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Reportaje:

México aún espera la reforma de Fox

La falta de acuerdo político retrasa una transformación estructural del Estado clave para la transición

Juan Jesús Aznárez

México "perderá el tiempo miserablemente" y no crecerá durante los tres años que restan de Gobierno de Vicente Fox de no aprobarse las reformas estructurales pendientes, según Héctor Rangel, presidente del Consejo Económico Empresarial. El Ejecutivo y el Legislativo corren con la responsabilidad. En el primer trienio de Fox, el Congreso pasó una reforma fiscal, un "engendro", según ese dirigente, que apenas amplió la base tributaria. Y las exenciones, algunas graciosas, hurtan al PIB cinco puntos. Las reformas laboral y energética no se concretan y la esencial, la del Estado, continúa en pañales. Los partidos coincidieron esta semana, una vez más y casi de oficio, en la necesidad de reactivarla.

Las coincidencias sobre los asuntos fundamentales, plasmadas en el Acuerdo Político Nacional de los partidos y el Gobierno de hace dos años, quedaron "en papel mojado", según ha admitido Luis Felipe Bravo, presidente del gubernamental Partido Acción Nacional (PAN). Ninguna formación respetó el documento.

Todos están volcados ahora en la preparación de las legislativas del 6 de julio en la Cámara de Diputados. Nadie tiene mayoría suficiente y las encuestas indican que tampoco la habrá tras las elecciones. Sin consensos, difícilmente cobrará fuerza la reforma del Estado. La pasada semana, el embajador en Bruselas, Porfirio Muñoz Ledo, recordó lo evidente: "No hay transición sin reforma del Estado. Retrasarla no tiene sentido".

El ex gobernador de Guanajuato y ex ejecutivo de Coca-Cola, Vicente Fox, derrotó los siete decenios de hegemonía del PRI en las generales de julio de 2000, y arrancó la transición más importante en casi un siglo. México disfruta de estabilidad macroeconómica y un mayor clima de libertades. Más allá, los logros son escasos.

El veterano Muñoz Ledo, dirigente en el PRI, después en otros grupos, y finalmente en las filas de Fox, no quiso identificar a los culpables del retraso en llenar de contenido la transición, pero, de hecho, lo hizo. Fue "la fuerte pugna política" entre "la visión de los perdedores [PRI] que pensaban en recuperarse y la visión de los que ganaron [Fox y el PAN] para permanecer en el poder. Lo urgente predominó sobre lo importante". Alfredo Hernández, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), izquierda, remachó: "Se perdieron tres años en batallas contra fantasmas y contra los propios intereses partidistas".

La relación de asuntos medulares a la espera es larga. Muñoz Ledo defiende, entre otros, crear la figura del jefe de Estado y que el jefe de Gobierno sea designado por el Congreso. El presidente de México asume actualmente las dos funciones. En los años del PRI, era emperador. También estimula fortalecer el Senado y la revisión de las competencias de los 32 Estados de México, dotándoles de mayores competencias y recursos.

Otras reformas apuntadas por partidos y agitadores políticos inciden en la reelección consecutiva de los legisladores por un número indeterminado de periodos, ampliar las facultades del Congreso, una mayor preponderancia de los municipios y un gran pacto social.

México dista mucho de haber logrado una comunión de intereses nacionales y mientras no se transformen las instituciones, indica el columnista Alberto Aziz, seguirá atado a las viejas inercias que durante 71 años apuntalaron el autoritario sistema liderado por el PRI. Inevitablemente, añade, los problemas estructurales "revientan cotidianamente y generan dinámicas de conflictos y parálisis".

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