronterizo entre Bolivia y Brasil. El periodista Alfonso Domingo (Turégano, Segovia, 1955) acaba de publicar la novela La estrella solitaria en la editorial sevillana Algaida. Domingo narra en esta obra, que ha obtenido el VII Premio de Novela Ciudad de Salamanca, la aventura de Gálvez

El periodista investigó en 25 archivos de España, Argentina, Brasil y Cuba. Domingo descubrió que en "lo que se decía de Gálvez había una mezcla de leyenda y realidad". "Me encontré con un Gálvez con menos aureola, pero más real y más humano. Fue la primera persona que dio a Acre una estructura. Los límites actuales del Estado de Acre son los mismos que Gálvez puso", dice.

Acre es hoy un Estado del noroeste de Brasil que linda con el Amazonas, Perú y Bolivia. Tiene una superficie de 153.698 kilómetros cuadrados y está habitado por cerca de 420.000 personas.

"Gálvez fue una mezcla de Don Quijote y Lord Jim que reivindica su figura después de un error cometido en el pasado", señala Domingo. Sobrino de un ministro de Marina, Gálvez pertenecía a una familia de la aristocracia militar. Sin embargo, un error de juventud echó por tierra su carrera. Un desliz de deudas de juego provocó su expulsión del Banco de España. Gálvez reintegró el dinero, pero no le valió de nada.

En 1891, marchó a Argentina. Luego se instaló en Rio de Janeiro, donde regentó negocios de frontones. Más tarde marchó a Manaos, donde se hizo administrador de un diario y director de un cabaré. Esta zona de la selva amazónica vivía el auge económico del caucho. Una delegación boliviana acudió a tomar posesión de Acre.

"Gálvez se enteró de la existencia de un proyecto para vender el Estado de Acre a EE UU y lo denunció en la prensa. Se montó una gran polémica porque eso era una amenaza para Brasil. Gálvez decidió que su oportunidad había llegado y organizó una expedición para tomar Acre. Contrató a 20 veteranos españoles de la Guerra de Cuba", explica Domingo.

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"Tras expulsar a los ocho soldados bolivianos que había allí, Gálvez construyó un Estado de la nada. Creó ministerios, combatió la malaria, creó el servicio de correos y educación, promovió un Estado progresista y avanzado para la época", recuerda Domingo. La República de Acre fue proclamada en 1899.

"La idea era que el territorio pasara a Brasil, pero el Estado de Amazonas lo dejó abandonado. Llegó a Acre una expedición boliviana. Gálvez se retiró al interior. Le dieron un golpe de Estado y lo destituyeron. Pero volvió a la presidencia al cabo de tres meses. Acabó con fiebres palúdicas, moribundo y delirando. Gálvez regresó a Europa", comenta el periodista. En 1903, Bolivia cedió la región a Brasil. Gálvez murió en Madrid en 1935. Estaba arruinado y su aventura amazónica era ya un recuerdo desvaído.

Guillermo Uhthoff, un segundo Sancho Panza

Luis Gálvez contó con la ayuda de otro gaditano en su aventura en el Amazonas. Guillermo Uhthoff le prestó su apoyo y "ejerció el papel de Sancho Panza" en la creación del Estado de Acre, según relata el periodista Alfonso Domingo. "La estrella solitaria es una novela histórica en cuanto a que hay una base histórica y una interpretación del personaje, así como el descubrimiento del papel de Guillermo Uhthoff, que es como el Sancho Panza de la historia", comenta Domingo.

Uhthoff acompañaba a la delegación boliviana que se dirigió a Manaos y Acre para tomar posesión del territorio. Uhthoff y Gálvez se conocían desde que eran pequeños. "A Luis Gálvez el encuentro con Uhthoff le removió los posos del pasado. Le vinieron recuerdos remotos de la infancia, llenos de luz y reflejos marinos", escribe Domingo. Entre las imágenes que le evocó Uhthoff estaban "el blanco y el azul cegador de la bahía de Cádiz". Y Gálvez creó un Estado de la nada. Un diálogo de la novela relata los primeros pasos del servicio de correos:

"-A Acre todavía le falta algo esencial para ser un país...

-¿El qué, Guillermo?

-Los sellos. No existe un país sin sellos. ¿No has hecho colección de pequeño? Después de los soldaditos de plomo, mis tesoros eran estampillas de varios países del mundo. Te lo digo en serio: un Estado que no aparece en las colecciones de sellos no existe".

Gálvez se tomó en serio el consejo de su amigo y creó un servicio de correos. Gálvez encargó a Uhthoff el diseño de los sellos y le aconsejó que fueran de "varios colores" y con "un dibujo original" porque ésos eran "los preferidos de los coleccionistas".

El libro muestra una reproducción del primer sello de correos emitido por el Estado Libre de Acre en 1899.

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