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LA TRANSICIÓN EN IRAK | El desafío chií

Los clérigos toman el control de varias ciudades del sur

Abdel-Mahdi Salami, un clérigo chií, ha subido al poder en la ciudad santa de Kerbala. Con unas gafas de montura gruesa y una barba gris, Salami lidera un grupo de 25 clérigos que han tomado el control de la ciudad hacia el final del mes pasado. Han desplegado cientos de hombres armados, mantiendo las calles notablemente tranquilas y evitando los saqueos que devastaron a Bagdad, Basora y otras ciudades.

Recomenzaron la Administración civil, después de expulsar a cientos de miembros del Partido Baaz de Sadam. Con los bancos bajo su control y las donaciones que reciben, han pagado salarios a los trabajadores de la ciudad.

Su acierto, dice, es simple. "Queremos hacer de Kerbala un ejemplo". Es una característica de los clérigos chiíes, desde Líbano hasta Irán, negar que tienen ambiciones y considerar indecorosa la lujuria del poder. Salami ha adoptado esa modestia. Cuando se le pregunta por quién lidera el Gobierno urbano, mira hacia el campo. "Muchos de nosotros", dice.

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"Trabajamos sinceramente, y no tenemos ambición de poder", afirma Salami. "Lo que queremos es una Administración para Kerbala y las otras provincias de Irak que represente al pueblo".

En el sur de Irak, los clérigos chiíes llenaron el vacío de poder dejado por la caída de Sadam. Pese a que manifiestan su lealtad al dominante seminario de Nayaf, liderado por el gran ayatolá Ali Sistani, ellos hablan con su propias voces, algunas más independientes que otras.

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Tradición chií en el sur

Como el clérigo Sayid Muqtada Sadr, de Nayaf, ellos reclaman el derecho de nacimiento de sus familias. El padre y el abuelo de Salami, por ejemplo, fueron clérigos prominentes. Otros se declaran como hijos favoritos, obteniendo sus territorios en barrios de Bagdad, o en ciudades enteras.

En Kut, sobre el río Tigris, Sayed Abbas, un clérigo chií de 52 años, ha tomado la municipalidad, apoyado por legiones de seguidores armados que han prometido bloquear la entrada de las fuerzas de EE UU, que deben reconocer su derecho a gobernar la ciudad. En los barrios pobres de Bagdad, Mohamed Fartousi, un clérigo del seminario de Nayaf, ha reclamado su autoridad sobre un grupo de predicadores chiíes sin gobierno, algunos de los cuales han instalado grupos de hombres armados en sus mezquitas.

En Nayaf, Sistani y los seguidores de Sadr se han movido para administrar una ciudad donde todos los nombres hablan de centurias de autoridad religiosa chií. "La mayoría de la gente escucha a los clérigos", dice Hasán Mushin Hasán, un comerciante de cemento de Najaf, de 52 años. "Tienen gran influencia, y la gente los apoyará para que sean gobierno".

En Badra, una ciudad del este de Irak cercana a la frontera con Irán, de 60.000 habitantes, el seminario de Nayaf coordinará la formación del Gobierno municipal, informa Efe.

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