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51 cuadros marcan la pintura española desde el romanticismo

La segunda exposición de los fondos del BBVA llega a la modernidad

Las 3.000 pinturas que forman la colección BBVA, tras la fusión de los bancos, han sido seleccionadas por el catedrático Alfonso E. Pérez Sánchez para presentar exposiciones históricas con sus fondos. Tras el montaje de Del gótico a la Ilustración, el palacio del Marqués de Salamanca, en Madrid (paseo de Recoletos, 10), expone 51 cuadros, que recorren del romanticismo a la modernidad, con Sorolla, Zuloaga, Rusiñol, Arteta y Vázquez Díaz.

"La colección no tiene una unidad, un programa de adquisiciones ordenadas, pero se encuentran en ella obras significativas que completan un panorama", declaró Alfonso E. Pérez Sánchez en la presentación de la exposición Pintura

española en la colección BBVA. Del romanticismo a la modernidad. Las obras suelen ocupar despachos en distintos edificios, aunque la entidad declara su vocación de ampliar su difusión al público. La colección ha sido objeto de una publicación con una selección de 120 obras. El montaje se presenta en las salas del palacio del Marqués de Salamanca, de Madrid, hasta el 29 de junio, para viajar en octubre al edificio de San Nicolás de Bilbao.

Alfonso E. Pérez Sánchez, comisario de la exposición junto con Javier Barón, que publican en el catálogo una introducción al periodo estudiado y las fichas de las obras expuestas, plantea la evolución de la pintura española desde el pleno romanticismo a las vísperas de la guerra civil, a través de una serie de hitos fundamentales que señalan su evolución.

Los 51 cuadros que forman la exposición inician el recorrido con el costumbrismo romántico de Manuel Rodríguez de Guzmán, para enlazar con la estirpe de los Madrazo (en esta ocasión, Raimundo y Ricardo de Madrazo), desde el fin de siglo con el mundo de entreguerras. Alfonso E. Pérez Sánchez destaca una etapa de renovación en la cultura vasca, por la vinculación de la burguesía vasca con el mundo industrial de Bélgica y Francia, que abre las puertas de París a finales del siglo XIX y principios del XX. "Iturrino es el que mejor representa este mundo nuevo, hacia un mundo decorativo y elegante, en línea con Matisse".

La obra de Ignacio Zuloaga se identifica con un expresionismo dramático vinculado a la generación del 98, y el comisario destaca el enorme éxito que tuvo con los retratos de sociedad (en la exposición figura el de Halley-Schmidt en un campo de golf). En otras zonas de la pintura aparecen las obras del catalán Frances Gimeno y del valenciano Sorolla, "figura capital en el tratamiento de los clásicos y el ambiente", con el estudio de una calavera y el retrato de su suegro.

En el recorrido por la exposición, el comisario señala la personalidad de Aurelio Arteta, en su enlace con la modernidad y su carga de protesta social. En la muestra figura una obra sobre Altos Hornos y otra de carácter simbolista, La pereza y el trabajo. Las pinturas de Daniel Vázquez Díaz, con paisajes de la Rábida, ya tienen ecos del cubismo, y la última obra de la muestra, de Hernando Viñes, contemporáneo de Braque y Bores, entra en plena vanguardia.

Javier Barón, también comisario, completó el panorama histórico con otras piezas singulares de la exposición, como el interior de la biblioteca de El Escorial, de Pedro Kuntz; las vistas topográficas de Bilbao antes del ensanche, de Pablo Gonzalvo, y los jardines de Santiago Rusiñol (de Monforte y Aranjuez), que contastan con Nicolau Raurich. También destaca los tipos de Fernando Álvarez de Sotomayor y el Nueva York de Joaquín Vaquero Palacios.

El cuadro <i>La </i><i>réponse,</i> de 1931, de Hernando Viñes, que cierra la exposición.
El cuadro La réponse, de 1931, de Hernando Viñes, que cierra la exposición.
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