"El desciframiento del ADN se ha convertido en un símbolo mítico"
Soraya de Chadarevian (Roma, 1953) es investigadora y profesora de la Universidad de Cambridge. Se licenció en biología, en la universidad de Friburgo, Alemania, y se doctoró en filosofía en la de Constanza. Después se pasó a la historia de la ciencia, y lleva 12 años especializada en historia de la biología molecular en el siglo XX. Es coeditora del libro Molecularizing Biology and Medicine. New Strategies and Alliances, 1910s-1970s (Harwood Academic Publishers, 1998) y autora de Designs for Life. Molecular Biology after World War II (Cambridge University Press, 2002) así como comisaria de la exposición Representaciones de la doble hélice que sobre este aniversario se ha inaugurado en el Museo Whipple de Historia de la Ciencia, en Cambridge. "Se organizó por primera vez en 1995, por lo que es independiente de la celebración, pero la hemos actualizado y ampliado con vistas a este 50 aniversario. En ella seguimos la historia de la doble hélice a través de las imágenes que ha generado, incluidas las críticas y las inquietantes". Chadarevian ha estado en Madrid y Barcelona para dar charlas bajo el sugerente título La fabricación de un icono del siglo XX.
"Cuanto más cambia la ciencia, más importancia tiene esta historia"
Pregunta. ¿Qué tipo de celebraciones han preparado en Cambridge?
Respuesta. Hay muchos actos en Londres y Cambridge en torno al 25 de abril, que incluyen una cena de gala en Londres, una gran reunión científica, otra de historia en la Royal Institution, en Londres, además de las exposiciones y los encuentros con los medios de comunicación. Por otra parte, ha aparecido una nueva fecha que yo no conocía: el 28 de febrero. Parece ser que es el día en que Watson llegó a la teoría base.
P. ¿Cree que la han inventado los medios de comunicación?
R. No, no creo que sea un invento, se ha reconstruido el día a partir de los diarios de Watson y Crick. Pero este 28 de febrero es una fecha nueva de celebración, porque la importante antes era el 25 de abril, el día de la publicación en Nature.
P. ¿Nació la biología molecular ese día?
R. Así lo cree mucha gente, pero obviamente la fecha es simbólica. Lo que resulta interesante es que la doble hélice se toma como el comienzo de todo esto y que se redondea en abril de 2003 con el anuncio del final del proyecto de secuenciación del genoma humano, una decisión completamente política, algo muy simbólico. Evidentemente, para alguien como Watson es importante ser testigo del fin del proyecto genoma. Pero también se puede observar de forma mucho más sistemática, con la mirada de una antropóloga; entonces, si nos fijamos en esas grandes cenas previstas de muy alto nivel, con miembros del Gobierno entre los invitados, y también muchas personas del mundo de los negocios... se comprende qué es actualmente la biología molecular. Es muy interesante ver cómo ha cambiado la ciencia en 50 años. Paradójicamente, cuanto más se aleja la práctica de la biología molecular de aquella época, más importancia cobra la historia de los principios.
P. ¿Tuvo realmente tanta importancia descifrar la estructura del ADN?
R. Sin duda fue un logro importante, muy importante, pero este tipo de simbolismo mítico... Esto es lo que quiero explicar, la manera en que surge una historia más interesante, la real. Tenemos que fijarnos en un avance científico más amplio, en los avances históricos en general, y pensar en cómo contamos las historias. Así surge una historia más rica y espero que al final resulte también una historia más útil. Lo que pretendo es que nos fijemos en toda la historia, y no sólo en los avances científicos.
P. ¿Necesitan la ciencia y el público estas historias?
R. Creo que para los científicos cumple muchas funciones distintas. Por ejemplo, al hablar de biología molecular son muy claros al respecto: es un gran ejercicio de relaciones públicas, publicidad. En el laboratorio donde tuvo lugar el desciframiento van a poner una estatua de bronce de Watson y Crick, otro ejercicio de relaciones públicas. También es una ocasión muy buena para los medios de comunicación. Hablar de esto, reflexionar, juntar a los científicos con la gente... Se trata de una historia de éxito, una historia a la que pueden hacer referencia, porque tenemos el relato de Watson sobre los hechos.
P. ¿Por qué la historia contada por Watson es más famosa que la contada por Crick?
R. La de Crick ha llegado mucho menos al público porque es mucho más reflexiva y pese a estar contada de manera muy atractiva, no ofrece una historia tan emocionante. Es interesante para los historiadores porque corrige ciertas cosas, pero para el público en general no creo que sea tan atractiva. Ahora también tenemos el libro de Brenda Maddox sobre Rosalind Franklin, que ha tenido gran aceptación en los medios de comunicación.
P. ¿Hay muchos mitos en esta historia?
R. Sí, los hay; como que Watson y Crick trabajaban en una barraca o en un cobertizo para bicicletas. ¡No es verdad! Es cierto que este grupo, o cierta parte de este grupo, ocupó la barraca que se convirtió en laboratorio, pero esto ocurrió cuatro años más tarde, en el 57. Es como la historia de Newton y la manzana: hace falta la barraca, y hace falta la manzana.
P. ¿Son necesarios los héroes también en ciencia?
R. Sí, creo que tiene mucho que ver con nuestra forma de contar historias y especialmente sobre cómo podemos acercar la ciencia a la gente. Esta historia con estos personajes y el símbolo de la doble hélice la convierten en una candidata perfecta, pero el quid está en cómo contamos las historias y en el tipo de historias que gustan al público. El libro de Watson se da a estudiantes muy jóvenes y es muy interesante pensar qué imagen de ciencia se está perpetuando: trata de héroes varones, gente ambiciosa... Y, sin embargo, si pensamos en el proyecto del genoma humano, vemos que es un trabajo muy mecánico. ¿Dónde están los genios heroicos? ¡No existen! Por eso, cuanto más cambia la ciencia, más importancia tiene esta historia, es como un pasado mítico.
La imagen más famosa
La imagen que se ha convertido en el icono del ADN representa a Francis Crick y James Watson a derecha e izquierda, respectivamente, de un gran modelo de la estructura, construido como un mecano. Crick señala con una regla un punto del modelo mientras que Watson lo mira. La tomó un fotógrafo de Cambridge, Antony Barrington, con destino a la revista Time, pero todos los demás datos de la escena no están claros, como explicó recientemente Soraya de Chadarevian en la revista Science. A pesar de que viven los protagonistas, incluido el fotógrafo, tienen recuerdos dispares.
La fecha más probable es la que aporta el fotógrafo: el 21 de mayo de 1953. También se sabe que la fotografía (en los contactos aparecen otras del mismo día) no se publicó nunca en aquella época y que sólo empezó a atraer la atención pública cuando apareció en el libro La doble helice de Watson en 1968. Y un dato más: el modelo fue uno más, si bien el mayor, de los muchos que construyeron Watson y Crick después del descubrimiento.
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