_
_
_
_
_
Reportaje:FÚTBOL | El Atlético cumple 100 años

La felicidad de los veteranos

Las viejas glorias rojiblancas, en las recepciones y en el césped, grandes protagonistas de la fiesta

Desde Vizcaíno, el motorcito del doblete, al mítico Jorge Mendoza, desde el argentino Pato Fillol al driblador brasileño Leivinha o Armando Ufarte, todos en busca de un canapé el pasado viernes por la noche en su pequeña fiesta privada. De Gárate a Rivilla, de Adelardo a Griffa, todos portando un trocito de la gigantesca bandera rojiblanca. De Abel a Pantic, del zambo Pereira a Ramos, o al pequeño Rubio, todos moviéndose mal que bien por el césped del Calderón, demostrando que los años lastran sólo hasta cierto punto al que ha sido futbolista con mayúsculas. Cóctel privado, cena en la sede de la Comunidad con el presidente autonómico Alberto Ruiz Gallardón, solemne entrada de la bufanda más grande del mundo al Calderón o partidillo contra el Atlethic de Bilbao, los veteranos rojiblancos ocuparon siempre un lugar privilegiado, de la mano de la afición, en el entramado de actos del centenario-cumpleaños atlético.

Más información
Una derrota sin más
El Atlético emborrona su fiesta

El viernes, copita en mano o refresco, como el brasileño Baltazar, abstemio, se contaban batallitas de sus respectivas épocas, regates imposibles y noches locas de juventud. Manolo Ruiz Sosa, íntimo amigo de Luis Aragonés, centrocampista elegante, contaba chistes sin parar con su acento andaluz. Heredia se quejaba de esto y de lo otro a quien quisiera escucharle. Después de los chascarrillos y los recuerdos del viernes, ayer tocaba vestirse de corto. Abel Resino, el portero del récord por ejemplo, se permitió parar un penalti. Después le sustituyó Fillol mientras el público, en pie, coreaba su nombre con la misma intensidad que diez años atrás: "Abel, Abel, Abel".

Mientras, numerosos grupos de aficionados acampaban en el exterior del estadio, unos 15.000 espectadores decidieron prorrogar el partido contra Osasuna con el toque nostálgico de la visión de los ídolos del pasado. Y entre esos ídolos no hubo discusión sobre sus preferencias. Se rindieron ante el serbio Sole Pantic. El hombre mágico del doblete, el mismo en cuyo honor hay cada domingo un ramo de flores en un córner del Calderón, volvió a enloquecer a su vieja hinchada. Reverencias al estilo de plegaria ante la Meca y el monocorde grito de "Pan-tic, Pan-tic", como un tambor, acompañó cada movimiento del antiguo centrocampista.

Descamisado, sin corbata, la noche anterior, el negro Cabrera recordaba batallas perdidas y ganadas mientras los más veteranos, como Campos, se sentaban en las sillas de terciopelo rojo situadas en los extremos del salón, como si aguardasen a que alguien les sacase a bailar. Los más jóvenes prolongaron la fiesta más allá del hotel y se perdieron en la noche madrileña. Los veteranos echaron el cierre sobre las doce de la noche. Al día siguiente en el césped, apenas se notó el peso de la madrugada anterior en las piernas de los jugadores. El público lo agradeció, aunque algunas viejas glorias, como Marcelino, tuvieran algunos kilos de más. Había que prolongar la fiesta, aunque fuera cayendo ante los antiguos jugadores del Atleti. Daba igual, esta vez lo importante, por una vez, era participar.

El equipo de veteranos del Atlético que jugó ayer frente al del Athletic de Bilbao.
El equipo de veteranos del Atlético que jugó ayer frente al del Athletic de Bilbao.GORKA LEJARCEGI

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_