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VISTO / OÍDO
Columna
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El día del 'pic-nic'

El PNV se define como "vasco, democrático, participativo, plural, aconfesional y humanista, abierto al progreso y a todos los movimientos de avance de la civilización que redunden en beneficio del ser humano". Me apunto incluso a lo de vasco porque, como ciudadano del mundo, tendré también una cienmilésima parte vasca, y otra malgache y alguna de pontano. Por lo demás, no creo una palabra de esa definición: Sabino Arana no era eso (ni Napoleonchu Aguirre ni el cura Arzalluz), y al cabo de un siglo sus textos vienen con sus propuestas soberanistas en este "Día de la Patria Vasca". Muy lejos de mi intención universalista: hasta la palabra "patria" me repele.

Creí en que el PNV era un partido destinado a la extinción, no por los asesinatos de Franco, que fusiló hasta a sus curas, sino por el desgaste de las ideas nacionalistas y separatistas hacia las que camina esta civilización, excluyendo a EE UU, etarras del mundo. Puede que hubiese ocurrido de no haberle ayudado a resucitar Aznar. No sé de quién fue la idea de luchar contra "el entorno de ETA", y colocar al PNV a la defensiva. De algún ideólogo de mala calidad. Puede que del mismo Aznar en su idea loca de regresar a la unidad española colocando a su partido frente a todas las autonomías: hubiera sido un gran triunfo constitucional y estatutario. El "entorno" fue perseguido con dureza contra todo vasquismo, incluso cultural; las elecciones en que el PNV y el PSOE se dieron la mano aumentaron el valor del PNV, que ganó; la ley de partidos que ha borrado a Batasuna hará que muchos votantes ilegalizados -si un partido es ilegal, ¿lo son sus votantes?- se inclinen hacia el PNV. No sólo sucede semejante disparate antipolítico, sino que el PP sigue arrastrando al PSOE y a la banda intelectual que convirtió el nacionalismo en un antinacionalismo feroz, y persigue a los que ven otras soluciones; se ha alejado de las protestas contra la guerra, y del renacimiento de la izquierda perdida y hallada en la calle, que está muy lejos del PNV y de ETA.

Al acogerse al españolismo sin decirlo, pero asociándolo con una derecha desorejada que quiere regresar a los Años Triunfales, han favorecido al PNV. No me extraña que alguien lo prefiera a Aznar y al socialismo vascongado. Sentiré que gane unas elecciones que yo hubiera preferido para el PSOE y para IU, de no haber partidos mejores; pero preferiré el PNV burguesote y curil antes que al PP guerrero y colonizado por Rumsfeld.

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