_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

¿Sudas, vida?

Resulta curioso que, según la mitología de las fantasías sexuales, a los hombres les den morbo las mujeres pulcras y arregladas, como las azafatas o las enfermeras, y a las mujeres, por el contrario, les den morbo los hombres como los mecánicos llenos de grasa de motor y los jardineros sudorosos. Acaso en el arte de la seducción la grasa es un óleo perfumado y el sudor un reclamo irresistible que favorecen la unión entre una mujer policía y un obrero de la construcción, por ejemplo. Sin embargo, en el caso contrario, parece ser que los hombres más limpios y aseados deberían ligar con las mujeres que no se han duchado en tres días, y eso hay que demostrarlo.

En los anuncios publicitarios no suelen aparecer mecánicas llenas de grasa que seduzcan a un enfermero que va de blanco impoluto, ni tan siquiera una triste jardinera manchada de tierra y verdín que se lleve al huerto a un azafato pálido y aseado. Parece ser que a la mujer se le exige pulcritud, y en cambio, del hombre se valora lo guarro que vaya, por un tópico "complot" iconográfico que se ha instaurado de forma general, en detrimento de la iconoclastia de géneros. La subsiguiente e inquietante pregunta es ésta: ¿si se ducharan menos las mujeres, gustarían más a los hombres? Supongo que, como de todo hay en la viña del señor, algunos se habrán planteado, aunque sea de forma inconsciente, esta cuestión, que no debería ser necesario aclarar.

Los expertos insisten en que, a pesar de los pesares, la ducha diaria es aconsejable, y, si es posible, con jabón -aunque sin pasarse- para eliminar la transpiración causada por el trabajo diario, por muy sensual que ésta sea. Sin embargo, no tardará en llegar el día en el que podamos escoger entre sudores más o menos eróticos, según nuestras pretensiones, absurdas o no, nos lo dicten en cada momento. Pero, ¿por qué habría que dar por sentado que una hipotética Eau de Sueur sería solamente pour homme? Se diría que el derecho a sudar no está lo suficientemente enfatizado en las reivindicaciones feministas. O es que acaso los anunciantes creen que no hay mujeres jardineras, ni obreras de la construcción, ni mecánicas.

Al fin y al cabo, si la cuestión se centra en la reiterada atracción por los uniformes, y si el sudor y la grasa de motor forman parte de ese uniforme, como un complemento más, no está claro por qué el hombre ha de preferirlas con tacón de aguja y medias de seda, por resumirlo de alguna forma. Ni siquiera una mujer bombera tiznada de humo se ha atrevido a subvertir las reglas, y salvar de un incendio erótico a un hombre con frac. ¿Se trata de que no hay otra alternativa al topicazo de géneros?

No sabemos lo que opinaría Shere Hite de todo esto, aunque tal vez sea mejor no preguntarle nada por si se nos atraganta el café, en el mejor de los casos. Sólo podemos seguir el manual, ese librillo tan personal que cada uno lleva en su bolsillo, y continuar amándonos y apareándonos con el sudor de nuestra frente y nuestras axilas. Al fin y al cabo, el sudor no es más que lágrimas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_