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Columna
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Pragmatismo

Seguramente, la determinación de Aznar de entrar en la guerra fue una decisión pragmática llevada hasta la última consecuencia. Y, por qué no, la represión de Fidel Castro también es pragmática de cojones. Así es el pragmatismo en política.

Y es que hay que ser práctico. Lo mismo que cuando se hacen regalos. A Jose Mari se le podría regalar un detector instantáneo de multiculturalidad de alta tecnología marca ACME, para que mantenga a raya esta nueva y grave amenaza para España toda. Al otro simplemente se le podría obsequiar con una bonita soga de esparto, para ahorrarle balas a la postrevolución cubana. No se pretende que sean regalos bonitos, sino que sean prácticos, y lo demás son tonterías. Lo malo es que cuando unos son pragmáticos, los demás nos jodemos. No olvidemos que lo práctico es siempre subjetivo, y no tiene nada que ver con la ética. Una cosa práctica, por lo visto, fue disparar contra el Hotel Palestina, y otra todavía más práctica que el Gobierno no protestase demasiado por la muerte de dos periodistas españoles.

Cuando me dicen que un político es pragmático, me echo a temblar. El pragmatismo es una virtud temible en exceso. Y, sin embargo, los políticos parecen halagados cuando se dice de ellos que son pragmáticos. En realidad, creo que no han entendido el concepto. Creen que ser pragmático se limita a salvar el propio pellejo haciéndose amigo del matón de la clase. Pero, por qué no decirlo, también la población peca de pragmatismo. En Argentina, por ser prácticos, van a votar a los mismos que estaban antes. ¿Para qué elegir a otros, si van a robar lo mismo? Ya puestos, por lo menos que sean ladrones conocidos, como de toda la vida. Eso es la esencia del realismo. El éxtasis cósmico del pragmatismo popular.

En realidad, el utilitarismo libremente interpretado tiene resultados sorprendentes a todos los niveles, y más aún a largo plazo. No olvidemos que Hitler era un tipo muy práctico, que decidió cargarse a todos los judíos porque tenían mucha pasta. Eso a Aznar no le dice gran cosa, porque él tampoco está a favor de la multiculturalidad, y lo suyo es el realismo. Siendo prácticos y llegando aún más lejos, la disidencia en España debería ser encarcelada, acción que a todas luces se acerca al posibilismo político que proponen los que, cínicamente, se llaman a sí mismos "progresistas". Y es que los chistes me salen solos, pero no tienen maldita gracia.

No olvidemos que todavía hay quien piensa que la dictadura de Franco tuvo su lado práctico. Seguramente, en nombre del pragmatismo se han llevado a cabo crímenes horrendos a lo largo de la historia de la Humanidad. Pero, qué quieren, el concepto tiene buena prensa, y todo depende del color del cristal a través del cual se mire. También una mina antipersona es práctica. Incluso una bomba nuclear es muy práctica. Así que dejemos a nuestros gobernantes que sean prácticos por nosotros. Cambiarán nuestras vidas con su sentido de la práctica, y luego nos dirán que lo práctico es votarles. Como si nada.

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