Desde el lado malo
Parece que se debe decir que Bush anunció anoche el final de la guerra, con todo el decorado conveniente -un uniforme de copiloto que cambió por traje civil: corbata roja, ya no importa lo rojo-, cuando lo que dijo era que se había ganado una batalla: Irak es libre, decía lleno de la peligrosa satisfacción democrática, mientras sus soldados aún disparaban directamente contra las manifestaciones de iraquíes. Y los de Sharon seguían matando como mandan las ordenanzas tácitas, para celebrar el plan de paz, que es otra palabra agradable para ese general y político. La doble acepción militar / civil sigue existiendo: Bush, presidente civil, es también comandante en jefe; Sharon, general, es también presidente del Gobierno. Aquí, el Rey es militar y civil al mismo tiempo. Son residuos de los viejos tiempos que desmontan la hipocresía de que el poder no tiene relación con las armas. Y el dinero. Son el gran trío de todos los tiempos, con la Iglesia como apéndice. Todo está simbolizado en el puente madrileño: la Comunidad celebra el día en que chulos, bandidos, como El Empecinado, curas de trabuco, como Santa Cruz, y soldados y adictos a Fernando VII echaron del país al esclarecimiento que traían los soldados franceses en su mochila. El general / diplomático Powell nos pide que votemos a Aznar que está en el lado bueno; recibimos al Papa con el grito de Totus tuus y se le postran reyes y gobernantes de un país laico; y en las calles, unos sindicatos agreden a otros.
Y Bush explica, por fin, que esta "batalla" es un triunfo "contra el terror que comenzó el 11 de septiembre de 2001". Los que sabemos que no es verdad, que el 11 de septiembre sería todo menos algo de Irak, y que ya se había vengado en Afganistán, y los que imaginamos que ésta es una parte de la guerra de Israel, tememos que lo que quiso decir Bush es que va a continuar la guerra contra el terrorismo. Y los que estamos en el lado malo de la vida tememos que cuando limpien Irak comenzarán en otro sitio.
Claro que aquí hay unas elecciones ya, como preludio de otras. Powell y el Papa en la campaña electoral pueden ser un gran refuerzo para esta gente; pero también pueden ser un gran desastre. Lo pensamos los que, además de ser malos, somos tontos: los más listos quizá prefieran la Iglesia Romana y la Pax Americana. Que dará concejales de muy buena familia.
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