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"Para el mejor amigo del mundo..."

"Estamos en una guerra psicológica, que es más dura que una guerra de verdad". Eso escribía el iraquí Amir Abdulillah Mohammed a su colega matemático granadino Miguel Cabrera hace unos meses, antes de que finalmente el presidente de los Estados Unidos, George Bush, ordenara el bombardeo incesante de Bagdad y la invasión de Irak. "Digo yo que, si hay esperanza que tenga solución nuestro problema con los Estados Unidos, entonces posiblemente podamos vivir en paz". La carta está fechada el 18 de diciembre del 2002. Desde entonces, Cabrera no ha vuelto a tener noticias de Abdulillah.

El matemático iraquí luchaba en estos últimos meses por conseguir la titularidad de una plaza en la Universidad de Mosul. Estaba dirigiendo las tesinas de varios alumnos y convirtiéndose en uno de los grandes analistas matemáticos, como el profesor español, a nivel internacional. La guerra, probablemente, truncará o retrasará varios años todos esos planes.

"Desde que nos conocimos siempre hemos mantenido una buena amistad", cuenta Miguel Cabrera. "Es una persona afable, sencilla, que dejó siempre muy buena impresión en todo el departamento de Matemáticas de la Facultad de Ciencias".

Cabrera aún tiene en una carpeta los artículos pendientes de enviar a su colega iraquí, que dejó España en el año 2001, meses después de haber leído su tesis con una de las calificaciones más altas. Desde entonces, ambos habían mantenido comunicación por carta y habían escrito juntos de ese modo sus trabajos para las revistas científicas. Cabrera resalta la pasión que ambos sienten por las matemáticas, no sólo por su utilidad para cualquier otra disciplina (ciencias, música, arquitectura), sino por "la belleza que tienen en sí mismas".

Eso se trasluce en las cartas que se escribían ambos. También la gran amistad que los une desde hace muchos años. En el reverso de una foto que Amir Abdulillah le envío el pasado diciembre desde la Universidad de Mosul, puede leerse: "Para el mejor amigo en el mundo, el que me ha enseñado bien...Tu alumno para siempre, Amir". Tal vez esa Universidad ya no existe, como muchas de las personas a las que la guerra arrancó sus brazos, sus piernas o sus vidas de un solo tajo. A Miguel Cabrera sólo le queda la esperanza de que a su colega y amigo no le haya ocurrido nada.

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