El "deshuesadero" de Ciudad Juárez

Dos años atrás, un senador mexicano denunció la existencia de una mafia que vendía órganos de compatriotas "como piezas de deshuesadero", y el descreimiento le tomó por loco. La investigación en curso parece indicar que aquella alerta no debe atribuirse a la enajenación o a la irresponsabilidad y, al menos, merece indagarse. Catorce de las cerca de 300 mujeres asesinadas en Ciudad Juárez pudieron haberlo sido para su vaciamiento quirúrgico, según las averiguaciones anunciadas la noche del miércoles por fiscales federales en la azarosa localidad limítrofe con Tejas (EE UU). Uno de los sospechosos es estadounidense y dos detenidos, mexicanos.

La Unidad Especial Contra la Delincuencia Organizada (UEDO), dependiente de la Procuraduría General de la República (PGR; fiscalía general), centra sus pesquisas en los ocho cuerpos hallados en noviembre del año 2001 y en septiembre del pasado año en un campo algodonero y en el cerro del Cristo Negro. En cinco casos, según el fiscal de procedimientos penales Carlos Javier Vega y el titular de la UEDO, José Luis Santiago, se encontraron pruebas de que habían sido conservados en un frigorífico antes de desprenderse de ellos. Crónicas publicadas por periodistas de la frontera sugieren que millonarios norteamericanos enfermos son los eventuales clientes.

"Si bien se siguen varias líneas de investigación, la del tráfico de órganos es, hasta ahora, la más firme", dijo Vega en conferencia de prensa. "Es así, en virtud de que se han podido obtener detalles que conducen a la hipótesis de que estas mujeres fueron asesinadas para extraer sus órganos y comerciar con ellos". Sin entrar en detalles sobre las incisiones o heridas adivinadas, el funcionario apuntó hacia una supuesta banda de hampones, médicos y especialistas. La información, de acuerdo con otras fuentes, debe tomarse con las debidas reservas porque el desarrollo de las investigaciones puede contradecirla. Los especialistas trabajan sobre los restos mejor conservados. Otros son sólo esqueletos.

Sorprendido por la denuncia del senador Elías Miguel Moreno, del Partido de la Revolución Democrática (PRD, de izquierda), efectuada en el año 2000, el secretario técnico de la Comisión Nacional de Trasplantes (Conatra), Javier Castellanos, subrayó entonces que no había una sola denuncia por tráfico de órganos en todo México, con una lista de espera de más de 100.000 personas necesitadas de un órgano. "Un trasplante no es una cirugía común y corriente. No es robarme una pieza de Volkswagen para que le vaya a caber a un Grand Marquis", declaró Castellanos, miembro de la Sociedad Internacional de Trasplantes.

El anuncio de miércoles sorprendió y se suma a la indignación causada por los impunes asesinatos de decenas de mujeres ocurridos durante los últimos 10 años en la ciudad de 1,3 millones de habitantes, vecina de la norteamericana El Paso: cerca de 300, según organizaciones de derechos humanos y un centenar en el cómputo oficial. Ciudad Juárez, urbe del Estado de Chihuahua, es destino de miles de jóvenes emigrantes pobres: hacia Estados Unidos, hacia las maquiladoras, hacia las cadenas de montaje de capital estadounidense, europeo o japonés establecidas en la línea divisoria, hacia la muerte después de haber sido afrentadas sexualmente.

Bandadas de delincuentes actúan en Juárez, sede también de grupos narcotraficantes, mientras la corrupción en la justicia y la policía retrasan el esclarecimiento de los delitos. Inevitablemente, la posibilidad del tráfico de órganos alborotó y el fiscal Vega debió precisarse a la baja: "No estamos afirmando que ésta sea la única línea de investigación; es una probabilidad entre muchas". Ese comercio, aunque muy improbable, no es, sin embargo, ciencia-ficción, y un informe de trabajo de la ONU informó en 1993 de que una mafia de Moscú había extraído un número indeterminado de riñones, corazones y pulmones, hígados, y pares de testículos para su venta en hospitales de todo el mundo.