_
_
_
_
Reportaje:

La lenta asfixia de un barrio

La frontera del distrito de Retiro y el Puente de Vallecas lleva 18 años esperando a ser remodelada

Patricia Gosálvez

Un rincón olvidado del distrito de Retiro parece el lejano Oeste. Los vecinos llaman a estos 67.500 metros cuadrados Las Californias. Para la Gerencia de Urbanismo es sólo la "expropiación de Adelfas". Desde 1985 se prevé la reforma del barrio, que ya es propiedad del Ayuntamiento. Pero allí nada se construye.

Al final de la calle de Seco, el asfalto cambia y empiezan los baches. Baja desde la amplia avenida de Ciudad de Barcelona y muere en las vías del tren. Su último tramo incluye apenas cuatro manzanas, pero es otro mundo. Los pisos con piscina de la parte alta se convierten en solares, ventanas tapiadas y casas bajas que luchan por mantenerse en pie. Cinco calles (Seco, Barrilero, California, Cerro Negro y Luis Peidró) en las que los abuelos sacan las sillas en verano, las gitanas con niños en la cadera charlan en las aceras, y algún yonqui se pincha todavía al resguardo de un garaje. Un lugar donde los vecinos se respetan, pero van a lo suyo. Y el forastero siempre está de paso.

"Si estoy vivo cuando construyan lo nuevo, me van a meter en una jaula", dice uno de los vecinos más antiguos

"Esto antes era un barrio, una familia. Pero llevan toda la vida dejando que se muera". Francisco nació hace 83 años en su casa. Está expropiada, como el resto de las de las 88 familias del vecindario. "Si estoy vivo para cuando construyan lo nuevo, me van a meter en una jaula", dice.

El Ayuntamiento ha previsto construir en este extremo del barrio de Adelfas un edificio de protección oficial para los 75 vecinos que no han querido ser realojados en otro lugar. El resto del suelo urbanizable será de promoción privada.

Isabel vive aquí desde hace 18 años. Le han dado 40.000 euros (6.700.000 pesetas) por su casa, y la posibilidad de comprar un piso de 50 metros, como el suyo, en el edificio de realojo por unos 48.000 euros (8 millones de pesetas). "Esto ha sido una guerra de desgaste. Los vecinos mayores se han ido muriendo. Y luego la droga ha echado a mucha gente". Hace dos años, cuando se cerraron los supermercados de droga de La Celsa y La Rosilla, el barrio se convirtió en una ciudad sin ley. De aquella época se conservan fotos con pintadas como "Aquí se vende droga con el consentimiento de la policía".

El problema remitió con el derribo de varios edificios que ahora permanecen como caries entre las casas que han resistido. La ocupación es, sin embargo, moneda corriente en Las Californias. Sara se mudó aquí cuando se casó con 13 años, hace siete. "Se la compramos por muy poco a otros gitanos que se habían metido de una patada". Ni Sara ni su corrillo de vecinas saben cuándo serán desalojadas sus familias. "Ojalá sea pronto. Eso, que nos pongan con todos los niños ahí en el descampado, como los indios", ironiza, porque no se fía, aunque la asistente social les ha prometido que serán realojados.

Casi puerta con puerta con las infraviviendas, otras casas resisten sanas a base de la fuerza de voluntad de sus dueños. Salvador y Dori muestran orgullosos la casa que compraron hace 20 años. "Tras cinco años de noviazgo entre contenedores, y un dineral", la pareja consiguió su sueño: dos plantas, un patio con higuera, una chimenea. "Nos amenazaron para que aceptásemos 20 millones. Fue como ponernos una pistola en la cabeza". La pareja está en los tribunales para reclamar "por lo menos el doble". Ellos tampoco saben cuándo se remodelará el barrio. Calculan tres años más. Hace unos meses, su hijo de nueve años dijo que a él no le echaban de su casa y que se iba a encadenar a los barrotes de la ventana. "Desde entonces intentamos no hablar del tema".

A unos 200 metros de su casa, en la primera fase de remodelación, los pisos de siete alturas, se están vendiendo ya por más de 240.000 euros (40 millones de pesetas). De uno de ellos sale una pareja: "Estamos encantados de que tiren lo de ahí abajo, allí no vive gente, sólo hay okupas".

Los miembros del centro social okupado Seco, el más antiguo de Madrid, están debatiendo un plan de urbanismo alternativo. En corrillos de sillas en las aceras discuten ante la indiferencia de los gitanos y el laconismo de los ancianos. Francisco les mira medio convencido: "Si no están estos chicos, ya no hay nadie, pero les tengo dicho que pongan un par de luces bien fuertes, que traigan alegría y juventud, que es lo que prometen: barrio". Anochece a través de las ventanas del AVE que pasa por las vías frente a Las Californias. Al otro lado, El Corte Inglés de Méndez Álvaro y los multicines UGC Cine Cité prenden sus potentes luminosos cuyo reflejo se multiplica sobre sus fachadas de acero y cristal.

Cine y paella contra el desalojo

Para llamar la atención sobre los problemas de Las Californias, el centro social ocupado Seco, el más antiguo de Madrid, celebra en el puente de mayo un festival de cine. Ayer era la presentación, pero la policía les aguó la fiesta.

Según los organizadores "los municipales vinieron de parte de la concejal [María Dolores Navarro] a decirnos que desmontásemos la carpa donde se iban a hacer las proyecciones". Pero el festival va a salir adelante "con carpa o sin ella". El plato fuerte, una multitudinaria paella, se sirve hoy. Los despedidos de La Naval, en los que Leon de Aranoa inspiró Los Lunes al Sol, los maquis del documental de Javier Corcuera, Guerrilleros de la Memoria y los empleados de Sintel de El efecto Iguazú en una misma mesa, celebrando el Día del Trabajador. "No sé como puede acabar esto", bromea Leon de Aranoa ante la perspectiva de juntar ante una paella a tanto elemento subversivo.

Detrás de este festival está Nacho. Ocupó su colegio cuando estaba en el instituto hace 12 años. "Somos los herederos del movimiento vecinal de nuestros padres, tomamos el testigo del barrio", afirma.

Los del Seco piden seguir "haciendo barrio" siendo realojados en el Solar del Baron, finca casi en ruinas, protegida por Patrimonio, en la que viven 10 familias gitanas, y que Gerencia tiene reservada como equipamiento público. Además han presentado un proyecto alternativo para Las Californias en el que se incluye un edificio de protección para jóvenes. La concejal del distrito no se pronuncia al respecto. Pero el Seco no se rinde.

Más información sobre el festival en http://seco.sinroot.net/cinesocial/ y en el teléfono 696509402.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Patricia Gosálvez
Escribe en EL PAÍS desde 2003, donde también ha ejercido como subjefa del Lab de nuevas narrativas y la sección de Sociedad. Actualmente forma parte del equipo de Fin de semana. Es máster de EL PAÍS, estudió Periodismo en la Complutense y cine en la universidad de Glasgow. Ha pasado por medios como Efe o la Cadena Ser.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_