"Algunas cosas se podrían haber hecho mejor"
El vicepresidente primero, Mariano Rajoy, 48 años, admite que el Gobierno ha podido cometer errores, no de fondo, sino de comunicación, en el desarrollo de la crisis que ha concluido con la guerra en Irak. La principal responsabilidad, sin embargo, en el deterioro del clima político corresponde, según él, a la oposición, que ha tratado de sacar partido electoral de este episodio. Rajoy cree que ahora es necesario, no obstante, recomponer el acuerdo con el PSOE para afrontar de forma negociada asuntos como los de la cohesión territorial. Es optimista, pese a las encuestas, sobre las posibilidades del PP en las elecciones del próximo mes de mayo. En cuanto a la elección del candidato de su partido para 2004, Rajoy dice ignorarlo todo, excepto el hecho de que "hay cosas que pueden cambiar" después de Aznar.
"Creo que ha habido, como ocurrió con el 'Prestige', un clarísimo intento de deteriorar la posición del Gobierno ante la opinión pública"
"La desaparición de Sadam Husein es una buena noticia para las personas que tengan simplemente buenos sentimientos"
"Es bueno que el diseño territorial del Estado se haga mediante acuerdo de los grandes partidos. Sería positivo lo mismo en la política exterior"
"La posición de España en la reconstrucción de Irak es que intervenga Naciones Unidas de la forma más importante que sea posible"
"A Aznar le pasa como a cualquier ciudadano. Todos tenemos nuestra forma de ser, nuestro carácter, nuestra manera de expresarnos"
"Yo tengo la firme convicción de que EE UU no tenía intención de atentar contra la población civil, ni, por supuesto, contra los dos periodistas que fallecieron"
"Yo me quedaría más tranquilo si el señor Zapatero no fuera el presidente del Gobierno. Zapatero no ha estado a la altura de las circunstancias, ni él ni su equipo"
"Están abiertas muchas posibilidades para la sucesión. Yo aparezco en las quinielas, pero nadie me ha preguntado nada"
"En este momento no hay ninguna necesidad objetiva ni subjetiva de plantear una reforma del texto constitucional"
"El candidato ya no es Aznar. En lo esencial, los principios programáticos van a ser los mismos, pero hay otras cosas que sin duda pueden cambiar"
"Yo creo que el PP es el gran partido reformista de la historia moderna de España. El juicio de la historia será favorable a Aznar, con todos los claroscuros"
Pregunta. ¿El Gobierno español se siente vencedor de la guerra en Irak?
Respuesta. El Gobierno español está satisfecho porque los objetivos que se pretendían con esta intervención, que eran que se diera cumplimiento a las resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y que Irak dejara de ser un peligro para la seguridad mundial, creo que están conseguidos. Así como que los ciudadanos iraquíes puedan comenzar a vivir de una manera más razonable que lo que ocurría anteriormente.
P. ¿Qué errores ha cometido el Gobierno a lo largo de esta crisis internacional?
R. Es muy difícil señalar los errores que haya podido cometer el Gobierno sin hacer un análisis más a fondo y sin ver cuál es el juicio real de la población sobre este tema, que sin duda alguna ha ido evolucionando y creo que seguirá haciéndolo en el futuro. España es un país que tradicionalmente no es partidario de las intervenciones.
P. ¿Cree que la sociedad española ha entendido las razones de esta guerra?
R. Hicimos el mayor esfuerzo de que fuimos capaces para explicarlas, pero es evidente que, al menos en los primeros momentos, no ha sido bien entendida por una parte considerable de la sociedad española. Los españoles no se manifestaban en las encuestas partidarios de la intervención en Irak, eso es evidente, pero los españoles también decían en esas mismas encuestas que Sadam Husein era un tirano. Los españoles también decían que tenían la convicción de que Sadam Husein colaboraba con el terrorismo. También tenían la convicción, y lo decían en esas mismas encuestas, de que Irak tenía armas de destrucción masiva. También querían que se cumpliesen las resoluciones de Naciones Unidas. Y al final, cuando se produce una situación de estas características, lo que no se les puede pedir a los españoles es que tomen la decisión difícil porque esa decisión corresponde al Gobierno. Y luego habrá en su momento un juicio de valor, que normalmente se hace cuando los ciudadanos depositan la papeleta en una urna. Y nosotros hemos hecho esto en el ejercicio de nuestra responsabilidad con el apoyo del Parlamento, y serán los españoles los que, haciendo balance global o balance parcial sólo de este asunto dentro de un cierto tiempo, digan si realmente el Gobierno actuó bien o mal.
P. ¿No cree que se han dado tantas razones para justificar la guerra que, al final, la opinión pública ha percibido que ninguna de ellas era cierta?
R. Es probable que haya cosas... O es seguro que, por lo menos en un primer momento, hay cosas que pudimos haber hecho mejor. Pero creo que las grandes líneas esenciales que justificaban nuestro apoyo a la coalición fueron explicadas. Es verdad que mejor o peor, es verdad que donde tuvimos mejor oportunidad de hacerlo fue en el Parlamento, donde quien haya seguido esos debates es plenamente consciente de que la posición del Gobierno no fue derrotada, y estoy hablando en cuanto a razones y argumentos. Pero, en fin, las cosas son así. Y luego hay un dato que sin duda alguna influye mucho: no es lo mismo adoptar una decisión de estas características con el apoyo de la oposición y de algunos otros grupos, como ocurrió en el caso de Kosovo, que hacerlo en solitario. En cierta manera, creo que ha habido, como ocurrió en el caso del Prestige, un clarísimo intento, ante la falta de otros argumentos, de deteriorar en lo posible la posición del Gobierno ante la opinión pública.
P. El apoyo del Gobierno español a Estados Unidos en esta crisis ha sido confundido con ciego seguidismo, incluso por viejos y nuevos aliados de España en todo el mundo. ¿Se podía haber actuado de otra manera?
R. Es probable que sí, pero hubo un momento en que, utilizando el mismo razonamiento, en lugar de hacer seguidismo de un país, lo tendríamos que haber hecho de otro. Yo no creo que la posición de España haya sido una posición en solitario ni una posición de seguidismo de EE UU. Ha sido una posición que tuvieron la mayor parte de los países en Europa; es una posición en la que creíamos porque se defendían valores, ideas; había una coherencia con lo que había sido nuestra trayectoria en la lucha contra el terrorismo.
P. ¿Se contó en algún momento con que Francia iba a cambiar de posición y se produjo un error de cálculo al respecto?
R. Nosotros no actuamos en función de lo que hiciera o dejara de hacer Francia. Cuando hubo que posicionarse, lo hicimos...
P. ¿Qué van a ganar los españoles con esta guerra?
R. Esta intervención supone un paso adelante hacia una mejora en la seguridad internacional. Supone un paso adelante en la mejora en la lucha contra el terrorismo, supone un paso adelante en el respeto a las decisiones de Naciones Unidas. Yo creo que eso gana España, pero también España gana una credibilidad importante a la hora de luchar contra el terrorismo. Y luego, pues España se percibe como un país que es capaz de tener criterios que en ocasiones no son fáciles de explicar en el propio contexto internacional.
P. ¿No hay alguna otra compensación más tangible, más inmediata?
R. Nosotros no hemos dado apoyo a esta coalición por intereses concretos, ni mucho menos por intereses económicos.
P. ¿Cree usted que la guerra estaría justificada incluso si finalmente no se encuentran en Irak armas de destrucción masiva?
R. Mire usted, que Irak tenía armas de destrucción masiva y que las tiene es casi un hecho objetivo. Yo tengo la convicción de que aparecerán las armas de destrucción masiva. Ya han ido apareciendo algunas cosas que demostrarán que lo que dijo la ONU -porque que había armas de destrucción masiva no lo dijo el Gobierno español, ni el Gobierno norteamericano ni el señor Blair- lo dijeron por unanimidad los 15 países que componen o que componían en noviembre del año 2002 el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
P. Pero si no aparecen, ¿seguirá estando justificada la guerra?
R. Permítame que no entre a hablar de hipótesis. En cualquier caso, yo sí creo que la desaparición de Sadam Husein es una buena noticia para las personas que tengan simplemente buenos sentimientos.
P. ¿Cuál cree usted que es la responsabilidad del Gobierno en el clima de agitación que se ha creado en este país con ocasión de esta crisis?
R. Si la tiene, es porque su decisión, que ya he dicho antes que era una decisión difícil y que a lo mejor mucha gente no podía comprender; si la tiene, es porque algunos han visto que esto es una excelente oportunidad para deteriorar al Gobierno.
P. Un editorial de The Economist reprochaba recientemente al Gobierno español su agresividad verbal contra la oposición con motivo de esta crisis. ¿Acepta usted esa crítica?
R. Cuando uno está en un debate parlamentario, es normal decir una palabra más alta que otra. En cualquier sociedad, en España, en Francia y en cualquier país del mundo, por muy civilizado que éste sea, siempre existen grupos de personas, en unos más mayoritariamente que en otros, que están dispuestos a aprovechar cualquier oportunidad para oponerse a todo lo que haya que oponerse. Sin embargo, yo eché en falta en esos momentos un mensaje, ya no de apoyo, como lo dimos nosotros en 1991, sino de equilibrio por parte de la oposición. Yo no sé si los líderes de la oposición en el resto de los países de la Unión Europea se manifestaron un día sí y otro también detrás de pancartas varias. Un último matiz: exactamente eso mismo ocurrió con el Prestige, exactamente lo mismo. Que fue un accidente donde el Gobierno ha podido cometer errores y que se utilizó por algunos por intereses políticos, aunque luego, como siempre pasa, ésos se ven desbordados por quienes son más radicales que el que no es radical.
P. ¿Y en otros países de la Unión Europea, los Gobiernos partidarios de la guerra han llamado a la oposición "un peligro para la nación"? ¿Usted cree que Zapatero es un peligro para España?
R. Tampoco tenemos que hacer una interpretación literal de todas y cada una de las afirmaciones que hace cada uno de los dirigentes políticos, máxime cuando está todos los días hablando.
P. Es que el que lo ha dicho es el presidente del Gobierno refiriéndose al principal partido de la oposición.
R. Yo, desde luego, me quedaría más tranquilo si el señor Zapatero no fuera el presidente del Gobierno. Yo creo que el señor Zapatero, en algunos de los asuntos importantes que se han producido en los últimos tiempos, no ha estado a la altura de las circunstancias, ni él ni su equipo. Y yo entiendo que acaban de llegar hace muy poco tiempo, y por tanto que el juicio que pueda hacerles la opinión pública sea uno u otro, y pueda ser más benévolo incluso. Pero el problema es que son la oposición y que son la alternativa del Gobierno. Y al final, si usted hace un recordatorio de lo que ha sucedido en España en los últimos tiempos, se dará cuenta de que los grandes temas que han preocupado al partido socialista y que han constituido su oferta -no sé si usted podrá ponerle comillas- ha sido la crítica en el tema de Irak, la crítica en el tema del Prestige y la crítica en el tema de la huelga general. Yo, muy poco más he visto, sinceramente.
P. ¿Ha cambiado su opinión sobre Zapatero con motivo de esta crisis?
R. No. Yo he tenido una buena relación con el señor Zapatero y la sigo teniendo desde el punto de vista personal. Pero nada tiene que ver eso con que yo haga un juicio político de las últimas actuaciones del líder de la oposición. Yo creo que Zapatero comenzó con una estrategia que se podría resumir en una oposición suave y un ofrecimiento de pactos, algunos con sentido y otros un poco sin ton ni son. Esa actitud dio lugar, al menos así lo percibo yo, a una cierta polémica interna dentro de su partido que se podría resumir en esa frase, ciertamente no muy académica, de "dales más caña
". Y pasamos de una oposición como ésa a una oposición irresponsable y poco seria. En Llamazares es entendible; en Zapatero, si quiere ser el presidente del Gobierno de España, no es entendible.
P. Y respecto al comportamiento del presidente del Gobierno, ¿por qué ese tono tan hostil, tan agrio? ¿Qué le pasa a Aznar?
R. A Aznar le pasa lo que a cualquier ciudadano, todo el mundo tenemos nuestra forma de ser, nuestro carácter, nuestra manera de expresarnos. Hay quien es de una manera y hay quien es de otra, y eso es absolutamente inevitable, y Aznar es un hombre con un carácter serio. Hombre muy riguroso y con palabra, según he tenido yo ocasión de comprobar en numerosas oportunidades, y puedo decirle que yo no he visto ningún cambio de carácter en Aznar con ocasión de los acontecimientos que se han producido en los últimos tiempos.
P. Volvamos a Irak. ¿Piensa el Gobierno español condicionar de alguna manera su participación en la reconstrucción al papel que asuma Naciones Unidas?
R. Yo creo que en Irak hay dos momentos. Hay un primer momento, que es en el que nos encontramos ahora, en el cual las prioridades son la ayuda humanitaria, el mantenimiento de la seguridad y del orden y la generación de unas condiciones mínimas para que la gente pueda vivir honorablemente. En este momento, la propia Unión Europea ha dicho que parece lo más razonable que sean los países que han intervenido los que se ocupen más directamente del asunto. Inmediatamente habrá que constituir un Gobierno provisional iraquí. Y luego llega la segunda gran fase, que digamos ya es la fase de la verdad, que es la fase institucional, el establecimiento de las instituciones, de la celebración de unas elecciones, y luego, la reconstrucción física y material del país. La posición de España ahí es que intervenga Naciones Unidas de la forma más importante que sea posible, y en cualquier caso, España quiere estar en todas esas fases.
P. ¿Cree usted que hay que exigir responsabilidades a Estados Unidos por algunos de los episodios más dramáticos de esta guerra, como la muerte de los dos periodistas en el hotel Palestina o el expolio del patrimonio artístico y cultural de Irak?
R. Sería un irresponsable si hiciera afirmaciones en relación con estos temas. Yo sí tengo la firme convicción, en relación con la primera de las preguntas, de que Estados Unidos, y desde luego hay que ser bastante malintencionado para creer lo contrario, no tenía ninguna intención de atentar ni contra la población civil, ni, por supuesto, contra dos periodistas que desgraciadamente fallecieron, nuestro compatriota Couso y un ucranio. Podrá haber sido un error, podrá haber sido otra cosa, pero, desde luego, tengo la firme convicción de que ahí no ha habido dolo. En cualquier caso, nosotros le hemos pedido al Gobierno de EE UU que nos explique qué ha sucedido en ese caso. En relación con el segundo asunto, creo que exigirle a un país que al mismo tiempo se preocupe de la ayuda humanitaria, de garantizar la seguridad y el orden, de terminar la intervención militar; de generar las condiciones médicas, en materia de electricidad, de agua, etcétera, realmente se le puede exigir, pero creo que hay que ser justos a la hora de juzgar las cosas.
P. Será mucho exigirle, pero es lo que exigen las convenciones internacionales.
R. Sin duda, yo estoy de acuerdo en que eso es así. Digo que se le puede exigir, pero creo que hay que ser justos a la hora de emitir un juicio, y que son muchas cosas a la vez.
P. ¿Es posible recuperar el diálogo con la oposición en España en algunos asuntos importantes?
R. Nosotros no tenemos ningún inconveniente. Creo que es bueno para España; creo que es bueno que el diseño territorial del Estado, el modelo autonómico, se haga mediante acuerdo de los grandes partidos. Creo que es bueno que la lucha antiterrorista sea un producto de acuerdo entre grandes partidos; creo que también sería positivo que en la política exterior ocurriera lo mismo. Y estamos dispuestos a hacer también un esfuerzo en esa dirección.
P. ¿Teme que ese deterioro del clima político pueda perjudicar, por ejemplo, al consenso en la política respecto al País Vasco?
R. Ojalá que no.
P. Además de las críticas del PP y del PSOE al PNV, ¿por qué no se ve una clara alternativa a Ibarretxe, una verdadera opción de Gobierno?
R. No se ve ahora, pero se vio en los momentos inmediatamente anteriores a las últimas elecciones autonómicas. Ahora, después de los problemas internos por todos conocidos, y de la dimisión del antiguo secretario general del PSOE, Nicolás Redondo, las cosas han cambiado, y por eso hoy esa percepción de alternativa que había anteriormente no se ve de la misma manera. Ése es uno de los asuntos en donde yo creo que es necesario un esfuerzo de clarificación por parte del partido socialista.
P. ¿Mayor Oreja es una opción de gobierno?
R. Por supuesto, es una persona con una trayectoria política acreditada que data ya de muchos años. Sin duda alguna es una opción posible de gobierno, como hay otras.
P. ¿Hacia dónde cree usted que va el PNV?
R. Los más indicados para responder a esa pregunta son los dirigentes del PNV, y no creo que sean capaces de hacerlo, fíjese lo que le digo. Ahora, yo sí le digo adónde va el mundo. Y el mundo va a grandes procesos de unión y no de división.
P. ¿Va a sufrir el PP en Cataluña una debacle electoral si un milagro no lo evita?
R. Mire usted, yo creo en los milagros.
P. ¿Cómo puede influir el resultado del PP en el debate sobre la reforma del Estatuto catalán?
R. Yo creo que nosotros vamos a tener unos resultados en las elecciones autonómicas catalanas aceptables para lo que ha sido nuestra trayectoria en elecciones autonómicas en Cataluña. Nuestro planteamiento en Cataluña no va a ser el de entrar en una disputa para ver quién plantea un estatuto de autonomía que llegue más lejos. Si el señor Maragall quiere ahora plantear como uno de sus grandes objetivos la consecución de un nuevo Estatuto de Autonomía, aunque no diga exactamente para qué, y el señor Mas también, pues están en su perfecto derecho a hacerlo. Yo no creo que ahora haya ninguna necesidad de generar inestabilidad donde no la hay.
P. Además de la inestabilidad que ese debate pueda generar, como usted mencionaba, ¿cree que hay otros riesgos mayores? ¿Cree el Gobierno que las reformas propuestas en Cataluña y el País Vasco ponen en peligro la cohesión territorial en España?
R. En el caso del País Vasco, si el planteamiento del señor Ibarretxe en su literalidad fuera aprobado, es evidente que el País Vasco sería una cosa, y el resto, otra cosa distinta. En el caso de Cataluña, sinceramente, yo no tengo claro cuáles son las razones, cuáles son los objetivos o los fines que se persiguen ahora con una reforma estatutaria, ni tengo claro por qué es una prioridad. En cualquier caso, me gustaría conocerlo y estoy dispuesto a hablarlo. Creo que, por lo menos, cabe exigir una cierta prudencia a la hora de manejar según qué tipo de conceptos y una cierta responsabilidad al conjunto de los dirigentes políticos. Éste no es un asunto para enarbolarlo en una campaña electoral; es un asunto para hablarlo con mucha tranquilidad, mucha calma y teniendo muy claras las cosas que se pretenden hacer.
P. ¿Pero dice que el Gobierno está dispuesto a hablar sobre ese tema?
R. Nosotros estamos dispuestos a hablar sobre cualquier cosa. Lo que sí creemos es que en este momento no tiene sentido plantear ninguna reforma en el texto constitucional. En este momento no tiene ningún sentido, no hay ninguna necesidad objetiva ni subjetiva de plantear una reforma del texto constitucional.
P. ¿Puede todavía el PP ganar las elecciones municipales y autonómicas del mes que viene?
R. Aspiramos, lógicamente, a volver a ganar estas elecciones. Para nosotros siempre son más complejas y más difíciles que las elecciones generales, pero yo creo que nosotros gobernamos en ciudades importantes y en comunidades importantes donde hemos hecho una buena gestión, y esperamos que sea revalidada por la confianza de los ciudadanos.
P. Las encuestas no dicen eso.
R. No han sido los últimos meses los mejores momentos, dados los factores emocionales existentes en la opinión pública, para conocer de verdad la opinión y el pensamiento de los españoles sobre los distintos temas. Por tanto, haga usted solamente un caso relativo a las encuestas, y si quiere, le doy un dato objetivo que yo viví y que cada vez me hace más creer en el valor relativo de las encuestas, que es que a mí, en las elecciones del año 2000, cuando dirigí la campaña del PP, nadie me dijo que el PP iba a tener la mayoría absoluta.
P. ¿Cree usted que el PP ha perdido el centro político del país, que ahora es visto por los electores como un partido de derechas, incluso muy de derechas?
R. No. Sinceramente, no. Yo creo que a estas alturas de la recuperación de la democracia en España eso ya no se percibe así. Creo que la gente percibe que el PP tiene una idea clara de España que la puede mantener en cualquier lugar de España. Creo que la gente percibe que se ha luchado dentro de la ley y poniendo todos los medios posibles, internacionales, legales y policiales en la lucha contra el terrorismo. Creo que hemos sido, en lo esencial, un Gobierno que ha tenido una cierta eficacia. Y también, sin duda alguna, habrán percibido errores en lo que es nuestra labor. No creo que porque hayamos tenido una posición en el tema de Irak eso cambie el juicio de la gente.
P. ¿Usted teme que Aznar se esté convirtiendo en un lastre para el PP?
R. En absoluto, tenga usted la seguridad de que en absoluto. Aznar es un dirigente político que, primero, ha hecho algo que es muy importante, que es construir o liderar al menos la construcción del espacio político que nosotros representamos. Hay que ver la historia de España para darse cuenta de lo que ha sido el espacio político de lo que nosotros representamos, hay que verla. Yo creo que el PP es el gran partido reformista de la historia moderna de España. UCD fue un partido muy importante, pero era un partido creado en un determinado momento para una determinada función, formado por gente de muy diversas procedencias. Y luego, creo que la gestión de Aznar como gobernante se la han valorado bien los españoles, que en el año 2000 le han vuelto a dar -y con mayores apoyos- su confianza, y, desde luego, pienso que el juicio de la historia será favorable, con todos los claroscuros que existen en cualquier labor.
P. Una cosa es el juicio de la historia y otra el juicio de las urnas, en menos de un año.
R. No es ningún demérito perder elecciones. Las ha perdido Felipe González, las ha perdido Kohl, las han perdido muchísimas personas.
P. En todo caso, Aznar no las puede perder porque no volverá a presentarse, ¿no?
R. Yo creo que es una decisión opinable, pero él tomó esa decisión, y, por tanto, es una decisión que hay que respetar, como otros pueden tomar otra diferente. Y, por tanto, Aznar no se va a presentar, así lo ha dicho él, a las próximas elecciones.
P. Entonces, ¿su desgaste lo va a pagar el próximo candidato del PP?
R. No lo creo. Su eventual sucesor es evidente que hereda su gestión con sus cosas buenas, que las ha habido, y con sus cosas no tan buenas, que también las ha habido. El sucesor preside, o es el candidato, de un partido político que tiene unos planteamientos que se aprueban en un congreso, pero luego es distinto. Ya no es el señor Aznar. Es evidente que en lo esencial, lo que es la sustancia, lo que son los principios programáticos, van a ser los mismos, pero hay otras cosas que sin duda pueden cambiar. Pero es que eso sería terrible que no fuera así. Y el sucesor o el candidato o la persona que encabece las listas del PP tendrá detrás la trayectoria del Gobierno, las cosas buenas, las malas; tendrá detrás su propia trayectoria política, y tendrá también que presentar un programa de gobierno al conjunto de los españoles.
P. ¿El proceso de elección de candidato se puede ver de alguna manera alterado por el resultado de las elecciones de mayo?
R. Hasta donde yo creo, porque no lo sé, no. Tengo la impresión de que lo que entre todos convenimos que era lo mejor, es decir, resolver este asunto después del verano, no se va a modificar. Ésa es mi impresión, pero no es un dato cierto.
P. ¿Y cómo puede ser que no lo sepa?
R. Porque hay cosas en esta vida que son muy difíciles de saber y dependen de muchos factores. Pero, en fin, si usted quiere hacerme caso al menos en esta pregunta, yo creo que acierta.
P. A usted lo han colocado las circunstancias en un grado de exposición personal mayor que otros de los nombres que se mencionan como posibles sucesores de Aznar. ¿Cree que eso le puede perjudicar?
R. No tiene sentido el planteárselo. Cuando uno es el vicepresidente primero del Gobierno, lo que tiene que hacer es actuar como se supone que actúan los vicepresidentes primeros del Gobierno.
P. ¿Pero usted no ha echado de menos una actitud más comprometida, por parte de algunos de sus compañeros en el Gobierno y en el PP, en relación con algunos de los últimos asuntos delicados?
R. Todos los miembros del Gobierno hablamos de todo y somos solidarios de todo, aunque tengan más visibilidad nuestras palabras cuando hablamos de un asunto que de otro, eso es perfectamente entendible. Y a partir de ahí, pues, mire usted, en esta vida todo es según cómo lo vean las personas. Y como hay algunos que no estamos en ninguna competición, pues tampoco hacemos muchas elucubraciones sobre lo que tenemos que hacer en cada momento concreto.
P. Al margen de elucubraciones, ¿se ha tratado de preservar a algún posible candidato?
R. En absoluto, al menos hasta donde yo sé.
P. ¿Se ha abierto el abanico de candidatos más allá de los tres que se mencionan habitualmente?
R. No ha habido ningún acuerdo ni ninguna decisión de que sólo pueda ser el candidato del PP esta persona, ésta o la de más allá. Yo creo que están abiertas muchas posibilidades.
P. ¿Es usted una de las posibilidades para la sucesión de Aznar?
R. Yo aparezco en las quinielas, pero a mí nadie me ha preguntado nada.
P. Si se lo piden, si se lo preguntan, ¿tiene usted decidido qué va a contestar?
R. Eso, en su momento. Los tiempos son muy importantes en cualquier faceta de la vida.
P. ¿Quiere decir que sí lo tiene decidido, pero contestará cuando se lo pregunten?
R. No, yo no he dicho eso.
P. ¿Se puede interpretar de esa manera?
R. Yo he dicho que contestaré cuando me pregunten, si me preguntan. Porque ¿por qué van a tener que preguntarme?
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